En cada aniversario de la desaparición física de Eva Duarte de Perón, Evita como la llamaban sus «descamisados», su figura se agiganta en la inmortalidad que el amor incondicional del pueblo argentino le profesa como a pocas personalidades del mundo de la política…
Artículo de Norma López y Roberto Sukerman:
Lejos del acartonamiento en que suele encasillarse a los próceres nacionales, Evita es el emblema permanente de una sociedad que ya no dejará avasallar sus derechos ni sus conquistas. Tal como muchos suelen expresar, es el hecho maldito para una casta insensible que nunca pudo asumir que con esa mujer -frágil de cuerpo, pero gigante de espíritu- comenzaba un camino de justicia social e igualdad de derechos, que con su imagen como bandera encabezan los reclamos los sectores más humildes del país.
EVITA: Pasan décadas y su nombre sigue conmoviendo. Ni las prohibiciones, ni los flagelos a los que sometieron su consumido cuerpo pudieron borrar de la conciencia viva de su pueblo las conquistas alcanzadas.
Como recuerdo insoslayable, valga apenas mencionar el voto femenino, que impulsó Evita con sólo 26 años, en su primer discurso político al pueblo de la Nación, un 27 de febrero de 1946. El desafío estaba lanzado y las fuerzas conservadoras comprendieron a qué comenzaban a enfrentarse. No fue sin embargo hasta las elecciones nacionales de 1951, que las mujeres pudieron ejercer su derecho a elegir a sus gobernantes, en la plena aplicación de la Ley 13.010 sancionada el 9 de septiembre de 1947.
No podemos menos que rendir un humilde homenaje a la mujer que nos dejó intactas las banderas de la igualdad de derechos y la justicia social.
En su histórica frase, cuando señalaba que “donde hay una necesidad, nace un derecho”, Eva Duarte señaló el camino. Sólo nos queda no apartarnos de él.