Proliferan las tarjetas de regalo, cash back, PayPal y datáfono para hacerse de dólares; fragmento del libro "Estoy Verde", de Alejandro Bercovich y Alejandro Rebossio
Proliferan las tarjetas de regalo, cash back, PayPal y datáfono para hacerse de dólares; fragmento del libro "Estoy Verde", de Alejandro Bercovich y Alejandro Rebossio
El truco de Falabella se replicó en Estados Unidos durante el verano austral de 2013, cuando hordas de argentinos llegaron a Nueva York y a Miami para saborear las mieles del dólar tarjeta, mucho más barato que el blue y por aquel entonces aún con un recargo de sólo el 15% respecto del oficial. En su versión más sofisticada llegó incluso a los titulares de diarios especializados, que en febrero lo bautizó dólar Macy’s.
Muchos argentinos hacían fila para comprar gift cards (tarjetas de compra prepagadas) en tiendas por departamento como Macy’s y Bloomingdale’s por hasta 1000 dólares cada una y con sus tarjetas de crédito o débito. Al día siguiente las devolvían y se hacían de los billetes en efectivo. La noticia fue desmentida por los propios portales de esas cadenas comerciales, que aclararon que no hay reembolso en efectivo para lo comprado con tarjeta y que en caso de devolución el importe se recargará en la tarjeta utilizada para la compra. Pero luego trascendió que existe una suerte de mercado de reventa de esas tarjetas, donde se liquidan en efectivo a cambio de un descuento que va del 5% al 6%. Con una brecha del 30% al 40% frente al blue, la comisión se torna irrisoria y el negocio recobra sentido.
Durante aquel verano, los turistas criollos llamaron la atención en todos los destinos de moda en América Latina y el mundo. No sólo por la costumbre de hablar a los gritos ni por los inconfundibles vocativos "che" y "boludo". Allí donde había muchos argentinos, invariablemente, había una fila para pagar con tarjeta. Desde la caipirinha en los chiringuitos de la playa de Río de Janeiro hasta la ropa en los locales de los malls de Florida, todo se tarjeteaba y nadie amagaba con sacar un billete. Más de un comerciante en el extranjero se sorprendía por la súbita obsesión argentina de pagar con tarjeta. Muchos de ellos preferían cobrarles en efectivo, tal vez para evitar el registro de la operación, y les preguntaban a los albicelestes por qué insistían en usar el plástico. La respuesta sonaba demasiado complicada en países donde los controles de cambio han desaparecido hace años o décadas.
Otro mecanismo difundido en países con alta penetración de tarjetas y elevada bancarización es el cashback . Al pagar en un supermercado, farmacia u otro local, el cajero le pregunta al cliente si quiere agregar dinero a la cuenta que cargará a la tarjeta y llevarse ese monto en efectivo, como si se tratara de un cajero automático. Es una operatoria común en Estados Unidos o el Reino Unido y también fue aprovechada por más de un viajero que se avivó, aunque casi no existe al sur del ecuador.
Algunos argentinos iguales trataron una suerte de cashback casero en playas de Colombia o Ecuador, donde proponían a los comerciantes que les facturaran una compra y les entregaran el efectivo, a cambio de una comisión que llegó al 8%o 10%. ¡10%! Cerca de Cartagena y a la entrada del parque Tayrona, por ejemplo, los que más cotizaban eran los negocios con datáfono -como llaman los colombianos a sus POSnet- cuyos dueños terminaron por habituarse y hasta ofrecían el servicio a los mochileros al identificar una tonada gardeliana.
Sin viajar, los más familiarizados con el comercio electrónico también amasaron atractivas rentas con arbitrajes entre el mercado oficial y el paralelo. Fue a través de la página web de PayPal, que permite efectuar pagos a otras personas o empresas. Lo que hacían algunos argentinos era crear dos usuarios distintos, uno con una cuenta en Argentina y otra con una en el exterior. Así la persona ordenaba el pago a otro supuesto sujeto, que era él mismo, más allá de las fronteras, de modo de hacerse de dólares al tipo de cambio oficial y depositados afuera. Bajo la lupa del Banco Central, PayPal decidió por voluntad propia que desde octubre de 2012 ya no se pueden efectuar pagos entre residentes en Argentina, tengan o no cuentas en el extranjero..
Fuente. El texto del presente artículo es un fragmento del libro "Estoy Verde. Dólar, una pasión argentina" (Aguilar), de los periodistas económicos Alejandro Bercovich y Alejandro Rebossio. La Nación