El Batallón Nesquik, con su amenaza de ser el “brazo armado” de La Libertad Avanza (LLA), trajo al presente aquel viejo axioma de Marx acerca de cómo se repite la historia.
Si, como afirmaba el pensador alemán Karl Marx en su obra El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, “la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa”, la puesta en escena de un grupo de mamarrachos libertarios a través de la incontinente bocaza de Daniel Parisini, alias Gordo Dan, viene a confirmar ese axioma.
El pasado sábado 16 de noviembre, en el salón de la Sociedad Italiana de la localidad bonaerense de San Miguel, se presentó la autodenominada agrupación “Las Fuerzas del Cielo”. Parisini, uno de los oradores, calificó a esa banda como el “brazo armado de la Libertad Avanza”.
La sala mostraba grotescas reminiscencias al Imperio Romano. Sobre el atril los organizadores colocaron una lata de Mango Loco y detrás del mismo colgaron estandartes –de cartulina– que pregonaban consignas que en su momento usaba el nacionalismo católico ultramontano: “Propiedad”, “Vida”, “Dios”, “Patria” y “Familia”. Para hacer honor a su origen, agregaron otro que rezaba “Libertad”.
El bocón que se ufana de ser uno de los referentes libertarios en la cloaca social X –en realidad es quien da las órdenes al ejército de trolls financiado desde la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE)– alardeó que ese “brazo armado”, además, “es la guardia pretoriana del presidente Javier Milei”.
Parisini habló en el marco de una escenografía semi penumbrosa, que intentaba remitir a los locales donde se reunían los primeros grupos fascistas en Italia, o los proto nazis en Múnich. Arengó: “Vamos a estar hasta el final defendiendo el proyecto de país de nuestro líder Javier Milei y sus ideales”.
Parafraseando al Milei de campaña, citó la frase con que sintetizan su perspectiva de liberalismo: “El respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y la propiedad privada”.
Para el corpulento troll, “las Fuerzas del Cielo se organizan”, y la forma de hacerlo muestra una interesante distancia entre el dicho y el hecho: “El ejército del «Javo» necesita gente de todos los colores y profesiones para ocupar todos los espacios, formar candidatos y defensores del proyecto político más grande de la historia argentina”.
Los medios y las redes de todo color y pelaje le dieron mucha difusión a los desbordes del Gordo Dan, para relativizar sus dichos acerca del “brazo armado”, para apoyar sus expresiones o con el propósito de alertar ante lo que sería un avance del fascismo en su versión anarcocapitalista.
Sin embargo, casi nadie tomó nota del discurso del politólogo y escritor cordobés de la ultraderecha global Agustín Laje, a la sazón flamante director de la Fundación Faro, esa especie de fachada que enmascara la captación de fondos de cualquier origen para financiar a LLA.
Gramsci en clave de derecha
En ese acto realizado en el conurbano bonaerense, hubo diversos oradores. Legisladores nacionales y provinciales, funcionarios del Ejecutivo nacional, trolls e influencers, pero el discurso esperado por todos le correspondió a Laje, quien es considerado una especie de gurú por los jóvenes libertarios.
La estrella del globalismo de derecha habló alrededor de media hora y arrancó entusiasta: “Los años que vienen son de pura gloria, de victoria, pero también de mucho combate, porque las verdaderas contradicciones políticas por fin están emergiendo”.
Laje no evita el maniqueísmo, lo incentiva: “Podemos identificar perfectamente a la gente de bien y a la gente de mal; sabemos quién está en cada bando por primera vez en la historia”. Tampoco hace gala de sutileza alguna: “De un lado estamos los que defendemos la vida y la dignidad humana; y del otro lado están los zurdos hijos de puta. Lo mínimo que podemos hacer con ellos es insultarlos y si quieren llorar que lloren”. Esas palabras recibieron como respuesta una ovación.
El orador describió cuál es la confrontación que se propone dar el mileísmo: “Nuestros valores empiezan a disputar realmente contra los otros. El valor de la libertad contra el valor del estatismo. El valor de la propiedad contra el valor de los parásitos. El valor de la familia contra el valor de los pervertidos sexuales que quieren reventarles la cabeza a los niñitos en la provincia de Buenos Aires con esos manuales de mierda que reparte (el gobernador Axel) Kicillof. El valor de la virilidad contra el valor de la víctima perpetua. El valor de la vida contra el de los pañuelitos verdes”.
Atacó sin piedad al feminismo, el indigenismo, el ambientalismo, la ideología de género, y el globalismo, aunque pertenezca a una internacional de derecha que converge con VOX, el bolsonarismo y otras escuderías por el estilo. “Todas esas causas pueden hacer un daño tremendo. Configura a una persona a ser hostil a un gobierno de derecha. No pensemos que el pueblo va a entenderlo todo porque puede cambiar su iPhone una vez por año. Necesitamos enfrentar todas las agendas de nuestros enemigos”, disparó Laje.
