
Nació de una pizza a medio comer y terminó convirtiéndose en un fenómeno cultural global.
Pac-Man no solo marcó un antes y un después en la historia de los videojuegos, también inspiró a la ciencia, desafió estereotipos de género y sigue reinventándose sin perder su esencia después de 45 años.
Pocos videojuegos han logrado lo que Pac-Man: trascender su tiempo y su tecnología para convertirse en icono cultural y científico. Creado en Japón a finales de los 70, este círculo amarillo devorador de píldoras y perseguido por fantasmas revolucionó la forma de jugar. Hoy, tras más de cuatro décadas, sigue inspirando nuevas versiones, estudios científicos y una nostalgia que conecta a generaciones enteras. Su historia es tan sorprendente como adictiva.
El nacimiento de una leyenda
Todo comenzó con una pizza incompleta. Toru Iwatani, diseñador japonés, vio en aquel plato la silueta de una boca abierta y supo que tenía ante sí a su próximo protagonista. Así nació Pac-Man, un personaje que sintetizaba en un solo gesto la esencia del juego: comer.
Bajo el nombre original de Puck-Man en Japón, la máquina recreativa se convirtió rápidamente en un fenómeno global. Su sencillez visual y su jugabilidad intuitiva lo hicieron accesible a públicos que hasta entonces habían permanecido al margen del mundo gamer, especialmente las mujeres.

La fórmula del éxito
El objetivo era simple: recorrer un laberinto, devorar píldoras y escapar de los fantasmas Blinky, Pinky, Inky y Clyde. Esa aparente simplicidad escondía una estrategia profunda: patrones que los jugadores aprendían de memoria para perfeccionar sus movimientos y competir en torneos.
El secreto de su éxito radicó en que Pac-Man fue el primer juego que dio verdadera personalidad a sus enemigos. Cada fantasma tenía un estilo de persecución distinto, lo que convirtió la experiencia en un reto constante y casi infinito.
Más allá del entretenimiento
Pac-Man trascendió los salones recreativos y entró en la ciencia. Estudios neurológicos lo han utilizado para comprender cómo reaccionan humanos y animales ante la presión de la persecución. Investigaciones con chimpancés y monos macacos revelaron capacidades estratégicas insospechadas gracias al análisis de sus decisiones dentro del juego.
Además, el concepto de “cognición corporizada” se vio reflejado en la conexión entre jugador y personaje: Pac-Man no era una nave o un objeto, era un ser vivo, vulnerable y expresivo, capaz de transmitir dolor al ser atrapado.
Un icono inmortal
Con más de 14.000 millones de dólares generados y presencia en consolas, películas y cultura pop, Pac-Man sigue reinventándose. El reciente Laberinto de Sombras moderniza el clásico con tintes de ciencia ficción, pero conserva la esencia que lo hizo eterno: un héroe sencillo enfrentándose a sus fantasmas.
Hoy, 45 años después, Pac-Man es mucho más que un videojuego: es símbolo de nostalgia, innovación y un recordatorio de que la simplicidad puede ser la clave del éxito.
Fuente: BBC News.