No son destacados deportistas, ni famosos de la farándula. Pocos los reconocen cuando caminan por las calles rosarinas, pero a los ojos de los ámbitos académicos y científicos del país y también del exterior, los docentes e investigadores en física de la ciudad son unos grandes. Varias calificaciones confirman esa apreciación: el doctorado que se dicta en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) goza desde hace varios años de una «A», la mejor nota por el nivel de sus profesores y sus tesis, otorgada por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau). Y el Instituto de Física Rosario (Ifir), que depende del Conicet, no se queda atrás. Es considerado como una de las mejores unidades ejecutoras de ese organismo debido al volumen y al nivel de sus publicaciones: unas 40 al año.
Y hay más. La producción de los físicos locales también se destaca en el Science Citation Index, un indicador bibliográfico en el que están registradas unas 5 mil revistas internacionales de ciencia. Allí consta que del total de las publicaciones aportadas por la UNR en los dos últimos años, el 40 por ciento pertenece a física.
No se puede dejar de mencionar que entre el 23 de septiembre y el 2 de octubre pasado se realizó en la ciudad una reunión internacional con 60 físicos de primera línea especializados en el área de la Ciencia de los Materiales Ferroeléctricos. Con estos materiales se fabrican, entre otras cosas, sensores de imágenes en el infrarrojo, de temperatura, de presión y de memoria. Allí, especialistas de Estados Unidos, Centroamérica y del país discutieron los últimos avances y el desarrollo a escala mundial de estos materiales que son investigados por los científicos locales.
Se reunió a los integrantes de la comunidad de físicos rosarinos para realizar la producción fotográfica de esta nota. Algunos no pudieron asistir por problemas de agenda, y todos deslizaron que se sienten más cómodos investigando, estudiando o dando clases que frente a la cámara. En rigor, pese a los reconocimientos científicos prefieren el bajo perfil.
Sin techo
La comunidad vernácula, que no supera a los cien integrantes, podría decirse que es de esas en las que prima el dicho «somos pocos y nos conocemos mucho». Es que los docentes de la licenciatura de Física y del doctorado de la UNR son prácticamente los mismos que investigan en el Ifir. Ambas actividades les implican exclusividad con la física y un salario promedio mensual de mil pesos, siempre que acrediten varios años de antigüedad.
Pero a pesar de ser todos parte de un mismo grupo, casi no se ven. Es que por problemas edilicios se les hace prácticamente imposible conectarse laboralmente.
«Trabajamos diseminados en distintos rincones de La Siberia, en el Observatorio Astronómico y en la Facultad de Ingeniería porque el edificio que comenzó a construir el Conicet para los investigadores locales en Esmeralda y Ocampo en el 79 está sin terminar desde el 85. Y esto no es un tema menor porque no existe una organización que pueda pensarse en forma desmembrada», apuntó Alejandro Ceccatto, director del Ifir.
A los ya en carrera se suman quienes están estudiando para llegar a ser físicos. Son 116 los alumnos que cursan hoy la licenciatura en la Facultad de Ciencias Exactas e Ingeniería (Pellegrini 250), dirigida por Adriana Foussats. Una carrera que se creó hace sólo 35 años motivada por la actividad espacial, los grandes descubrimientos en energía nuclear y la física en general. Cada año ingresan entre 20 y 30 estudiantes y se reciben unos 5, tras cinco años de carrera.
La mayoría de esos estudiantes continúa su doctorado en Rosario, un posgrado que nació en el 81, fue evaluado ya dos veces con un «excelente» y ha recibido físicos de Francia, Japón y Brasil para realizar parte de sus tesis. Está dirigido por Ricardo Migoni.
Lo que es casi ley para los físicos locales es seguir investigando en el exterior. Convenios con laboratorios de Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, España, Italia, Inglaterra y Brasil les han permitido insertarse internacionalmente. «Y a pesar de la crisis, nuestros físicos se van, pero vuelven y vuelcan aquí, en la ciudad y el país, todo lo aprendido», resalta Roberto Rivarola, especializado en física atómica.