Lo que hoy es Argentina perteneció al virreinato del Perú hasta que en 1776 el rey Carlos III creó el Virreinato del Río de la Plata, cuyo primer virrey fue Pedro de Ceballos…
EL ARMISTICIO DE SAN LORENZO
por la Prof. Adriana Gaitán
Lo que hoy es Argentina perteneció al virreinato del Perú hasta que en 1776 el rey Carlos III creó el Virreinato del Río de la Plata, cuyo primer virrey fue Pedro de Ceballos. La capital, Buenos Aires, se convirtió en un gran puerto comercial y se incrementó notablemente la exportación de cueros, tasajo y de la plata proveniente de las minas del Potosí. El sistema de monopolio impuesto por España prohibía comerciar con otro país que no fuera la propia España. Esto encarecía notablemente los productos y complicaba la exportación.
La competencia origina la rivalidad entre Buenos Aires y el interior. Las economías regionales sufrirán una competencia ruinosa y esto será una de las causas de las primeras guerras civiles revolucionarias
Entre 1810 y 1820 se vive un clima de gran inestabilidad política. Se suceden los gobiernos (Primera Junta (1810), Junta Grande (1811), Triunviratos (1811-1814) y el Directorio (1814-1820) que no pueden consolidar su poder y deben hacer frente a la guerra contra España. En esta lucha se destacarán Manuel Belgrano, José de San Martín, llegado al país en 1812, y Martín Miguel de Güemes. Las campañas sanmartinianas terminarán, tras liberar a Chile, con el centro del poder español de Lima. El 9 de julio de 1816 un congreso de diputados de las Provincias Unidas proclamó la independencia y en 1819 dictó una constitución centralista que despertó el enojo de las provincias, celosas de su autonomía.
A partir de 1819 en el país se fueron definiendo claramente dos tendencias políticas: los federales, partidarios de las autonomías provinciales, y los unitarios, partidarios del poder central de Buenos Aires. Los movimientos federalistas encabezados por caudillos, representantes de los intereses locales y con apoyo popular, encabezaron el proceso de autonomías provinciales.
Las provincias comienzan a firmar pactos y reconocen la necesidad de una organización nacional.
Los representantes del gobierno santafesino firmaron con los del gobierno porteño los Tratados del 28 de mayo de 1816. En ellos se acordaba que Buenos Aires reconocería a Santa Fe por libre e independiente hasta que se estableciera la Constitución que debía redactar el Congreso. Santa Fe mandaría su diputado al Congreso. No se interrumpirían los caminos hacia Perú y Chile para el giro de los correos. Se aseveraba que a pesar de haberse realizado el convenio sin la intervención de Artigas como "auxiliante" de Santa Fe "dadas las apuradas circunstancias políticas", ello se había decidido así en consideración a que "los Diputados de Buenos Ayres pasaran a ajustar igualmente Tratados con dicho Jefe, una vez concluido este". Miguel del Corro, elegido por Santa Fe como diputado por la provincia ante el soberano Congreso Nacional, sería garante del cumplimiento del tratado por ambas partes. El tratado debía ser ratificado por los gobiernos firmantes. (1)
Fracasadas estas tratativas, Pueyrredón intentó, a fines de 1816 y a principios de 1817, por medios alternativos someter a Santa Fe y desligar el litoral de la influencia artiguista en Corrientes. No obstante los esfuerzos porteños, las vinculaciones de Santa Fe con la Banda Oriental continuaron. A lo largo de 1817, en una nutrida correspondencia Mariano Vera hacía referencia al envío a la Banda Oriental de armas, provisiones, pólvora e incluso dos médicos cirujanos. Una carta enviada por el gobernador de Santa Fe al de Salta, Martín Miguel de Güemes, revelaba cómo hacia fines de 1817 la balanza tendía a inclinarse a favor de los orientales:
“…El Gobierno de Bs As há tentado de nuebo incomodar al Gefe de los Orientales. Se sintio en el Entre-Rios una insurrección sin duda fomentada pr aquel, pues ha remitido auxilios de Armas y gente en favor de los Insurgtes (…)
