Ante una multitud quedó formalmente inaugurado el Encuentro y Fiesta Nacional de Colectividades edición número 21. El intendente mismo fue quien dejara inaugurada la Fiesta con un discurso breve que incluyó saludos al público y el reconocimiento a la labor de las diversas asociaciones de colectividades La fila para conocer el origen de los abuelos inmigrantes se formó antes del inicio formal y se mantuvo durante toda la noche del XXI Encuentro y Fiesta Nacional de Colectividades, que comenzó ayer con una buena concurrencia y un mayor espacio físico, que le permitió a la gente caminar mucho más cómodamente entre los 51 stands de los diferentes pueblos, etnias y culturas que tejieron la Pampa Gringa.
Apenas cruzando el Monumento, se encuentra el stand del Etur (Ente Turístico Rosario) en el que también participa Turismo de la Nación y donde tiene su puesto Rosarinos.com. Unos metros más hacia el río está la carpa de la Dirección Nacional de Migraciones, donde se informa con una computadora la fecha, el barco y el puerto en los que arribó el antepasado inmigrante, en una clara muestra del interés de los rosarinos por conocer el origen extranjero de sus antepasados, una especie de marca epocal que se traduce en el espíritu de las Colectividades.
APERTURA La gente caminaba lentamente por el renovado predio del parque a la bandera, mientras llegaba el momento de la inauguración. El bandoneonista Rubén Juárez recién subió al escenario central alrededor de las 22, una hora después del anunciado horario de las 21, y el acto inaugural con la presentación de las colectividades participantes y el espectáculo de fuegos artificiales comenzó bien pasadas las 23.
Mientras tanto…
Familias enteras con chicos, matrimonios mayores y hasta grupos de adolescentes recorrían sin cesar las amplias calles mientras elegían un puesto donde sentarse a compartir una cena, que en muchos casos se divide en pequeñas ingestas, a menudo compartidas o comunitarias, en base al bolsillo. «Una cerveza no baja de cuatro pesos», se quejaba un muchacho.
Los andaluces atraían al caminante con una enorme paellera y con su vino moro -un tinto frutado tirando a dulzón-, mientras las chicas bailaban una sevillana en su escenario. Al lado, los jóvenes navarros Alejandra y Raúl tocaban el txistu -una flauta- y un tamboril, mientras sus compañeros tentaban con la bocata de jamón -un sandwich de crudo frito con pimiento y ajo- y con el zurracapote, su vino tradicional, mezcla de vinos blancos y zumo de frutas, más un toque de tinto.
Las asturianas sorprenden por la calidez de sus trajes típicos, como Carmen y Catalina, y por la dulzura de Balbina, la cocinera española que prepara especialmente la fabada -un guiso con morcilla, chorizo colorado, jamón crudo y alubias, unos porotos enormes-, el chorizo a la sidra y los carajitos del profesor, un postre de clara de huevo y avellanas.
Los austríacos se destacan por su brochette de cerdo, cebolla y pimiento y, sobre todo, por su gran variedad de tortas.
Así, entre la pasión por conocer sus orígenes en las sepiadas y emotivas fotos del Hotel de Inmigrantes y la saludable parsimonia de un paseo más amplio, los rosarinos comenzaron a repetir anoche la buena costumbre de las Colectividades, una fiesta que han hecho suya desde hace más de dos décadas.
CURIOSIDADES
Sin botellas de vidrio
Los stands de las Colectividades tienen expresamente prohibido vender cerveza o cualquier bebida en botellas de vidrio. Por ejemplo si uno compra un litro de cerveza, en lugar de la botella de cerveza entregan un gran vaso de plástico con todo el liltro servido y vasos pequeños para ir sirviendo.
Entre especias orientales y tragos en llamas
Cada colectividad con su especialidad. Los uruguayos sorprenden con un kilo de cordero a 24 pesos y con «la ensalada y el pan de regalo» y con una parrillada completa a 10 (también con ensalada y pan), mientras un choripán vale 2,50. En tanto, los del Centro Laziale no se quedan atrás y ofrecen lechón con papas fritas a 15 pesos. El chucrut de Eslovenia (con carne de cerdo) cuesta 6 pesos, el chorizo ahumado 3, la cerveza 4 y el vaso 2,50. En el puesto de las Islas Baleares sirven el arroz mediterráneo al ajillo a 6 pesos y distintos tragos de Ibiza a 5, entre los que se destaca Ibiza en llamas, que lleva jugo de pomelo, marrasquino, vodka, azúcar y fuego. Y los sirios ofrecen el shwarma, una carne fileteada al spiedo con cebolla, tomate, ajo, vinagre de vino y especias árabes y de Jamaica, a 4,50; el café a la turca (molido impalpable y poco azúcar) a 1,50, y el bakawa, un postre de hojaldre, manteca y muchas nueces bañado en almíbar, también a 1,50.
