El gobernador hermes Binner y el Intendente Miguel Lifschitz presidieron este viernes 3 de abril 2009 la habilitación de una “señal urbana” plasmada en bronce sobre el asfalto cuyo diseño evoca, en esa emblemática esquina, el encuentro de ambas comunidades en estas tierras
Mediante la instalación de una obra artística realizada en bronce, en la esquina de Dorrego y San Luis, la Municipalidad de Rosario deja plasmado un homenaje a la convivencia en armonía de las comunidades árabe y judía sentadas este ese sector de la ciudad a principios de siglo pasado.
La obra, impulsada por la dirección de Diseño e Imagen Urbano y la oficina de Derechos Humanos –ambas dependientes de la secretaría de Cultura y Educación– fue desarrollada a través del concurso denominado “Un lugar en el mundo”, y quedará habilitada este viernes 3 de abril, a las 10, en un acto que será presidido por el intendente Miguel Lifschitz, junto al secretario de Cultura y Educación, Fernando Farina; funcionarios municipales y miembros de las distintas comunidades árabe y judía.
El diseño de la instalación pertenece al artista local León Carpman, y reúne en un mismo conjunto las letras bet (segunda del alfabeto hebreo) y ba (segunda del alfabeto árabe), iniciales que, en los dos idiomas, dan origen a la palabra hogar. Así la unión de ambas grafías señala e identifica simbólicamente a este sitio como el origen común del habitat de ambas comunidades en Rosario.
Realizada en bronce e incrustada en la intersección de San Luis y Dorrego, este sello busca constituirse en un recordatorio permanente del singular espíritu de convivencia de árabes y judíos, que ha prevalecido a lo largo de más de un siglo, en un homenaje que naturalmente se hace extensivo a la tradición multicultural de Rosario.
Esta obra fue seleccionada mediante un concurso que impulsó la secretaría de Cultura municipal, a principios del año 2008, mediante el cual distintos diseñadores de la ciudad presentaron sus propuestas. Fue elegida entre otras nueve, por un jurado integrado por la arquitecta Viviana Foresi, concejal del bloque socialista; el arquitecto Julio Gelman, miembro de la Asociación Israelita de Beneficencia; Fabián Rucco, representante de la comunidad árabe; Dante Taparelli, por la dirección de Diseño e Imagen Urbano, y Rubén Chababo, por la Oficina de Derechos Humanos.
En esta oportunidad, además, se presenta un documental realizado por el Centro Audiovisual Rosario (CAR), en el que quedaron plasmadas y se recuperaron distintas historias de la zona y de sus protagonistas, miembros de las colectividades.
Una esquina con historia
Alrededor de la intersección de las calles San Luis y Dorrego se originó una de las historias de convivencia más emblemáticas que haya conocido la ciudad: hacia comienzos del siglo XX allí se asentaron y construyeron sus moradas sirios, libaneses y judíos oriundos de los países árabes y de Europa oriental. En árabe y en hebreo hicieron sus plegarias; el español mal hablado fue la lengua franca en la que fueron, con el paso lento o vertiginoso de los años, celebrando su nuevo hogar en América.
En torno a esa esquina surgieron escuelas, templos, iglesias, sinagogas, comercios de ventas de alimentos al menudeo o de telas y baratijas, en una suerte de “Babel” que aún conserva discretamente su esplendor en el nombre de algunas tiendas o en el recuerdo de los más ancianos.
Más allá de los conflictos armados que llenaron de tristeza sus patrias de origen, más allá de enemistades dirimidas en los campos de batalla, árabes y judíos supieron poner primero, aquí y por encima de todo, el maravilloso valor de la convivencia, su memoria de haber sido extranjeros en esta tierra y su hermandad fortalecida en barcos, veredas y patios.
Cómo surgió el proyecto
A comienzos de 2008, el área de Imagen y Diseño Urbano de la Municipalidad, dirigida por Dante Taparelli, junto a la Oficina de Derechos Humanos, coordinada por Rubén Chababo – ambas entidades pertenecientes a la Secretaría de Cultura y Educación Municipal-, convocaron a diseñadores para concursar en el proyecto “Un lugar en el mundo”.
La idea que postuló este proyecto consistió en instalar en el cruce de ambas calles, en el centro mismo, sobre el asfalto, un diseño artístico construido en bronce que evoque el valor maravilloso de la convivencia entre las distintas comunidades asentadas allí a principios de siglo.
Parte del bronce utilizado para la construcción de ese diseño provino de las llaves donadas por comerciantes y vecinos de la zona que alguna vez ocuparon esas calles y ese barrio. Llaves pertenecientes a sus casas y sus negocios. Antiguas llaves olvidadas en cajones pero que en el pasado abrieron puertas y sirvieron para resguardar, tras ellas, lo construido, lo alzado, lo creado en esta tierra.
Bajo la modalidad de concurso abierto, se invitó a diseñadores de la ciudad a presentar propuestas para esta obra, las que fueron evaluadas por un jurado integrado por la arquitecta Viviana Foressi, concejal del bloque socialista, el arquitecto Julio Gelman, miembro de la Asociación Israelita de Beneficencia, Fabián Rucco, representante de la comunidad árabe, Dante Taparelli por la dirección de Diseño e Imagen Urbano y Rubén Chababo por la Oficina de Derechos Humanos.
La obra elegida, entre un total de nueve proyectos presentados, fue la de León Carpman. El jurado destacó en ella la singular forma de sintetizar la idea de coexistencia entre las comunidades árabe y judía.
El autor
León Carpman tiene 20 años, cursó sus estudios primarios en la Escuela J. N. Bialik y secundarios en el Instituto Politécnico Superior Gral. San Martín. Cursa Bellas Artes y Arquitectura en la Universidad Nacional de Rosario. En el año 2007 formó parte de un programa educativo de 10 meses de duración viviendo en Jerusalem, Beer Sheva y en el Kibutz Alumot; allí pudo ver de cerca la complicada realidad de la región y aprender algo sobre la cultura árabe.
FOTOS: Silvio Moriconi