
Los Amigos del Río Attawapiskat: Pueblos Indígenas de Ontario en guardia por una ley contra sus territorios
Por IWGIA. Pressenza.com. Medio Ambiente
En una única acción legislativa, el Proyecto de Ley 5 plantea alterar deliberadamente numerosas leyes o eliminarlas por completo con el fin de promover la minería. Esta propuesta amenaza la taiga y el pantanal en donde conviven numerosos Pueblos Indígenas. Guiados por la Ley Natural, las comunidades Oji-cree, Ojibway y Omushkegowuk prometen cuidar el agua que les da la vida y resistir a la codicia que envenena sus ríos, perjudica a sus hijos y destroza sus comunidades.
Por Michel Koostachin, Kerrie Blaise*/ Debates indígenas
En abril de 2025, el gobierno de Ontario presentó el Proyecto de Ley 5, oficialmente titulado “Ley para proteger Ontario al desatar nuestra economía”. Esta iniciativa prioriza los intereses económicos sobre la protección ambiental y los derechos humanos fundamentales. Su objetivo es impulsar el crecimiento económico y facilitar la extracción de minerales críticos en el norte de Ontario, particularmente en una región llamada el “Círculo de Fuego”: una vasta extensión de aproximadamente 5.000 kilómetros cuadrados donde se han registrado decenas de miles de concesiones mineras sin el consentimiento de los Pueblos Indígenas.
La nueva legislación propone la creación de “Zonas Económicas Especiales”, en donde las leyes provinciales sobre protección ambiental, normas de salud, protocolos de seguridad y respuesta a emergencias dejarían de aplicarse. En el norte de Ontario, los Pueblos Indígenas del territorio del Tratado 9 consideramos que el Proyecto de Ley 5 representa algo mucho más malicioso: un asalto directo a nuestros derechos, a nuestros ecosistemas y a nuestras responsabilidades bajo la Ley Natural. Esta medida ha sido duramente criticada por grupos indígenas de base, expertos legales y organizaciones medioambientales, y ha impulsado los esfuerzos de organización comunitaria en el norte de Ontario.En este contexto, Los Amigos del Río Attawapiskat somos un grupo indígena de base dedicado a proteger la salud de las aguas, las personas y las comunidades que viven río abajo del Círculo de Fuego. Somos miembros de comunidades de Attawapiskat, Peawanuck, Kashechewan, Fort Albany, Neskantaga y Moose Factory, en el territorio del Tratado 9. Juntos, tenemos la responsabilidad de proteger nuestras tierras de la explotación y la degradación. Esto significa salvaguardar la integridad de la taiga (bosque boreal) y el muskeg (pantano) de las tierras bajas de la Bahía de Hudson-James Bay, ecosistemas fundamentales para la mitigación del cambio climático y la salud de las futuras generaciones.
La Ley Natural: una responsabilidad sagrada
Los Amigos del Río Attawapiskat somos los ancestros de los Jefes que firmaron el Tratado 9 con la Corona para compartir pacíficamente las tierras. Los pueblos Oji-Cree, Ojibway y Omushkegowuk hemos vivido en armonía con estas tierras que el Creador nos dio desde tiempos inmemoriales. Somos el Pueblo del Agua. El agua nos da la vida, y nosotros cuidamos del agua a cambio. Este es nuestro deber ante el Creador. Nuestros modos de vida tradicionales no implican la codicia o la violencia hacia estas tierras, sino el amor, la armonía y un compromiso constante entre nosotros.
Una profunda adhesión a la Ley Natural está en el centro de la resistencia de nuestras comunidades. La Ley Natural se refiere al Creador: todo lo que vemos, sentimos y percibimos espiritualmente. El sol que siempre sale por el este y el aire que respiramos son expresiones de la Ley Natural. Este entendimiento abarca las cuatro direcciones, la interconexión entre mente y cuerpo, y la sacralidad de la Madre Tierra.
Esta cosmovisión dicta un profundo respeto por toda la Creación. Cuando cazamos, cumplimos con tradiciones como ofrecer tabaco. Vemos a los animales como compañeros, por lo que debemos respetarlos. La Ley Natural nos recuerda que no poseemos nada; todo lo tomamos prestado. Estas enseñanzas moldean nuestra percepción de la tierra, el agua y nuestro rol en su protección.
Este entendimiento sagrado alimenta nuestra inquietud por la destrucción que se propone el hombre en nombre de la extracción de minerales críticos. El Proyecto de Ley 5 viola la Ley Natural. Viola nuestras responsabilidades hacia la tierra y hacia las generaciones futuras.

Río Attawapiskat. Captura de video de «We are the river», youtube.
Vacíos legales y consecuencias ambientales
En una única acción legislativa, el Proyecto de Ley 5 altera deliberadamente numerosas leyes o las elimina por completo. Dentro de la Zona Económica Especial propuesta, ninguna ley provincial se aplicaría. Esto incluye cientos de reglamentos referentes al trabajo, la salud y la seguridad, los derechos de los trabajadores, las normas laborales, la respuesta ante emergencias, la protección ambiental, el bienestar animal y la gestión del agua.