La fiesta de Rosario. El agua amenazó
Para esta feria, la cábala «espantalluvia» funcionó Ana María de Matuc plantó huevos y clavó un cuchillo en la tierra para espantar la tormenta, y por fin lo logró.
En la cultura árabe la lluvia es un regalo divino que cae del cielo para fructificar y bendecir los campos. Como buena representante de la Sociedad Libanesa, Ana María de Matuc lo sabe. Sin embargo, la tesorera de la Asociación de Colectividades es la encargada de plantar sus cábalas cada vez que comienza la fiesta y el cielo se muestra amenazante. Para esto, no se rige por ninguna tradición ligada a su región, sino que es más bien ecléctica: siguiendo a los españoles entierra huevos en una maceta y, como es costumbre en los campos argentinos, clava un cuchillo en la tierra. «A veces funciona, otras no», comenta Matuc entre risas. Esta vez, y después de una mañana amenazante, funcionó.
Según cuenta, la primera de las recetas la escuchó de los comentarios que siguieron al casamiento de una de las infantas españolas. «Decían que para evitar la lluvia, la reina Sofía había plantado un par de huevos en una maceta del convento donde se realizó la boda. Entonces pensé que si a ellas les había funcionado, por qué no lo haría conmigo», recuerda. Y por si el método falla, apela a un muleto: siguiendo una tradición campera, clava un cuchillo en la tierra.
Aún así, tanto esfuerzo no siempre da sus frutos. Y la confianza de que el encuentro traerá lluvias ya es un mito, máxime después de que se divulgó que el fenómeno sería por una maldición gitana.
El año pasado, un aguacero de siete horas ininterrumpido hizo suspender el debut de la fiesta, y durante el 2003 se produjo en medio de los festejos un temporal que arrasó con más de una carpa y produjo todo tipo de daños. En 2002, la inauguración del encuentro se realizó entre gotas pero no se suspendió, un año antes sí el temporal obligó a estirar un día el arranque. Durante el 2000, la lluvia dijo presente el día del cierre, al igual que varias noches de las ediciones anteriores.
Por eso, más de uno desconfía de la eficiencia de estas cábalas espantatormentas. «No hay cábalas, y si las hubiera, está claro que no funcionan», dice el representante de la Asociación Japonesa, Alejandro Toguchi. Y lo mismo se escucha de boca del integrante del Centro Navarro, Antonio Tosca. «La lluvia es la invitada de honor de la fiesta, indeseable sí, pero no puede faltar. En Navarra no tenemos cábalas para ahuyentarla, sólo protestamos como vascos», admite.
En cambio, los miembros del Centro Argentino de Residentes Uruguayos sí tienen su ritual antimufa. «Tomamos mate con yerba uruguaya», confiesa Washington Maneiro. ¿Eso les da resultado? «No, para nada, pero por lo menos podemos matear con buena yerba», se sincera el charrúa.
El secreto del chucrut esloveno
«El chucrut esloveno se prepara con unos 45 días de anticipación y el repollo se envuelve con un mantel y se lo presiona», sorprendió Hugo Ferrari, del Centro Esloveno, a este diario. «Eslovenia, el tesoro verde de Europa», reza el cartel del puesto, en referencia a los bosques de pinos.
Cerveza austríaca, pero de acá
«La cerveza austríaca no la podíamos traer ni en la época del 1 a 1, imaginate ahora que los precios están en euros. Cómo será que la embajada recibe folletos con el flete a cobrar y quedan en el puerto de Buenos Aires por los costos», sorprendió anoche Gastón Buslje, del puesto de Austria, a La Capital.
Panino de porchetta y Cultura Abruzzesa
Los abruzzeses se destacan por su panino de porchetta, un sandwich de lechón relleno con especias secas como romero, clavo de olor y picantes en una secreta proporción, según cuenta Marcelo Castello. El postre sfogliatella se rellena con crema pero también se presenta una versión agiornada a las pampas, con el argentinísimo dulce de leche. También sirven el clásico lemoncello y una nueva versión, que lleva crema.
Destacable: El área dedicada a mostrar la cultura de la región italiana de Abruzzo, es mucho mayor que la dedicada a la gastronomía. Su encargada Claudia Danelutti lleva semanas preparando esta muestra impactante.
Fuentes: La Capital y Rosarinos.com