Gómez Fiori "La congoja entrelazada con la esperanza. Mi experiencia personal a pocos metros de los rescatistas"…
YO ESTUVE AHI y no podré olvidarlo.
Ya tenía programada una recorrida por temas varios en Rosario. Todo el día seguí las noticias, me conmoví, como casi todos en esta región.
Al anochecer volvía por mi camino habitual, justamente el Bv. Oroño. Al desviar y tomar calle Santiago, hice lo que venía pensando. Al llegar al nuevo devío le pedí permiso al agente para seguir y estacionar. Accedió y pude hacerlo en Santiago y Salta. Muy cerca.
Habían pasado 10 horas de la explosión y derrumbe del edificio, explosión que además inutilizó a los otros dos que conformaban un bloque de tres edificios. Ya bien organizados, centenares de efectivos cumplían sus diversas funciones.
Caminé desde calle Santiago, a paso lento. Dos cuadras observando a la gente, en la quietud de la zona cerrada al tránsito.
Caras de curiosos, caras de familiares o amigos buscando a sus familiares y amigos, celular en mano y pasando una mano por su cabeza reiteradamante.
Prensa internacional y nacional conectando cables, ajustando cámaras, en silencio. Esperando el próximo parte de prensa. Los equipos sobre los canteros, los funcionarios manteniendo libres las calles.
Con mi credencial pude llegar hasta el límite permitido justo cuando unos uniformados colocaban la última valla cerrando la calle. Esquina de Salta y Oroño. Detrás de las vallas, camiones de bomberos y ambulancias en alerta, listas para salir.
A 40 metros los rescatistas seguían removiendo escombros iluminados por grandes reflectores. Un grupo de voluntarios esperaba el permiso para entrar a la zona y llevarles algo caliente, aunque la congoja había desplazado el apetito de casi todos ahí.
Cientos de personas distintas, funciones distintas, y en el fondo una misma sensación que flotaba atravesando los corazones. La tristeza por la certeza de que habría más muertos y al mismo tiempo la esperanza de encontrar sobrevivientes bajo las lozas y paredes derrumbadas.
Una tragedia, y uno de esos escasos momentos de la vida donde emerge lo humano y los valores se acomodan con otras prioridades. Un estado donde la gente se comunica sólo con miradas, y se comprende y se acompaña. Ojalá fuera en buenos momentos también y no sólo en las desgracias…
Todos queríamos ayudar de algún modo. Hasta los que fuimos unos minutos hasta que vimos que no podíamos hacer nada y ayudamos dejando libre ese espacio.
Mis condolencias con los familiares de los fallecidos, mi abrazo a los heridos. Y ahora hay que pensar también en la solidaridad con los que han quedado sólo con lo puesto. Afortunadamente las autoridades están apurando soluciones de emergencia. Ojalá se concreten rápido.
Gabriel Gomez Fiori
Director de NUEVAREGION.COM