PRESSENZA · Ecología y Medio Ambiente
Cada mañana tu canto y tu saludo me alegra el despertar de un nuevo día, los quehaceres en nuestro rincón de la colmena. No nos conocemos y somos muy diferentes, pero no sé porqué, nuestras energías se atraen y cuando estoy en mi sala de mando del Nautilus, mi escritorio, tu canto se escucha a través de la ventana. Si me acerco, te vas, vuelas veloz a otro posadero de tu mundo global.
Otras veces he intentado sacarte una foto, no sé si serás el mismo o seres otro diferente, pero lo importante es ese saludo anónimo que tal vez sin ser saludo, es un canto al nuevo día, un piar en tu lenguaje que tal vez signifique otra cosa, pero que yo agradezco como un abrazo a la vida.
La soledad a veces te hace agarrarte a estos pequeños detalles que o bien te inventas o son reales, ocultos a nuestra mirada muchas veces ciega y sin sentido.
Pero ahí está, todas las mañanas, pequeño, frágil, pero potente en su voz y en su determinación.
La empatía es un don que la propia naturaleza ha otorgado a todas las especies que habitamos en nuestro planeta. Una empatía en la que en unos está más desarrollada que en otros, pero que solo hace falta encontrarla y desempolvar sus maravillosos efectos.
Si salimos al campo y nos rodeamos de árboles, pájaros, plantas, insectos, hongos…cada uno, nos da una lección de la vida que se desprende de sí mismo, mostrándonos la belleza más exquisita jamás conocida.
Vives en otro mundo, con otras miradas tal vez diferentes, pero nuestras sendas se cruzan cada mañana, cuando la luz del sol alumbra la vida y nuestros ojos se abren en un nuevo despertar al mundo, tras hibernar en nuestros lechos con sueños dorados.
Y ahí tu canto se eleva como un despertador del nuevo amanecer, con esa energía que me hace despertar y comenzar un nuevo quehacer diario en nuestra ajetreada coexistencia. Tu canto me hace temblar de emoción, de sentir a ese otro mundo ignorado que comparte con nosotros la supervivencia como especie. Eres grande, sabes cantar y volar a lo más alto. Tu superioridad me hace pequeño ante tu sabiduría.
Por ello, a ti amigo o amiga desconocida que me saluda muchas mañanas, gracias por existir, gracias por tu canto, gracias por haber elegido mi ventana como salto al trampolín de tu existencia.
Fuente: PRESSENZA.COM