
La inteligencia artificial se ha convertido en la aliada perfecta de los ciberdelincuentes. Ahora, los fraudes digitales son más realistas, personalizados y difíciles de detectar.
Desde ofertas laborales falsas hasta supuestas recuperaciones de dinero, una ola de estafas automatizadas amenaza la seguridad de millones de usuarios en todo el mundo.
La revolución tecnológica que prometía hacer nuestra vida más fácil también está potenciando las trampas del cibercrimen. Gracias a la inteligencia artificial, los estafadores han perfeccionado sus métodos: generan mensajes convincentes, imitan voces y crean identidades digitales imposibles de distinguir de las reales. El resultado es una nueva generación de engaños capaces de burlar incluso al usuario más precavido.
La inteligencia artificial como arma del engaño
Los ciberdelincuentes han aprendido a usar la IA con la misma precisión con la que las empresas diseñan sus estrategias digitales.
Con esta tecnología pueden automatizar tareas, personalizar mensajes y multiplicar su alcance, convirtiendo cada intento de fraude en una operación masiva.
Según el informe El estado de las estafas 2025 de la Alianza Global contra las Estafas, el 57 % de los adultos fue víctima de algún tipo de engaño en el último año, y casi una cuarta parte perdió dinero. Google también alertó en su más reciente informe de seguridad digital que la IA está impulsando una nueva ola de fraudes más convincentes, difíciles de detectar incluso para sistemas automatizados de protección.
Ofertas falsas, reseñas extorsivas y empleo inexistente
Entre las modalidades más comunes destacan las extorsiones mediante reseñas negativas. Los delincuentes amenazan a negocios o profesionales con publicar comentarios falsos que dañen su reputación, exigiendo un pago para detener la campaña.
Otra práctica en auge son las estafas de empleo online. Los criminales se hacen pasar por reclutadores o portales laborales y ofrecen puestos atractivos para captar víctimas. Luego solicitan un depósito “para el proceso de selección” o extraen información personal mediante formularios falsos.
Estos mensajes fraudulentos suelen llegar a través de correos electrónicos o chats automatizados, generados por IA, que incluyen enlaces a sitios maliciosos capaces de instalar malware o robar contraseñas. Los fraudes son tan verosímiles que, en muchos casos, las víctimas no sospechan hasta haber entregado dinero o información sensible.
Imitadores digitales y servicios falsos
Otra modalidad en crecimiento es la suplantación de plataformas populares, incluidas aquellas relacionadas con la inteligencia artificial. Los atacantes difunden anuncios que prometen acceso gratuito o “exclusivo” a herramientas de IA, pero que en realidad descargan software malicioso o suscripciones fraudulentas con costos ocultos.
También se han detectado VPN falsas que aseguran brindar privacidad y navegación segura. Una vez instaladas, estas aplicaciones roban datos, toman el control del dispositivo o interceptan información confidencial como mensajes, contraseñas y credenciales bancarias.
El atractivo de estos engaños radica en la apariencia profesional y el lenguaje técnico que utilizan, rasgos que la IA reproduce con gran realismo para generar confianza.

El nuevo fraude: falsas promesas de recuperación
Una de las tácticas más peligrosas apunta a quienes ya fueron víctimas. Los estafadores se presentan como investigadores de blockchain, abogados o funcionarios de agencias gubernamentales, ofreciendo recuperar el dinero perdido a cambio de un pago anticipado.
Una vez recibido el dinero, desaparecen sin dejar rastro. Este tipo de fraude aprovecha la desesperación de las víctimas, que confían en una segunda oportunidad para reparar su pérdida. La IA facilita la creación de perfiles y documentos falsos que respaldan la mentira con apariencia de legitimidad.
La amenaza invisible de la automatización del crimen
Durante épocas de consumo masivo, como Black Friday o Navidad, estas campañas se multiplican con descuentos imposibles, correos de “envíos urgentes” o tiendas falsas que imitan a marcas reconocidas. Cada mensaje está diseñado por algoritmos que aprenden de las emociones humanas: miedo, deseo o urgencia.
El auge de la inteligencia artificial ha creado una paradoja inquietante. La misma tecnología que promete protegernos del fraude también está siendo usada para perfeccionarlo. En un mundo donde los engaños se escriben solos y las voces falsas suenan humanas, la única defensa real sigue siendo la educación digital y la desconfianza inteligente.
[Fuente: Semana]