Este vacío legislativo suscita muchas inquietudes sobre la transparencia y responsabilidad del gobierno, y sobre cómo se respetarán (si es que lo hacen) los derechos de los Pueblos Indígenas de la región. Sin leyes aplicables, no existirían mecanismos claros para monitorear las actividades, proteger la salud pública o garantizar la seguridad ambiental. A su vez, no hay ninguna disposición para la colaboración con las Primeras Naciones, ni para una supervisión equitativa o la toma de decisiones compartida.
El gobierno de Ontario está utilizando las tensiones globales en torno a las cadenas de suministro para justificar el avance de intereses privados. El Proyecto de Ley 5 encarna una avaricia que destruirá nuestro futuro y el de quienes aún no han nacido. Los permisos emitidos por los ministerios pasarán por alto los derechos indígenas y del Tratado, eludiendo cualquier consulta con la gente de base o con los líderes electos. Hasta la fecha, el gobierno nunca ha buscado nuestro Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) y esto no cambiará si el Proyecto de Ley 5 entra en vigor. Esta situación pone en riesgo no solo a nuestras comunidades, sino también a nuestros parientes, como el esturión (Acipenseridae) y el caribú (Rangifer Tarandus), cuyas poblaciones ya están en declive.
El desarrollo propuesto para el Círculo de Fuego se encuentra río arriba de muchas de nuestras comunidades, aproximadamente a 160 kilómetros. Alterar el muskeg (pantanal) afectará mucho más que el área inmediata. Los ríos Attawapiskat, Kapiskau, Ekwan, Opinnagau, Albany y Winisk nos dan acceso a nuestros territorios tradicionales sagrados donde recolectamos alimentos y medicinas. Estas aguas fluyen hacia el norte hasta la Bahía de James. Las antiguas turberas de esta región continúan sirviendo como importantes sumideros de carbono y han ayudado a enfriar el planeta por milenios. Aquí, el agua viaja subterráneamente (en ríos y arroyos) y a través del aire por medio de la lluvia. Si se desarrolla el Círculo de Fuego, las múltiples toxinas de la minería se dispersarán por nuestras vías fluviales y representará una amenaza grave para todos los seres vivos.

Fauna del río Attawapiskat. Captura de video de «We are the river», youtube.
Extractivismo: una historia colonial
Ya se han registrado más de 30.000 reclamaciones mineras en la región del Círculo de Fuego, todas sin consentimiento. Las Primeras Naciones hemos reiterado que el desarrollo no debe proceder sin nuestro acuerdo. En lugar de escuchar, el gobierno está eliminando las leyes mismas que exigen nuestro consentimiento. Aún recordamos lo que trajo la minería en el pasado: la mina de diamantes De Beers había prometido empleos y oportunidades, pero dejó contaminación, escasez de viviendas y declaraciones de suicidio. La provincia recibió el 14 % de las regalías, pero nuestra comunidad recibió muy poco y asumió la mayor parte del sufrimiento.
El discurso sobre la “transición justa” y los “minerales críticos” suele presentarse como una acción climática. Pero los gobiernos y la industria utilizan estos términos para impulsar el mismo modelo extractivista de siempre. Hablan de urgencia e innovación, pero sus acciones siguen un patrón conocido: pasar por alto nuestro consentimiento, ignorar nuestras leyes y explotar nuestras tierras.
Nuestros derechos fundamentales son sistemáticamente vulnerados. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas es clara: se requiere el Consentimiento Libre, Previo e Informado para cualquier desarrollo en territorios indígenas. Los tribunales canadienses lo han ratificado. El gobierno federal lo ha respaldado. Sin embargo, Ontario sigue tratando la Declaración como si fuera opcional.
Por su parte, las empresas mineras suelen aliarse con actores políticos para acelerar los permisos. Una vez que se identifican los yacimientos, evitan los procesos formales de consulta y se dirigen directamente a las Primeras Naciones, generando división. A algunos miembros se les hacen promesas, mientras que otros son excluidos. Esta táctica erosiona la confianza, debilita la unidad y silencia la disidencia.
Las consultoras de las empresas habitualmente pasan por alto a las bases. Hablan con jefes, pero no con las familias; con directorios, pero no con jóvenes; con representantes urbanos, pero no con quienes cuidan la tierra. La consulta se reduce a un trámite burocrático. Las relaciones y responsabilidades se sacrifican por la rapidez y el lucro. El éxito se mide en ganancias trimestrales, no en ríos limpios ni en bosques vivos. Ignoran la Ley Natural, que enseña reciprocidad, humildad y cuidado. Cuando se descartan nuestras enseñanzas, también se pone en riesgo nuestra supervivencia.

Río Attawapiskat. Captura de video de «We are the river», youtube.
