
He estado trabajando en lo que comúnmente llamamos «diversidad» en términos culturales durante décadas…
Fui Co-fundador del Centro de Diversidad de Queens y publiqué el periódico y revista DiverCity en Jackson Heights, reconocido como uno de los barrios más diversos de los Estados Unidos.
Al mismo tiempo, como humanista, he sido profundamente influido por las enseñanzas de Silo, particularmente por su concepto de conciencia como un espacio de representación, el espacio mental interno donde construimos el significado, interpretamos la realidad y construimos nuestro sentido de nosotros mismos y de los demás. Sin embargo, hasta hace poco, nunca había hecho una conexión dinámica entre la diversidad cultural y la estructura de la conciencia.
Hace unos días, después de que mi esposa Yolanda fuera entrevistada por ABC Latino sobre su trabajo ceremonial en el Parque de Estudio y Reflexión del Valle de Hudson, me sugirió que contactara con Enrique Roberto Lunski, el presentador del programa. Mientras navegaba por el sitio web de ABC Latinos, me tropecé con este episodio de YouTube: Reflexiones sobre la importancia de la diversidad como un Atributo del crecimiento en la conciencia humana.
Apenas unos minutos después de la reflexión de Roberto, me llamó la atención una visión profunda pero simple: la diversidad es una herramienta para expandir la conciencia. Esa idea abrió un espacio completamente nuevo en mí. Remodeló la manera en que vi mis propias experiencias y muchos de los proyectos de los que he sido parte a lo largo de los años. Me permitió volver a ver mi viaje personal y colectivo a través de una nueva lente, donde la diversidad no es sólo un objetivo social o político, sino una fuerza interna transformadora.
También me ayudó a entender mejor la reacción actual contra las políticas de DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión), especialmente bajo la administración de Trump. Esta resistencia no es meramente sobre el miedo, la discriminación o el control político, es sobre bloquear la conciencia misma. Se trata de suprimir la expansión natural de la comprensión y conexión humana. Eso, históricamente, es lo que el fascismo siempre ha intentado: detener la evolución de la conciencia suprimiendo la diversidad, ya sea religiosa, racial, sexual, basada en el género, o incluso económica.
Diversidad: la última arma del desarrollo humano
Consideré algunos ejemplos históricos recientes en los que la diversidad se ha utilizado para expandir la conciencia y abrir nuevas posibilidades:
- Japón, durante su reconstrucción de posguerra, envió delegaciones de todo el mundo para observar, aprender y recuperar el conocimiento.
- China, después de siglos de pobreza, invirtió en enviar a millones de jóvenes al extranjero para estudiar. Muchos regresaron para ayudar a construir una de las economías más dinámicas de la Tierra.
- Las comunidades LGBTQ, una vez marginadas, emergieron de la invisibilidad y ayudaron a transformar sociedades introduciendo nuevas expresiones de amor, identidad y solidaridad.
Una reciente entrevista con el profesor de Princeton Agustín Fuentes, autor de Sex is a Spectrum: The Biological Limits of the Binary, añade más peso a esta perspectiva. Desafía las nociones rígidas de la biología, afirmando: «Decir que los seres humanos son binarios es un fracaso. No es biología. Es filosofía». Lea el artículo.
A lo largo de la historia, el desarrollo humano ha avanzado al reconocer e integrar la diferencia de pensamiento, forma, cultura, idioma y expresión. Lo que llamamos «diversidad» nunca ha sido meramente una cuestión de variedad externa. Siempre ha sido una fuente de renovación y transformación interna.
En el marco del pensamiento humanista de Silo, la conciencia no es pasiva, es intencional y dinámica, siempre busca avanzar hacia la creación de significados. Nuestras representaciones no son fijas; pueden evolucionar, profundizar y expandirse. La diversidad, en este contexto, se convierte en combustible esencial para la conciencia. Nos estira más allá de los límites que hemos heredado. Introduce nuevos significados, nuevas formas de sentir y nuevos futuros posibles. Visto de esta manera, la diversidad no se trata de la corrección política, es una necesidad evolutiva.
Entonces, cómo cambiamos de dirección? ¿Cómo abrimos el futuro de la humanidad?
Comenzamos reconociendo que la diversidad no es un accesorio externo, no se trata de un plato folclórico, una prenda de colores, o una casilla de verificación de un plan estratégico. Es una elección consciente. Una forma de abordar la vida que valora la complejidad, abraza la ambigüedad y se niega a reducir al ser humano a identidades estrechas.
La diversidad requiere que re-elaboremos nuestras propias representaciones, que rompamos los automatismos de la percepción y que elijamos activamente la comprensión sobre el miedo. Es el camino de la transformación intencional, el tipo de proceso que conduce no sólo a sociedades mejores, sino a seres humanos más completos.
En un mundo tan fracturado por la división y la deshumanización, abrazar la diversidad de esta manera más profunda se convierte en uno de los actos más radicales, curativos y necesarios de nuestro tiempo.
David Andersson
Nota Original en: PRESSENZA.COM