En este mundo donde las estrategias de guerra y comercio se deciden desde una laptop y por Internet, la seguridad informática se está volviendo un tema crucial. Recientemente, un fallo judicial absolvió al X-Team, quienes habían hackeado el site de la mismísima Corte Suprema de Justicia argentina, y la polémica se instaló en todas las computadoras. Pasen y vean, un mundo donde los hackers trabajan para las empresas de seguridad que, paradójicamente, venden los softs para frenar a los hackers; un mundo donde las «cosas» no son «cosas» y donde el más fuerte, inesperadamente, puede volverse el más débil. Todo comenzó el 25 de enero de 1998, cuando se cumplía un nuevo aniversario del trágico y lamentable crimen del reportero gráfico José Luis Cabezas. Ese mismo día, el site de la Corte Suprema de Justicia (http://www.csjn.gov.ar) modificó su contenido habitual, conformado por un texto de bienvenida, una presentación de las autoridades, una visita guiada al Palacio de Justicia, links y otras informaciones del ámbito judicial como fallos, jurisprudencia, acordadas y resoluciones. En cambio, se veía la clásica (aunque también lamentablemente olvidada) foto de «No se olviden de Cabezas» (http://www.desaparecidos.org/arg/coalicion/cabe.html). Junto al emblema, se pedía el esclarecimiento del caso, firmado por un grupo de hackers autodenominado X-Team: «Yo maté a Cabezas, yo dejé que los militares asesinos anden sueltos… Yo voy a dejar que tu hijo se muera de hambre… Yo no exigí a los gobernantes ni justicia ni verdad. No fui a ninguna movilización. Sentado desde mi escritorio, culpé al Gobierno. Sólo eso. Y ahora pago las consecuencias. En mi país no hay justicia, ni libertad, ni verdad. Yo soy argentino como vos y vos sos tan responsable como yo de lo que dejamos que ocurra», era concretamente lo que se podía leer allí.
Acción y reacción
La reacción de la Corte no se hizo esperar, y al día siguiente resentó una denuncia contra los NN que fue a parar al juzgado de Gustavo Literas, luego la causa la tomó Claudio Bonadio, y finalmente llegó a las manos de Sergio Torres. Así y todo, el X-Team no se detuvo, y el 25 de marzo de 1999 atacaron el site oficial de las Fuerza Aérea Argentina (hoy ya inexistente), denunciando las atrocidades cometidas tras el golpe de Estado de 1976.
Ahora estamos en 2002, y tras un largo recorrido por distintos juzgados, el juez Torres finalmente determinó que en la Argentina no es delito sabotear (hackear) una página Web, basándose en que solamente «las personas, los animales, y las cosas están protegidos por el código penal». Las paginas Web, según el magistrado, son «elementos inmateriales». Según el diccionario de la Real Academia Española (http://www.rae.es), el termino «sabotaje» se refiere a:
«l. Daño o deterioro que en las instalaciones, productos, etc., se hace como procedimiento de lucha contra los patronos, contra el Estado o contra las fuerzas de ocupación en conflictos sociales o políticos. 2. m. Oposición u obstrucción disimulada contra proyectos, órdenes, decisiones, ideas, etc.».
¿Qué es un hacker?
Ahora bien, si entendemos el sabotaje informático como «hacking», habría que definir primero el término, y como no existe una traducción exacta, lo más conveniente es remitirnos al célebre The New Hacker´s Dictionary (http://www.tuxedo.org/~esr/jargon/) de Eric S. Raymond, algo así como la guía definitiva para saber qué es que y quién es quien. De ese modo, se podrá comprender de que estamos hablando cuando hablamos de hackers. Primero, se trata de una persona que disfruta con la exploración de los detalles de los sistemas programables y cómo aprovechar sus posibilidades; al contrario que la mayoría de los usuarios, que prefieren aprender sólo lo imprescindible. Segundo, es el que programa de forma entusiasta (incluso obsesiva). Tercero, es el que disfruta del reto intelectual de superar o rodear las limitaciones de forma creativa. Cuarto, se trata de aquel hombre malicioso que intenta descubrir información sensible husmeando por ahí. Por eso, teniendo en cuenta esto, se usan los términos «hacker de contraseñas» y «hacker de las redes».
En este ultimo punto, el correcto para definir a quienes perpetran actos con mala fe, es «cracker». Una diferencia que la misma comunidad hacker se ocupa de remarcar en cuanto manifiesto o aparición pública se le pone a tiro: un hacker es simplemente alguien capaz de manejar con gran habilidad un aparato, no necesariamente una computadora, con el fin de sacarle más partido o divertirse. Los crackers, en cambio, utilizan mal sus conocimientos, y suelen meterse en problemas por eso. Hay muchos que terminan en prisión, a pesar que la ley nunca ha sido demasiado explícita (al menos hasta ahora) sobre las acciones que informáticamente podrían considerarse ilegales.
