Numerosos Obispos critican Halloween porque crece en países católicos como "otro día de disfraces"… Pero nada dicen de Santa Claus, el arbol de navidad y otras importaciones absorvidas y usufructuadas por los cristianos…
Desde algunos años esta fiesta aparece en países católicos, como España e Italia, como otro día de disfraces, para niños y adultos. Ya no deja de sorprender encontrarlos en el metro a estos disfrazados de diablos, heridos y moribundos que, sin conocer sus orígenes, más parece otro dictamen del mercado, de los que si te quedas fuera, no sigues perteneciendo al establisment…
Pressenza Madrid, 2/Noviembre/2011, por Ernesto H. De Casas
Averiguando de donde viene, sabemos que es de origen pagano irlandés, celta para más precisión; originalmente es la fiesta de Samhain que marcaba el fin del verano y la llegada del frío y lo oscuro. Se creía que esa noche regresaban los muertos – nada menos – al mundo de los vivos, así que había que hacer algo ante semejante evento, entonces, los celtas se disfrazaban y colgaban nabos, las hortalizas, en forma de calavera para ahuyentar a estos espíritus, que, sin duda, eran malignos…
En el siglo IX la Iglesia, ni lerda ni perezosa, designa ese día el 1 de Noviembre como día de todos los santos para cristianizar el rito pagano (como con tantas otras fechas ha hecho) así el termino inglés es All hallos eve (popularizado como Haloween) o sea, víspera de todos los santos. En Irlanda sigue muy enraizada la celebración con hogueras, una manzana colgada y demás. Pero es desde EEUU que se difunde a gran escala, donde los niños se disfrazan (unos 41 millones) y van de casa en casa pidiendo dulces, y lo hacen con aquello de ‘truco o trato’, además el nabo se ha reemplazado por la calabaza naranja… (sólo se disfrazan los niños). En fin, detalles más o menos, que es por los inmigrantes del país del Norte al ir llevando la costumbre a otros países, más la acción del ‘mercado’ su enorme divulgación. Que no parece disminuir. Algo que no sería mayor problema, pero ahora se disparan la alarmas de la conservadora Iglesia católica por el avance de esta celebración importada respecto a la tradición de Todos los Santos, en donde se visita a los propios fallecidos en los cementerios – aunque disminuye la tradicional llevada de flores por el aumento de las cremaciones, algo que tampoco le gusta a la Iglesia -.
Pero es en Italia, donde sin duda por la proximidad del Vaticano, donde se levantan ampollas, aquí en diversas ciudades se promueven iniciativas católicas para explicar bien el significado religioso de la fecha en cuestión y contraponerlo a las frivolidades del Jalouin… La resistencia de los prelados a las calabazas, calaveras, brujas, heridos y sangre va tomando cuerpo, pues desvirtúa la religiosidad original, ya que, afirman, el sentido cristiano es muy distinto a esta extravagancia de moda.
Los más avezados ven que esto es parte de un fenómeno más amplio, como la amplísima acogida que tiene la saga de Harry Potter; de modo que se complica para los pilares católicos donde estas novedades llegan masivamente a niños y jóvenes en su periodo de formación, donde esa fantasía unida a la vorágine comercial, hacen una mezcla perniciosa. A propósito, no les ha parecido tan mal lo de Papá Noel, o Santa Claus, legendario portador de regalos, y lo del árbol de Navidad, también de origen celta, o anterior, y que sería como ‘una fiesta del árbol’, también importados en tal caso, muy bien explotados por los directivos de marketing. En fin, que nos lleva a otro campo.
La Iglesia ve un claro ejemplo del relativismo moral en auge y que quiere combatir en sus sociedades. Este año ha sido el prelado de Turín quien ha sido el principal portavoz de esta postura, cuando al término de la misa del pasado domingo se dirigió a sus fieles y les recordó celebrar la fiesta de los difuntos con ‘la fuerte tradición y aspecto familiar del pueblo cristiano, tan contaminado desde hace años por esta celebración extranjera …’ Y continua, ‘Deseamos que padres y educadores rechacen la ilusión que esta fiesta importada de EEUU sea un carnaval alegre e inocuo que no deja trazas y que comprendan el riesgo que comporta secundar una fuente inspiradora del espiritismo y sentido de lo macabro’.
Bien ahí lo dejamos, pero la confrontación de formas (e ideologías) está servida. Pues en Roma, Venecia, Turín y otras ciudades hay actividades de grupos católicos militantes para contrarrestar el tremendo efecto del Halloween famoso, pues nadie había pensado que unos disfraces y la calabaza fuera algo tan pernicioso, por el mensaje que envían: “la noche es de los santos y no de Satanás”. Faltaría decir ‘¡Volvamos a la Edad Media!’, y estamos hechos. Queda claro, otra vez, que la mundialización es compleja y no responde a los designios de los poderes establecidos, y mucho menos a su control, ‘con k’, para mayor énfasis.