En un tramo que muestra lo chanta que puede ser su “filosofía”, habló de “falsos empresarios” que hicieron fortuna a partir de sus contactos con el Estado: “Están viviendo sus últimos suspiros”. Tal como lo recordó el diario La Nación, en la cena de presentación de la Fundación Faro asistieron, pagando entre 20.000 y 40.000 dólares por cubierto, “decenas de históricos contratistas del Estado, como el ex ministro José Luis Manzano”. El medio fundado por Bartolomé Mitre omitió mencionar a Techint, que tiene a sus funcionarios en el gabinete de Milei, o a Eduardo Eurnekian, ex patrón del Presidente.
Laje no se privó de nada, y descerrajó: “Nosotros somos el partido de los trabajadores. Ellos, el partido del Estado”. Y respecto de ese concepto, el periodista Diego Genoud, en una de sus columnas en El Destape, recordó que el politólogo “llamó a organizar un gramscismo de derecha que convierta en sentido común las ideas de la extrema derecha y permita construir una nueva hegemonía”.
El colega, al recordar el vaticinio del gurú libertario –“Nos quedan siete años más por delante”– opinó: “Si la oposición no reacciona, si no se inventa otra cosa a tiempo, es probable que todo colabore con los delirios de Milei”. Y de eso se trata.
Conscientes o timoratos
El sueño húmedo del Batallón Nesquik es que alguien, muchos, los tomen en serio. El campo nacional y popular no debería estar dispuesto a cumplir esos sueños. El peronismo, menos. Debería saber con qué se cuenta, y no dejarse asustar por estos payasos, sino más bien preocuparse por los timoratos.
La historia que intentan replicar estos amorales es en clave de farsa. Cuando en las redes sociales se lee que se está en presencia de un escenario previo a la Alemania de los ‘30 es desconocer la historia. Y no hay subestimación en tal afirmación. Comparar a estos virgos con las SA y las SS hitlerianas, los “camicie nera” de Mussolini o las falanges de Francisco Franco es subirles el precio y es lo que ellos desean.
El problema es que el “brazo armado” ya existe. Lo usaron Carlos Menem, Fernando De la Rúa, Mauricio Macri y el actual gnomo presidencial en cada marcha en la que no lograron juntarse decenas de miles de compañeras y compañeros en lucha contra esos ajustes. En el caso de este gobierno, se ha comprobado que cuando la movilización es multitudinaria, se tienen que meter el “protocolo” en el trasero.
Hay una historia que precede a esta trágica coyuntura. Si a esa historia se le baja el precio por las proclamas de estos amorales que se entrenaron en las redes y arrugan en la calle, entonces tal vez la Argentina se merezca que la gobiernen estos criminales por años. Los libertarios son la excrecencia del poder con manejo del dinero público. No más.
Ilustración: Facundo Vitiello | El Eslabón
Está muy bien que se hagan las denuncias pertinentes. Que actúen quienes deben actuar. Las presentaciones ante la Justicia llevadas adelante por diversos legisladores –entre ellas las de los socialistas Esteban Paulón y Mónica Fein– son necesarias porque lo que se está tensionando desde las más altas esferas del poder libertario es el nivel de tolerancia de las instituciones a la ofensiva para gobernar prescindiendo de ellas.
Ahora bien, que con esa monserga patética propaguen el miedo en las filas de las organizaciones populares es prestarse a un juego que legitima un ariete de humo que usa el enemigo mientras hace sus negocios.
El peronismo, las fuerzas nacionales, tienen la obligación de denunciar que el humo es humo y los fierros son fierros. Los fierros ya los están usando. No tienen que pregonar que son el brazo armado. El brazo ya está armado y lo maneja Patricia Bullrich, cada miércoles, contra cada jubilado. Pero no puede usarlo cuando se movilizan decenas o centenares de miles en las calles.
No son las SA, las SS, los camisas negras ni las falanges franquistas. Son el excremento de un modelo amoral. Ni más, ni menos. Estos libertarios son el betún con que esas tropas de asalto se limpiaban las botas.
Quizás en lugar de miles de usuarios llorando en las redes contra el “fascismo”, debería haber más Dillom que enfrentan cara a cara a estos Pistarinis. Lo que quieren estos payasos es que se les tema y se los tome en serio. Y a los que hay que tomar en serio es a sus jefes. Los jefes tampoco son Santiago Caputo, Laje o el propio Milei. Los jefes son los que están mirando cuánto resiste la cuerda ante esta criminal tensión.
Este es un experimento que aniquila. Cuanto antes se organicen las fuerzas nacionales menor será el daño que le ocasionen al Pueblo y a la Patria.
Publicado en el semanario El Eslabón del 23/11/24
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