Sonriente y muy locuaz. Así, durante el mediodía del 31 de agosto, se mostró la diputada provincial del PRO, Florencia Retamoso, al recorrer junto a Patricia Bullrich una calle de Almirante Brown.
Las dos están enlazadas al mismo hombre: el diputado Gerardo Milman. La primera es su esposa, y la otra, su jefa política.
Por: Ricardo Ragendorfer @Ragendorfer (Tiempo Argentino)
Pues bien, en aquel mismo momento, este sujeto tuiteó desde Pinamar: “Vine a esta ciudad hermosa que creció de manera exponencial gracias a la fuerza de Martin Yeza (el intendente macrista)”.“Patricia está furiosa con Jerry”
Ya se sabe que, 24 horas antes, Milman supo anunciar dicho viaje en la confitería Casablanca con una frase que lo marcaría para siempre: “Cuando la maten yo estoy camino a la costa”. Las dos asesoras que lo acompañaban no fueron las únicas en oírla.
Y apenas 48 horas después, Fernando Sabag Montiel gatilló dos veces sobre Cristina Fernández de Kirchner sin que las balas salieran.
Lo cierto es que esas palabras de Milman, además de deslizar su vínculo con el fallido atentado, tuvieron calamitosas consecuencias tanto en su vida privada como en su carrera política. Y por si fuera poco, también enturbiaron la angurria presidencialista de Bullrich, agravando aún más la crisis interna de Juntos por el Cambio (JxC).
Pero vayamos por partes.
Si bien “Jerry” (como sus íntimos lo llaman a Milman), aún no ha sido citado formalmente por la Justicia, se podría decir que ya fue indagado por su esposa, ante quien él se habría deshecho en explicaciones. Pero, claro, este no es un asunto de interés público.
En lo político, Milman ya ni siquiera asiste a las sesiones legislativas, habiéndose convertido para sus correligionarios en una mancha venenosa.
Sin embargo, la gota que entre estos rebalsó el vaso no fue precisamente su posible complicidad con ese magnicidio en grado de tentativa sino el hecho de haber saltado a la luz su adicción al sexo pago, junto a supuestos delitos en los que habría incurrido para solventarla: exacciones ilegales (usar recursos del Estado para usufructo propio), enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y recibir dádivas, entre otros.
“Patricia está furiosa con Jerry”, repiten desde el entorno de la jefa del PRO, como si ella recién hubiera caído en la cuenta de que su “mano derecha” es una versión desmejorada de doctor Jekyll y señor Hyde.
En realidad, su encono es hacia el larretismo, puesto que le atribuye las filtraciones al respecto. Porque sobre el lado oscuro de quien fuera su segundo en el gabinete macrista, ella no se cayó del catre.
En este punto hay que retroceder a septiembre de 2017. ¿Acaso “Pato” –que por entonces controlaba hasta el último rincón del Ministerio de Seguridad– no sabía que Milman –por razones, diríase, sentimentales– había designado en la cúspide de la Escuela de Inteligencia sobre el Delito a la ex Miss Argentina, Carolina Gómez Mónaco?
¿Acaso tampoco sabía que, siempre por obra de Milman, su hermana, Daniela, fue nombrada en la jefatura de la Dirección de Inteligencia Criminal con plena potestad sobre sus fondos reservados?
¿Acaso también ignoraba que la bella Carolina –quien hasta esa época contaba con modestos medios económicos– tuvo la fortuna de inaugurar “Luxa Estética”, dedicado a tratamientos integrales de modelación, con sede en un lujoso local ubicado en Corrientes 1135, a media cuadra del Obelisco?
En rigor, todo indica que Bullrich tenía conocimiento del fervor de Jerry por los placeres de la carne y lo toleraba en ese aspecto, máxime cuando ello era un secreto a voces en aquel ministerio, al punto de que, a sus espaldas, los empleados lo llamaban “Sarmiento”, en referencia al hábito que tenía el Gran Sanjuanino de financiar sus escapaditas prostibularias con el erario del Estado.
Recién en abril de este año, Mauricio Macri tomó cartas en la cuestión, al llegar a sus oídos el incidente callejero sucedido cuando agentes de tránsito de la Ciudad detuvieron a Luz Lanusse de Peralta Ramos, una de las “amigas” de Milman, sin cédula verde ni azul y con un registro falsificado. Y que ante tal situación, el diputado irrumpió de madrugada en la comisaría, diciendo que el auto era suyo y que la infractora, su esposa.
“Patricia, tomá distancia de Gerardo”, fueron las exactas palabras del ex presidente. Pero ella no le hizo caso. Ahora, ya con un pie en la escalerilla del avión privado que lo llevaría a Qatar, Macri reiteró la directiva en términos más tajantes: “Patricia, corré ya a Gerardo. Esto no tiene vuelta atrás”.
Desde ese instante el entorno de Bullrich viene difundiendo la versión de que ella está “enfurecida” con Milman, porque –según sus propaladores– la ex ministra “es muy cuidadosa en estas cosas”.
Cabe resaltar que, hasta ahora, JxC defendió en bloque al libertino, pero solo cuando los abogados de CFK solicitaron que se lo investigue en la causa por el atentado que ella sufrió. Tanto es así que la Mesa Nacional de JxC no tardó en emitir un encendido comunicado que, entre otras consideraciones, señala que se están haciendo “elucubraciones ridículas, como ya es costumbre por parte del kirchnerismo”. No obstante, cuando comenzaron a trascender las trapisondas erótico-financieras de Milman, el silencio macrista fue absoluto. Tan absoluto como el del propio Jerry.
Esta última es una circunstancia que los “halcones” del PRO no quieren alterar. Y empezando por Bullrich, quien es consciente de que aquel hombre sabe cosas que ella necesita mantener en secreto.