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La propuesta de Cristina Fernández de Kirchner de elaborar un programa de gobierno entre los distintos sectores del Frente de Todos para fortalecer y garantizar el rumbo de la gestión, independientemente de quién sea el candidato a presidente que represente al espacio, intenta subsanar el problema de base que se generó durante la administración de Alberto Fernández. Las diferencias entre el jefe de Estado y la vicepresidenta se convirtieron en un factor grave de desestabilización para la economía y desdibujaron la imagen del gobierno. Para que no vuelva a ocurrir, mejor ponerse de acuerdo de antemano, plantea ahora CFK.
Un aspecto central que repitió Cristina en su discurso ante la multitud en Plaza de Mayo fue que «el crecimiento económico no quede en manos de cuatro vivos«. Para eso se requieren al menos tres elementos: generar las condiciones para un crecimiento inclusivo, dominar la inflación y aplicar políticas activas en materia de ingresos.
Lo primero, obviamente, es que haya crecimiento económico, lo cual el gobierno de Fernández logró en 2021 y 2022 después del cataclismo de la pandemia en 2020, en base a un conjunto de políticas orientadas a la producción: créditos subsidiados, control de las importaciones, acceso prioritario de la industria a las divisas, tarifas de la energía sin saltos abruptos, recuperación de la obra pública y de las empresas del Estado, fomento de sectores estratégicos y de las economías regionales, entre las más destacadas.
Haber dejado atrás el modelo de valorización financiera que caracterizó la gestión de Mauricio Macri es una de las razones por las cuales Cristina reconoce que «este gobierno es infinitamente mejor a lo que hubiera sido otro» de Juntos por el Cambio. La recuperación del sector fabril tanto en niveles de producción como de empleo -van 33 meses seguidos de creación de puestos de trabajo en las fábricas, contra 46 meses de caída en el gobierno de Macri- es un activo que no debe faltar en un nuevo programa del FdT para volver al crecimiento económico en 2024, si supera el desafío de ganar las elecciones de este año.
Inflación y Vicentin
Pero la decisión estratégica de apostar a la producción en lugar de la especulación financiera no impidió el derrumbe de los salarios. La principal razón de ese fenómeno es el aumento de la inflación y ahí es donde empiezan a hacerse evidentes las diferencias de enfoque dentro del oficialismo. Cristina reprocha debilidad del poder político ante los formadores de precios, en un contexto general de «amague y recule».
El caso Vicentin sintetiza ese comportamiento timorato del Poder Ejecutivo en su relación con el poder económico, según la visión del kirchnerismo. En el nuevo programa de gobierno que reclama la vicepresidenta, un conflicto de esas características con una empresa que le debe millones de dólares a bancos públicos y a la AFIP debería saldarse de otra manera. ¿Un presidente que no sea ella lo aceptaría? ¿Acompañarían los legisladores de la fuerza una ley de expropiación?
Cuando Fernández anunció que estaba dispuesto a hacerlo en 2020, los votos en el Congreso no alcanzaban no solo por el rechazo de la oposición, sino porque varios integrantes de las bancadas del FdT no estaban dispuestos a acompañar. El gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, se mostró reticente a expropiar la empresa radicada en la provincia. Y lo que hubiera sido la jugada más osada del Presidente, se convirtió en un caso testigo de lo contrario, con el agravante de que pidió perdón por haberlo intentado.
Retenciones
Otra controversia entre ambos espacios respecto a la cuestión inflacionaria es la que se produjo entre el entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, y quien era secretario de Comercio, Roberto Feletti, en la primera mitad de 2022. Este último pidió el aumento de las retenciones a las exportaciones de commodities alimenticias cuando estalló la guerra en Europa para desacoplar los precios internos de los internacionales. Pero el Gobierno se abstuvo de dar ese paso, por considerarlo inviable políticamente tras la grieta que quedó entre el peronismo y el sector rural luego de la resolución 125 de 2008.
Sobre este punto, Cristina admitió en el acto del 25 de mayo que el manejo político de esa crisis casi la hace ponerse «el país de sombrero». Alberto Fernández era por entonces su jefe de Gabinete y tras la derrota con la oposición y las corporaciones agrarias resultó uno de los fusibles de recambio para oxigenar al gobierno. Catorce años después, en el gobierno de Fernández, el que renunció fue Feletti.
Suma fija
La política de ingresos es otro capítulo clave de un programa económico como el que intenta establecer Cristina. Los últimos dos años dejaron claro que alcanzar un acuerdo en este punto no es nada fácil, dado que sectores dominantes en la CGT rechazan la imposición de sumas fijas por parte del Poder Ejecutivo para no interferir en las paritarias. Esa fue y sigue siendo la interpretación del Presidente.
En cambio, el kirchnerismo insiste en que es necesario apelar a ese instrumento para recomponer ingresos de manera rápida ante la fuerte suba de la inflación. Más allá de que unos y otros en el oficialismo remarcan que un objetivo prioritario de gestión debe ser que los salarios le ganen a la inflación, los caminos que defiende cada sector son claramente distintos.
FMI
En línea con el punto anterior, para desarrollar una política de ingresos más agresiva se requiere un mayor margen fiscal, que resulta bloqueado por el acuerdo con el FMI. Por ejemplo, los bonos que se pagan a jubilados para compensar las pérdidas frente a la inflación de la ley de movilidad excluyen a un tercio de los adultos mayores. Aquellos que ganan más de dos haberes mínimos quedan afuera de cualquier ayuda. En el último año y medio, 1,2 millones de personas perdieron 17 puntos de poder adquisitivo por esta situación, mientras que 1,4 millones cobraron refuerzos insuficientes para empatarle a la trepada inflacionaria.
El acuerdo que firmó el Gobierno con el Fondo fue un punto de quiebre para el kirchnerismo, y un golpe que el Presidente y Guzmán nunca terminaron de asimilar. La renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia de la bancada del oficialismo en Diputados fue la expresión más impactante. En el acto en Plaza de Mayo, Cristina volvió sobre la propuesta de encontrar una solución política para saldar esa deuda, dado que el otorgamiento del préstamo también fue político, en un acuerdo entre Donald Trump y Macri para ayudarlo a ganar las elecciones.
Este es un punto esencial del programa de gobierno que pide Cristina. La vicepresidenta no sugiere repudiar o desconocer la deuda, sino renegociar las condiciones para su cancelación.
Liderazgo
Los ejes para un programa común del Frente de Todos, en resumen, no parecen fáciles de acordar en el conjunto de la fuerza. En cambio, sí hay una mirada compartida respecto a que Cristina Kirchner es la dirigente política más importante del país y por supuesto del peronismo. Y si ella desde el poder ejerciera ese liderazgo, la gran mayoría se alinearía detrás suyo para acompañarla en las peleas que está pidiendo librar.
Un punto intermedio que el Frente de Todos se sigue debiendo es la creación de mecanismos institucionales para dirimir las diferencias internas de manera virtuosa, de modo que las tensiones no terminen por afectar la gobernabilidad. En un escenario económico tan delicado como el presente, con problemas mayúsculos a resolver -como el de la insuficiencia de divisas, agravada por ser una economía bimonetaria-, demorar esas respuestas le juega en contra al proyecto nacional y popular.