
El uso de drones para realizar pulverizaciones agrícolas es una tecnología que se extiende a nivel mundial y el agro argentino lógicamente no es la excepción.
Estas unidades han experimentado un crecimiento notable en trabajos enfocados en el control de malezas, insectos y enfermedades, aunque la gran asignatura pendiente en Argentina es regular su uso.
Así lo sostiene un documento elaborado por la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), en el que la entidad subraya que esta tecnología ya se extiende sobre más de 500 millones de hectáreas a nivel mundial, con algo más de 300.000 pilotos habilitados.
“En países como China y Estados Unidos, la tercera parte del área agrícola se pulveriza con drones”, calcularon desde la entidad.
En nuestra región, Brasil y Uruguay son los que más avanzaron en su desarrollo. En Argentina, en 2023 se importaron cerca de 90 drones agrícolas, y para agosto de 2024, la cantidad llegaba a 600.
Para 2025, las proyecciones van más allá y prevén operaciones por 2.000 unidades, con una fuerte participación de marcas de origen chino, como DJI y XAG.
Su adopción en el campo presenta algunos contrastes. Mientras que su uso ha crecido en agricultura intensiva, en planteos extensivops aún enfrentan limitaciones para uso en grandes superficies.
De todos modos, son útiles para aplicaciones selectivas en manchones o refuerzos en zonas problemáticas, en barbecho o con el cultivo en pie.
VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LOS DRONES
Bajo este panorama, la Red de Manejo de Plagas de Aapresid (REM) analizó las potencialidades y los desafíos de esta tecnología, cuyos principios de funcionamiento y calibración son bastante similares a los de equipos terrestres y aviones.
En concreto, comparó las ventajas y desventajas en relación a una aplicación con pulverizadoras tradicionales.
Los pros
- Versatilidad: capacidad de operar en zonas donde los equipos terrestres no pueden ingresar Por ejemplo, suelos anegados, cultivos altos y topografía difícil, entre otros
- Precisión: permite tratamientos variables más localizados, sectorizando áreas problemáticas.
- Posible menor impacto ambiental: el trabajo con volúmenes más precisos permitiría reducir el uso excesivo de productos. Además, operan sin la necesidad de combustible.
- Ausencia de pisoteo del lote: esto evita pérdidas por tránsito excesivo (que pueden cobrarse entre el 1 al 5% del rinde), la compactación y el “marcado” del suelo.
- Seguridad del operador: gracias a la operación a distancia.
- Amplio rango de velocidad y altura de trabajo.
- Reducción de costos: la inversión inicial es más baja respecto de aviones y máquinas terrestres. Sin embargo, es importante considerar que la rápida evolución de esta tecnología implica un recambio más frecuente para mantenerse actualizado.
Los contras
- Mayor riesgo de deriva y de “corte” de mezclas puras: para hacer uso eficiente del caldo durante el vuelo, se debe disminuir el tamaño de gota, lo que puede aumentar el riesgo de deriva. Esto obliga a prestar especial atención a las condiciones ambientales durante la aplicación. Además, las gotas tienen mayor concentración de activo, aumentando el riesgo de corte de mezclas más puras.
- Dificultad de aplicar de ciertas formulaciones: al no disponer de tanques con sistemas de “agitado”, dificulta el uso de formulaciones como suspensiones concentradas, polvos mojables, gránulos dispersables o mezclas de diversos activos, requiriendo tanques de apoyo donde se pueda formular y evaluar las mezclas.
- Menor autonomía: su autonomía depende de la duración de las baterías, que permiten cubrir entre 3-4 hectáreas por vuelo. Esto implica tiempos adicionales de recarga y logística. Además la capacidad de carga del tanque no supera los 40 / 50 litros, y no suelen llenarse del todo ya que la carga del tanque limita la duración de la batería.
- Sólo permite dosis bajas: los caudales y dosis en Lt/ Ha de activo se ven limitadas por la baja capacidad de carga. Esto no debería presentar inconvenientes para aplicaciones de insecticidas y fungicidas, pero en el caso de herbicidas el control efectivo depende en muchos casos del volumen de aplicación (L/ha) y los tipos específicos de herbicidas utilizados.
REGULACIÓN, ¿LA GRAN ASIGNATURA PENDIENTE?
En este contexto, desde Aapresid sostienen que la aplicación de fitosanitarios con drones necesita de regulaciones específicas para poder expandirse como en otros países.
Hasta ahora, de acuerdo con la recopilación que hizo la Asociación, en julio de 2024 el Gobierno argentino, por medio del decreto 663/2024, actualizó la reglamentación para el uso de drones o vehículos aéreos no tripulados (VANT), adaptándola a las reformas del Código Aeronáutico y alineándose con estándares internacionales.
También se facilitó la adaptación de este código a la realidad de los drones, se estandarizaron las regulaciones nacionales con las internacionales (Mercosur y OACI) y se facilitó la importación de equipos.
Investigación a la altura del campo: crean la primera red de drones agropecuarios
Así, para prestar servicios con VANT, las empresas deben estar registradas en la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), y los pilotos debidamente matriculados y habilitados según la categoría de peso específico de los drones, que en el caso de drones aplicadores en general corresponden a la categoría de clase D.
“Pero más allá de estas medidas, hoy en Argentina no están permitidas las aplicaciones de fitosanitarios con drones. Esto se debe a la falta de un marco regulatorio específico por parte del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa)”, asegura Aapresid.
Y agrega: “El organismo está trabajando junto a las empresas de fitosanitarios, a las que por el momento solo expide permisos para ensayos con el objetivo de generar información para los marbetes, por lo que se espera que la regulación llegue pronto”.
Para la Asociación, es necesario establecer un marco regulatorio específico para el uso de drones en la aplicación de fitosanitarios. “Entre otros puntos, debería considerar riesgos asociados como la deriva, la eficacia del tratamiento, la exposición de las personas y los residuos en los cultivos”, considera.
En el caso de la deriva, por ejemplo, sostiene que “no se debe perder de vista que los drones generan gotas más finas, trabajan con volúmenes de agua menores que los aviones, utilizan mezclas más concentradas y tienen un patrón de aplicación menos predecible en comparación con los sistemas tradicionales”.
UN AVAL DEL SENASA A LAS APLICACIONES CON DRONES
Sin embargo, fuentes de empresas que operan y comercializan drones agrícolas señalaron que sí existe un aval del Senasa al uso de drones para aplicación de fitosanitarios.
Se trata de una comunicación que, en septiembre pasado, el director de Agroquímicos y Biológicos del organismo sanitario, Alejandro Fernández, le envió a las Cámaras que nuclean a las compañías de fitosanitarios, y en la que expresamente dejó sentado que “se aceptará la incorporación en las etiquetas de la recomendación de aplicación con vehículos aéreos no tripulados (VANTs) o RPA”.
“La inclusión de la recomendación en las etiquetas debe hacerse de acuerdo con lo establecido en el Art. 9° de la Resolución Senasa N°367/2014, sin perjuicio de los requisitos establecidos por las normas de la jurisdicción correspondiente, tanto provincial como municipal, quedando bajo la responsabilidad de un profesional ingeniero agrónomo la determinación de las condiciones a ser cumplidas durante la aplicación”, agrega la nota, que se copia de manera textual a continuación.
Con información de INFOCAMPO
AGRONEGOCIOS.COM.AR