Los ejércitos destacados en territorios ajenos, deben replegarse para cesar de producir efectos urticantes y acumuladores de tensión. Un nuevo orden internacional debe ser construido tomando como base los consensos y no las coacciones. Es tiempo ya de que los pueblos hagan oír su voz, buscando su derecho a tener un futuro. Para que las nuevas generaciones puedan tener un mundo y para que ese mundo sea mejor que el actual, las voces de todos deben unirse. Si la amenaza es global, deberá empezar a haber respuestas globales también. Los pueblos deberán hacerse oír por sus gobiernos, pero también se plantea ya la necesidad de formas de acción y expresión internacionales en la búsqueda de la paz. Es el momento de acciones coordinadas entre los países, para hacer frente a la gran amenaza común. Es tiempo de tomar iniciativas para cooperar en la formación de un mundo nuevo. Ha llegado el momento de lanzar una Marcha Mundial por la Paz y la No-violencia.
Por supuesto que la máxima prioridad es la retirada de todo ejército invasor y el envío de ayuda para paliar en lo posible el desastre humano que han producido las incalificables intervenciones armadas contra la población civil en toda la zona afectada. Un acuerdo entre los estados beligerantes y las autoridades locales que estaban funcionando, debería abrir un período de reasentamiento de la población y de reconstrucció n de la convivencia. Una fuerza internacional de paz, procedente de países fehacientemente neutrales, debería mantener un «corredor de seguridad» hasta que la dinámica de los acontecimientos hiciera posible una fluida interacción con los territorios vecinos. Sería posteriormente a ese período, de reconstrucció n de la sociedad civil y las relaciones vecinales, que sería posible una definición de soberanía o de integración territorial en alguna de las opciones que el ordenamiento internacional permite.
Más información sobre la crisis en el Cáucaso Sur, un mundo sin guerras y sin violencia, en: «Mundo sin guerras – Internacional» www.mundosinguerras.org