Japón enciende las alarmas al avanzar en la reactivación de su gigante nuclear: es la mayor central del mundo y el respaldo a nivel local ya se ha conseguido
Japón enciende las alarmas al avanzar en la reactivación de su gigante nuclear: es la mayor central del mundo y el respaldo a nivel local ya se ha conseguido
La reactivación de una de las instalaciones energéticas más importantes del planeta avanza en Japón tras un nuevo paso clave a nivel local
La decisión política que Japón llevaba años evitando acaba de tomar forma: la provincia de Niigata ha dado un respaldo inicial para reactivar la mayor central nuclear del mundo por capacidad instalada. El movimiento, que aún debe superar la aprobación final del regulador nacional, marca un giro significativo para un país que desde 2011 vive dividido entre la necesidad energética y el recuerdo de su mayor desastre nuclear.
Un respaldo local que cambia el tablero energético japonés

La luz verde llegó de la mano del gobernador de Niigata, Hideyo Hanazumi, quien anunció que “aprobaría” la reanudación de operaciones de la central, un gesto que abre una puerta que ha permanecido cerrada durante más de una década. Aunque no es la autorización definitiva, su postura era considerada el escollo político más relevante a nivel regional.
El siguiente paso recae en la Asamblea prefectural, que debatirá la decisión en la sesión prevista para diciembre. Si el órgano legislativo respalda formalmente al gobernador, se completará el requisito del consentimiento local, un elemento indispensable antes de que el regulador nuclear japonés pueda culminar su evaluación final.
La instalación protagonista de este debate no es una cualquiera: la central de Kashiwazaki-Kariwa, gestionada por TEPCO, se considera la mayor del mundo en términos de capacidad. Durante años fue uno de los pilares de la generación eléctrica del país, hasta que Japón detuvo todos sus reactores tras el peor accidente nuclear que ha sufrido en su historia reciente.
Del apagón tras Fukushima al largo camino hacia la reactivación

El nombre de Fukushima Daiichi marcó un antes y un después en la política energética japonesa. Tras el terremoto y el devastador tsunami de 2011, la industria nuclear quedó prácticamente congelada. Los siete reactores de Kashiwazaki-Kariwa, como los del resto del país, fueron apagados y sometidos a estrictas revisiones de seguridad.
Las unidades 6 y 7 lograron superar los requisitos para reactivarse ya en 2017. Sin embargo, un problema inesperado frenó su avance: deficiencias en los sistemas contra intrusiones y ataques terroristas, un aspecto que no puede permitirse ninguna instalación de este tamaño. Por ello, el regulador ordenó mantener la planta inoperativa hasta que TEPCO solventara los fallos.
No fue hasta diciembre de 2023 cuando la compañía obtuvo la aprobación de las mejoras implementadas. Desde entonces, la operadora ha avanzado en los trámites administrativos, revisiones técnicas y procesos internos para preparar el reinicio. El visto bueno del gobernador representa, por tanto, un paso decisivo en un expediente que llevaba años encallado.
Un símbolo de ambición energética en un país obligado a redefinirse
La posible reactivación de Kashiwazaki-Kariwa se enmarca en un contexto global de tensión energética y creciente dependencia de combustibles fósiles. Japón, que importa la mayor parte de la energía que consume, busca equilibrar seguridad energética, competitividad y compromisos ambientales.
Reactivar la mayor central nuclear del planeta enviaría un mensaje claro: el país está dispuesto a recuperar parte del protagonismo de la energía nuclear en su estrategia de futuro. Pero también reabre un debate nacional aún muy vivo sobre riesgos, resiliencia y memoria histórica.
El desenlace dependerá ahora del regulador y de la respuesta política en la prefectura de Niigata. Si todo avanza según el calendario previsto, Kashiwazaki-Kariwa podría acercarse a su primera reactivación en más de una década.
[Fuente: DW]
Nota original en: GIZMODO




