
Cultivos de servicio forrajero: claves agronómicas para integrarlos en un manejo ganadero
Originalmente pensados como herramientas para brindar “servicios ecosistémicos” —como cobertura del suelo, fijación de nitrógeno y control de malezas—, los cultivos de servicio (CS) han evolucionado hacia una estrategia más compleja y rentable.
Hoy, son una pieza clave en esquemas que integran agricultura y ganadería, con beneficios productivos, económicos y ambientales, según marca un informe de la Asociación Argentina de productores en Siembra Directa (Aapresid).
Guillermo Rivetti, asesor de la Regional Del Campillo de Aapresid, trabaja desde hace más de 15 años en el sur de Córdoba, una zona donde las lluvias son escasas y la eficiencia hídrica manda.
Allí desarrolló un sistema que combina rotaciones agrícolas intensas (soja y maíz como cultivos de renta) con CS estratégicamente implantados como vicia y centeno, y una fase ganadera cuidadosamente planificada.
“En estos ambientes, el objetivo no es producir más, sino producir mejor con lo que tenemos. Es un sistema diseñado para aprovechar cada milímetro de lluvia”, afirma Rivetti.
En ese marco, los CS están activos durante el 80% del ciclo bianual, promoviendo una agricultura con suelo vivo y mínima intervención de barbechos.
Los cultivos de cobertura como recurso forrajero: el pastoreo regenerativo suma kilos y resta malezas
Durante el invierno, esos cultivos son pastoreados bajo una regla estricta: los animales solo consumen el 50% de la biomasa. “Si pelamos el suelo, el año siguiente lo pagamos con erosión y menor acumulación de agua”, advierte Rivetti. El resultado: entre 90 y 110 kilos de carne por hectárea, sin afectar los rindes agrícolas.
CULTIVOS DE SERVICIO CON DOBLE PROPÓSITO
En el sudeste de Buenos Aires, Matías Duval, reconocido técnico de la Regional Bahía Blanca, trabaja en contextos limitados por el agua, pero con una dirección clara: potenciar los CS de doble propósito.
“Ensayamos mezclas de vicia con centeno, avena y triticale. La idea es lograr una siembra temprana, pero muchas veces nos frena la falta de humedad inicial”, explica el especialista.
Si el pastoreo no se maneja bien, los efectos negativos aparecen rápido: pérdidas de cobertura y hasta 400 kg/ha menos en maíz, según sus ensayos.
A pesar de las dificultades, los beneficios agronómicos empujan la adopción: mejor control de malezas, estructura del suelo y, en algunos casos, reducción de aplicaciones químicas. “El foco está en ajustar fechas, elegir bien las especies y planificar el pastoreo”, señala Duval.
Asimismo, en zonas agrícolas más estables, como el sudeste bonaerense, los CS también ganan terreno. Segundo Garciarena, productor de la Regional 25 de Mayo, incorporó intersiembras de centeno y vicia como parte estructural de su planteo. “Queríamos mantener el suelo vivo la mayor parte del año”, explica.
En su esquema, los CS se implantan a voleo —con avión o máquinas terrestres— sobre cultivos aún en pie. La clave está en aprovechar las lluvias tempranas de otoño para una buena implantación. Además, fertiliza el centeno como un cultivo más, buscando alta biomasa, buena cobertura y control eficaz de malezas.
El pastoreo también forma parte del sistema: los animales ingresan después de la cosecha de maíz, en junio, y permanecen hasta fines de agosto, bajo manejo rotativo cada dos días. El objetivo es siempre el mismo: mantener el equilibrio entre productividad agrícola y animal, sin sacrificar salud del suelo ni rindes futuros.
Podcast Cultivando servicios | Cultivos de Servicios estivales
¿Por qué surge la necesidad de empezar a experimentar otras fechas de siembra y especies de CS? El Ing. Agr. Esteban Jauregui nos comparte su experiencia en la zona de Bandera sobre manejo y adaptación de… pic.twitter.com/2miQjugPy2
— Aapresid (@aapresid) July 11, 2025
UN CAMBIO DE PARADIGMA
En diferentes regiones y bajo contextos variables, el mensaje se repite: los cultivos de servicio ya no son solo una herramienta de conservación, sino una apuesta estratégica que combina rentabilidad, sustentabilidad y eficiencia.
Su integración con la ganadería permite diversificar ingresos, mejorar los suelos y optimizar recursos, algo tan acotado y limitado en muchas regiones de Argentina.
Como resume Rivetti, “esto no es una tecnología, es un proceso. Requiere cabeza, compromiso del equipo y agronomía de precisión”.
Con información de INFOCAMPO
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