Vino a Rosario para celebrar el aniversario de la entidad. Se mostró abierta al diálogo “con números y sin ideología”, marcó la cancha y ratificó que no habrá cambios en retenciones, “sobre todo si evaden Ganancias más que bancos y petroleras”. Sin anuncios, debilitó a quienes durante los últimos meses vienen apostando al diálogo
Vino a Rosario para celebrar el aniversario de la entidad. Se mostró abierta al diálogo “con números y sin ideología”, marcó la cancha y ratificó que no habrá cambios en retenciones, “sobre todo si evaden Ganancias más que bancos y petroleras”. Sin anuncios, debilitó a quienes durante los últimos meses vienen apostando al diálogo.
Fuente: Punto Biz, Autor: Fernando Avilés / Mariano Galíndez
El presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, Cristián Amuchástegui, se enteró ayer cerca de las 5 de la tarde que el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, no venía a Rosario con la comitiva presidencial al acto aniversario de la entidad que preside. Era el dato que le faltaba para tener la certeza de que la presidenta Cristina Fernández no traía ningún anuncio para el sector.
Hace días que descontaba que la jefa de Estado no venía con cambios en las retenciones como se especuló el mes pasado, pero se jugaba unas fichas a dos temas ya conversados como el Plan Ferroviario Circunvalar y la conversión en autovía de la A012. Éstas eran señales que la Bolsa esperaba para poder mostrar a los núcleos menos dialoguistas que da frutos la difícil tarea de recomponer relaciones campo-gobierno, estrategia que se viene llevando a cabo con el ministro de Agricultura, Julían Domínguez, como interlocutor del lado oficial.
Pero no había tiempo para cambios. El discurso del presidente ya estaba escrito y, en sintonía con los puentes que se buscaban tender, no era muy crítico. Sí pedía por la liberación de exportaciones, obras de infraestructura, eliminación del impuesto al cheque y temas puntuales de los mercados de valores (nueva ley de warrants) y futuros (quita de trabas para ingreso de inversiones del exterior).
Pero en el tema de las retenciones, el más caliente de la agenda agropecuaria, si bien se pedía por la “eliminación gradual y sin desfinanciar al Estado de impuestos distorsivos”, ni se las llamó con nombre y apellido. Todo fue, como lo dijo la propia presidenta, “muy elegante”.
Ya en el acto, con la sorpresiva apertura del evento con un show musical de Soledad (que sirvió para generar clima de celebración), hubo aplausos de pie de los asistentes al ingreso de la jefa de Estado y hasta la prensa especializada coincidía en que era poco probable que no haya anuncios, porque Cristina venía a coronar la política de acercamientos que se viene tejiendo por fuera de la Mesa de Enlace, que –paralelamente- no envió dirigentes de peso al aniversario.
En este marco, el discurso de la presidenta tomó por sorpresa a todos. Si bien dejó abierto el canal de diálogo cuando admitió que las entidades sectoriales tienen que hacer reclamos sectoriales, apostó a la búsqueda del consenso y no estuvo agresiva con el agro, como en los tiempos de la 125, pero marcó la cancha muy fuerte. Señaló que no se tocarán retenciones, porque es parte central de la política económica y hasta le pasó factura al campo, de visitante y en la Bolsa, por su alta evasión fiscal.
El discurso
“Hablemos de números, sin ideología”, dijo la presidenta y largó un discurso de casi 50 minutos en el que no hubo anuncios, pero sí defendió a ultranza el plan económico recordando que el bicentenario se celebra en medio del “período más extenso” de crecimiento alto en la historia argentina.
En el mismo tono recordó que los precios de los granos están por la nubes, que el Estado otorga millonarios subsidios para que las empresas tengan gasoil y otros insumos energéticos a los precios más baratos de Sudamérica, que el gobierno también financia obras públicas claves (como la extensión de la hidrovía sin peaje al norte de Santa Fe), que la recuperación actual se debe a que el Estado intervino el año pasado para amortiguar el impacto de la crisis financiera y que juega fuerte para sostener el tipo de cambio, acumular reservas y pagar la deuda.
También resaltó que el sector público está y estará presente para ayudar con subsidios a los empresarios del agro cada vez que lo necesiten. Puso el ejemplo de los lecheros, a los que, subrayó, aportó $500 M el año pasado.
En lo que hace a retenciones a la exportación, dejó en claro que son parte del modelo porque forman parte del “dólar diferencial” que permite ayudar a los sectores menos competitivos, inclusive de la agroindustria. Agregó que el agro no es el único rubro que paga derechos de exportación. "La industria, el petróleo y los bancos también los pagan", acicateó.
El problema, dijo, es que mientras los bancos pagan $ 5.000 M en impuesto a las ganancias, el agro, que factura $147.000 M por año, paga $2.200 M de Ganancias. Por retenciones, en cambio, pone $17.500 M. “No nos queda otra que ir a buscarlos a la Aduana”, describió.
"El problema no está en el esquema fiscal sino en el pago”, apuró y, frente las risas nerviosas que se escucharon en la platea, remató: “Se ríen porque saben de qué hablo, pero ojo, en Estados Unidos la gente va presa por estas cosas”.
“Como ustedes son personas de números les voy a hablar con números” se anticipó la presidenta. Luego a su estilo y con cifras precisas detalló la facturación por el sector alimentos sin la producción de granos: carnes, hortalizas, lácteos, molinería, “muchos de los sectores que hoy están aquí”, resumió.
La Argentina facturó en ventas por las declaraciones juradas, “uno supone que es todo lo que se vendió, que no hay nada en negro”, dijo Cristina. Según la primera mandataria la facturación del sector en 2009 en blanco, totalizó casi $148.000 M. ¿Cuánto pagó por impuesto a las Ganancias el mismo sector?, se preguntó: “$2.200 únicamente” respondió la presidenta.
Luego explicó que el mismo sector tributó por derechos de exportación $17.000 M. Al desagregarse la facturación total entre mercado interno y externo, Cristina aseguró que la exportación declaró ventas por $77.000 M. Sobre esa sóla facturación se pagó ganancias por $1.900 M.
Pero sobre los 67.000 M que el mismo sector alimentos facturó al mercado interno, sólamente se pagaron ganancias por un total $2200 M. “Esta es la explicación lisa y llana del problema que tenemos, no en el esquema tributario sino en el pago de la cadena del IVA y Ganancias en la cadena comercial", remató.
En este sentido, la presidenta generalizó la conducta de evasión a todos los sectores de la economía, pero varias veces volvió al sector de los alimentos para remarcar que era uno de los de mayor informalidad, cuando lo comparó con el sector energético y el financiero.
La facturación en el primero de esos sectores contra el de alimentos fue de unos $75.000 M , con pagos por Ganancias en torno a los $5.000 M; para los bancos la facturación rondó los $8.000 M, en tanto que el aporte en concepto de Ganancias rondó los $4.000 M, precisó la presidenta.
“Hay evidentemente una gran evasión”, concluyó Cristina, y remarcó la necesidad de mantener los derechos de exportación, "que son altamente redistributivos” y que tienen en la Aduana la única salida. “Por eso se pueden controlar”, admitió.