Cientos de barriletes se remontaron el sábado 18/9/2004 en el Hipódromo del parque Independencia. Los hubo caseros y profesionales; con forma de ala delta, estrella, tiburón y velero; con un hilo y con dos; de 2 pesos y también de 100 dólares… Detrás de cada uno hubo familias enteras y también fanáticos de un juguete tradicional que es conocido mundialmente bajo los nombres de cometa, papalote, pandorga o volantín. Se trata del multitudinario IV Festival Nacional de Barriletes «Pintemos el cielo de Rosario 2004».
Una propuesta que anoche ofreció su plato fuerte con una muestra de luces, sonidos y fuegos artificiales. El domingo 19, abrió a las 11 y cerró a las 18 con entrada libre y gratuita.
Una tarde agobiante y un viento poco favorable el sábado, pero esto se revirtió el domingo. Nada impidió que el público acudiera masivamente a la cita. El óvalo del hipódromo se llenó. Padres, hijos y abuelos cayeron con sus barriletes en mano y también con sillas y mates, dispuestos al pic nic. «Este es el único juguete que obliga a mirar al cielo y une generaciones», se escuchó desde el palco oficial donde se anunció cada actividad.
La familia Tron, de barrio Ludueña, llegó con su ejemplar fatto in casa con forma de estrella y con los colores de Rosario Central. En cambio, Sol Nerea, de 8 años, lo compró en el festival (le costó dos pesos y tenía la imagen de Pokèmon) y lo remontó con ayuda de su abuela.
No faltaron los rojinegros. Uno remontaba vuelo en manos de Mónica Aguilar, de barrio Parque, que les demostró una destreza inusitada a sus dos hijas y sobrinos. Hubo también algunos muy rústicos armados apenas con cañas, nylon y cinta adhesiva o decorados con las figus del Hombre Araña y los Power Ranger.
Escuela, combates y premios
El predio del festival presenta distintas propuestas: área de exhibiciones de vuelos no convencionales (cometas profesionales que se despliegan acrobáticamente al compás de la música), escuela de vuelo (para los que no saben remontarlos o quieren mejorar la técnica) y sector de combate (se elevan los rokaku -ejemplares hexagonales de origen chino- con la idea de quitarle viento o cortarle el hilo al contrincante). Además hay espectáculos infantiles, una pista de autitos de carrera, un stand de aeromodelismo y ajedrez, y uno más de educación vial de la Municipalidad.
En la jornada del sábado hubo números de lujo que la gente aplaudió especialmente. Un descenso de cuatro paracaidistas del aeroclub de Casilda que volaron sosteniendo banderas de 10 metros de ancho y se elevó un globo aerostático con canasta a unos 50 metros de alto.
También hubo premios. Al que voló más alto, al más novedoso, al más colorido. Sólo por inscribir un barrilete artesanal hubo biromes, remeras, anteojos y pases libres a juegos, de regalo.
La organización del encuentro estuvo a cargo de la Secretaría de Cultura municipal y de la empresa Mundo Hobby, una cueva de los fanáticos de los juguetes más tradicionales y a la vez profesionales. Ariel Carnevalli, uno de los titulares de la firma, reveló que en Rosario hay unos 500 fans del barrilete, y de todas las edades. Y que la ciudad ya se afianzó como un punto de encuentro de esta pasión. En esta edición vinieron expertos de Buenos Aires, La Plata, Salta, Corrientes y distintas localidades de la provincia.
Fuente: diario La Capital, adaptado.