Más allá del bien y del mal
Sin embargo, ¿cuál es la diferencia entre el bien y el mal en este caso? Para responder semejante pregunta, podríamos sumergirnos en profundos y abismales debates filosóficos que nos depositarían de lleno en la antigua Grecia. Las sociedades modernas, en cambio, le dejan ese arduo trabajo a los sistemas de Justicia. Una verdadera paradoja, ya que ese mismo sistema fue quien sufrió el sabotaje, y mas paradójico aún, quien lo consideró legal. Con el polémico fallo, introducirse en sistemas informáticos ajenos para espiar, borrar o alterar información no está penado por la ley.
«Una página Web no puede asimilarse al significado de cosa. Ello es así, en tanto y en cuanto por su naturaleza no es un objeto corpóreo ni puede ser detectado materialmente», dice una parte del fallo.
Este es el primer caso de hackeo que atiende la Justicia federal argentina. Y el principal denunciante, es nada ni nada menos que el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Julio Nazareno. Antonio Mille, abogado de Microsoft, opinó en el diario La Nación que sí se atentó contra un bien o una cosa, «que es la memoria en donde está grabado el archivo HTML, que cuando es ejecutado produce el despliegue del site o página Web. Los hackers alteraron los estados de tensión correspondientes a las celdas que soportan ese archivo, cambiando la combinación de unos y ceros que la conforman», dijo, utilizando ciertos principios o leyes físicas para confirmar la existencia «real» de una página Web en el ciberespacio, y criticar así el fallo.
La causa atravesó distintas etapas: allanamientos, detenciones, escuchas telefónicas, interrogatorios, y cientos de declaraciones para terminar dando con Julio López, alias Wences, líder del X-Team.
El 19 de enero de 2001, Interpol detuvo a López en Ezeiza, cuando regresaba de Estados Unidos, adonde había viajado por «motivos laborales». Además de arrestarlo, los oficiales secuestraron su equipaje y dos computadoras portátiles, las cuales fueron mal «clausuradas» (las fajas no cubrían los puertos de entrada), y ante ese error, el departamento de Informática Criminal de la Policía decidió detener a López 25 horas acusándolo de usar documentos falsos.
Cuando sus abogados comprobaron la veracidad de los mismos, el Juez Literas decidió investigar al jefe y subjefe de ese departamento, por posibles delitos de acción publica, y ambos fueron trasladados a otras dependencias policiales. Finalmente la Justicia declaró a López inocente. «Claro es advertir que nos encontramos con un claro vacío legal», dice una parte de la sentencia firmada por el juez Torres. Y si alguien recuerda al primer hacker célebre de la Argentina, Julio Ardita, deberá recordar también que no fue procesado por ingresar sin autorización en los sistemas de la NASA y El Pentágono, sino por haberlo hecho desde una línea de la firma Telecom con claves robadas, incurriendo así en el delito de estafa.
El X-Team sienta precedentes
El prestigioso site de noticias Wired News (www.wirednews.com) le dedicó un informe al caso del X-Team, donde reflejaba la gran preocupación de varios sectores por el fallo, el cual podría alentar a los autores de virus, ya que no es un acto punible. «Transforma a ese país en un terreno resbaloso para los que se dedican a erigir sites en la Web», dice el informe. Hay más: según Marquis Grove, de Security News (http://www.straffordpub.com/security/), es preocupante ya que «algunos de los mejores hackers del mundo provienen de Argentina y Brasil»; y como muestra, nombra al programa VBS Worm Generator, ideado por un programador argentino que se hace llamar «K» y que sirve para generar virus de manera casi automática. El soft fue utilizado por un hacker holandés para crear el gusano de correo electrónico «Anna Kournikova», todo un hito en la historia de los virus.
«Esta sentencia no cambia nada -dice en otra parte del mismo informe un programador argentino que confesó haberse dedicado en otras épocas a generar virus. Los chicos conocen la ley bastante bien. Saben perfectamente que no los van a meter en la cárcel por diseminar virus a menos que haya un incidente internacional importante de por medio que provoque incomodidad a la Argentina. En ese caso, se inicia un juicio, pero lo más probable es que nunca se llegue a una condena». José Luis Cabezas, reportero gráfico de la revista Noticias, fue secuestrado y asesinado el 25 de enero de 1997 en Pinamar. Estos hechos se produjeron tras la publicación y difusión de la primera foto captada del controvertido empresario Alfredo Yabrán, presunto autor intelectual de su asesinato, y sospechado de manejar una mafia con estrechos vínculos con el ex-presidente Carlos Menem. En 1998 Alfredo Yabrán se encontraba prófugo de la Justicia tras ser considerado el principal sospechoso, y se suicidó disparándose en la boca cuando la policía lo tenía cercado. La noticia provocó conmoción en todo el país, por sus esperadas repercusiones políticas. A cinco años de su muerte, todavía quedan muchas dudas flotando en la mente de todos. La principal sigue tan vigente como entonces: ¿Será justicia? Tal vez el X-Team la formuló en el lugar ¿equivocado? Sin embargo, parecía ser que no. Al menos así lo entienden los propios jueces.
Texto: Matías Repar & Pablo Schteingart