(…) Con respecto a este Gobierno há observado el de Buens Ayrs una correspondencia amigable pero insidiosa: Para sondear sus proyectos embié un Apoderado que contratase en Buenos Ayrs mil fusiles y otros menesteres de Guerra cuia diligencia no tuvo efecto por oposición hecha por el Gobierno y aum sele expresó al comisionado qe seria una inconcequencia permitir traher Armas a Santa Fee el tiempo mismo qe se remitian auxilios contra el Gefe de los Orientales… “
La carta continuaba criticando los planes egoístas de Buenos Aires y advirtiendo que aquélla pensaba atacar primero la Banda Oriental y luego Santa Fe. Luego señalaba:
“…De este antecedente con facilidad deducirían la concequencia de qe el Oriente y el pueblo de Santa Fee tienen algun poderoso estorbo qe les impide el enlace con los demas y, nofaltos de historia, con igual facilidad conocerian este impedimto y nos harian justicia, lejos de titularns rebeldes y anarquistas …” (2)
Buenos Aires enviaba en marzo de 1818 una nueva invasión al Litoral. El general Juan Ramón Balcarce se instalaba en la frontera de Santa Fe, mientras el coronel Marcos Balcarce marchaba hacia Entre Ríos. Esta situación tan desgastante fue debilitando políticamente a Mariano Vera y dejando lugar al predominio de Estanislao López.
El 23 de julio de 1818 Estanislao López asumía la jefatura del gobierno de Santa Fe. La operación defensiva de López obligó a Balcarce a retirarse, aunque no por ello Santa Fe se libró de una nueva invasión en febrero de 1819 al mando del general Viamonte. Estas continuas acciones de desgaste obligaron finalmente a Estanislao López a aceptar un armisticio para evitar la ruina de la provincia.
El armisticio de San Lorenzo, del 12 de abril de 1819, firmado en el Refectorio del Convento San Carlos entre representantes del Brig. Estanislao López y Manuel Belgrano implicaba el retiro de las tropas porteñas del territorio de Santa Fe y Entre Ríos, la garantía de la no interrupción de las comunicaciones con el interior, y el mutuo auxilio en la persecución de malhechores.
La tradición local insiste en que aquel 12 de abril estuvieron presentes en el histórico Convento de San Carlos Belgrano y López, y que en las mismas celdas monacales que poco tiempo antes habían presenciado el temple de San Martín y sus Granaderos, ajustaron un pacto tan importante y trascendente, que tiempo después transformaríase en tratado final, mediante el cual quedaría sellada “para siempre la concordia entre pueblos hermanos”(3)
Si bien para Santa Fe este armisticio implicaba una paz necesaria y anhelada desde hacía tiempo por la provincia, para Artigas era un signo de debilidad frente a Buenos Aires.
Con este armisticio se iniciaba un nuevo ciclo de intentos pactistas promovidos por Estanislao López y que luego derivarían en el Tratado de Pilar, de Benegas del Cuadrilátero y el Federal
Estas disputas políticas desembocaron en una larga guerra civil cuyo primer episodio fue la batalla de Cepeda en febrero de 1820, cuando los caudillos federales de Santa Fe, Estanislao López, y de Entre Ríos, Francisco Ramírez, derrocaron al directorio. A partir de entonces, cada provincia se gobernará por su cuenta. La principal beneficiada por la situación será Buenos Aires, la provincia más rica, que retendrá para sí las rentas de la Aduana y los negocios del puerto.
NOTAS:
José Rafael López Rosas, El pronunciamiento federal de Santa Fe, Departamento de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad del Litoral, Santa Fe, 1968, p. 125-128.
Manuel Cervera, Historia de la ciudad y provincia de Santa Fe, Contribución a la Historia de la República Argentina (1573-1853), 2 edición, tomo II, Santa Fe de la Veracruz, 1980, p. 509.
Roberto Iván Biraghi. El País de las Batatas.Editorial Dunken, 2º edición, Bs. As .2006, pag. 200