¿Cómo se ve una Transición Justa liderada por indígenas?
Para que una transición justa tenga sentido, debe estar liderada por los Pueblos Indígenas. Debe nacer de nuestras leyes, de nuestra relación con la tierra y el conocimiento transmitido por generaciones. No se trata solo de consultarnos, sino de darnos el poder de liderar, decidir y construir soluciones climáticas basadas en el cuidado, no en el lucro.
Este camino debe basarse en la Ley Natural y en nuestra responsabilidad con las próximas siete generaciones. Debe honrar los derechos establecidos en los Tratados y nuestras enseñanzas: ser amables, decir la verdad y compartir la tierra. Implica una rendición de cuentas relacional profunda, donde el conocimiento tradicional se comparte con respeto, guiado por sabias y sabios. Requiere tiempo: estudiar los sistemas del agua y la tierra, y comprender los impactos ecológicos, espirituales y sociales de cualquier actividad. Todo debe comenzar con una ceremonia y avanzar con consentimiento informado y colaboración.
No estamos en contra del desarrollo, pero exigimos que se respete nuestros valores y responsabilidades. Nos preguntamos: ¿cómo afectará esto al río? ¿Qué pasará con el caribú y el alce? ¿Quién beberá esta agua en siete generaciones? Estas no son preguntas hipotéticas: así honramos y protegemos los derechos indígenas y los Tratados.
Queremos que nuestras juventudes comprendan los ritmos de las estaciones, la salud de los animales, los vientos y los cambios en los cursos de agua. Queremos construir sistemas energéticos y economías que sostengan, no que agoten, a nuestras comunidades. Si hay tecnologías que nos ayuden a cuidar la tierra y satisfacer nuestras necesidades, estamos dispuestos a explorarlas. Pero las decisiones deben ser nuestras. Una Transición Justa implica más que cambiar tecnologías: es transformar valores y estructuras de poder. No se trata de extraer para nuevos mercados, sino de renovar con respeto y responsabilidad.

Río Attawapiskat. Captura de video de «We are the river», youtube.
Alzando la voz
El mes pasado, los Amigos del Río Attawapiskat publicamos una Declaración de Protección, reafirmando nuestro deber de salvaguardar las Tierras Bajas de la Bahía de Hudson-James Bay conforme a la Ley Natural. Estas tierras se encuentran entre los sumideros de carbono más importantes del mundo. Pero, más aún, son nuestro hogar, nuestro maestro y nuestra responsabilidad sagrada.
Resistimos no solo mediante peticiones, sino también con presencia. Uno de nuestros miembros dirige viajes en canoa para jóvenes por el Río Attawapiskat. Estos recorridos no son simbólicos: son expresiones vivas de los Derechos del Tratado, que conectan a los jóvenes con la tierra, la ley y la memoria. Detrás de estas acciones hay un movimiento profundo y creciente: gente de base que se une, comparte sus luchas, crea esperanza e imagina colectivamente el camino a seguir. Estos encuentros son actos de gobernanza. Afirmamos que nuestra autoridad emana de nuestras relaciones con la tierra y no del permiso colonial.
Las promesas y responsabilidades de nuestro Tratado nos vinculan: mientras brille el sol, la hierba sea verde, el agua fluya y los anishinaabe estén aquí. No es una metáfora, es una obligación. Estamos aquí para recordarle al mundo que somos la gente del agua del territorio Omushkegowuk. Dentro de nuestros lagos, arroyos, ríos y el océano, convivimos en armonía con lo acuático, lo cuadrúpedo y lo alado, siguiendo las Leyes Naturales impuestas por el Creador.
Somos protectores, no manifestantes. Hemos visto lo que ha hecho la codicia: envenenar nuestros ríos, perjudicar a nuestros hijos y destrozar nuestras comunidades. Pero la lucha contra la Ley 5 nos ha unido. Mientras el gobierno intenta dividirnos, nosotros nos unimos: entre comunidades, movimientos y territorios. Agradecemos la solidaridad de nuestros aliados. Estamos alzando la voz, reivindicando nuestras leyes, asumiendo nuestras responsabilidades y forjando un futuro basado en el conocimiento y el cuidado indígenas.
* Michel Koostachin es un orgulloso miembro cree de la Primera Nación Attawapiskat. Es fundador del grupo de base Amigos del Río Attawapiskat y cursa el último año de la licenciatura en Trabajo Social en la Universidad Ryerson. Durante más de 20 años, ha sido Skabbewsis (ayudante) en ceremonias.
Kerrie Blaise es abogada especializada en Medio Ambiente y Derechos Indígenas y es fundadora del Legal Advocates for Nature’s Defence (LAND), una organización sin fines de lucro que promueve la protección de los derechos indígenas y de la naturaleza, y amplifica las voces de la comunidad en los tribunales, ante legisladores y la opinión pública.
IWGIA
Nota original en: PRESSENZA.COM