
¿Vos también tenés ansiedad?
Todos, en algún momento, sentimos ansiedad. Antes de tomar una decisión importante, al enfrentar una situación incierta o incluso sin una causa evidente. Esa sensación de alerta, inquietud o tensión forma parte de nuestra biología: es un mecanismo que ha evolucionado para ayudarnos a reaccionar frente al peligro. Pero ¿qué pasa cuando ese sistema de defensa se activa todo el tiempo?

En los últimos años, la ansiedad dejó de ser una palabra reservada al consultorio del psicólogo para convertirse en uno de los temas más mencionados en conversaciones cotidianas, redes sociales y medios de comunicación.
Y esa explosión no es casualidad, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante el primer año de la pandemia por COVID-19, los trastornos de ansiedad aumentaron un 25% a nivel global. Hoy es uno de los trastornos más comunes, y las cifras siguen creciendo, especialmente en mujeres y jóvenes.
Debemos mencionar algo clave, de por sí la ansiedad no es mala. Es un mecanismo de supervivencia que nos ha ayudado a mantenernos alerta y reaccionar rápidamente en toda nuestra historia evolutiva. Sin embargo, cuando se activa con frecuencia o intensidad, puede llegar a ser un problema.
La ansiedad no es mala, es un mecanismo de supervivencia.
El cuerpo también habla
Cuando la ansiedad se vuelve persistente o desproporcionada, puede impactar en todos los aspectos de la vida, desde lo emocional hasta lo físico. El cuerpo también reacciona: palpitaciones, tensión muscular, sudoración, dificultad para respirar, mareos o molestias digestivas son algunas de las señales físicas que puede manifestar.
A esto se suman pensamientos recurrentes, sensación de amenaza constante, insomnio o necesidad de evitar situaciones que generan temor.
En Argentina, se estima que los trastornos de ansiedad son los más frecuentes dentro del campo de la salud mental. Sin embargo, muchas personas no busca ayuda profesional, algunas por desconocimiento, poca información sobre síntomas o también imposibilidad de acceso.
Según estudios realizados con respaldo de la OMS y la Universidad de Buenos Aires, menos del 12% de quienes atraviesan un trastorno mental reciben tratamiento en el año en que lo padecen.
Quienes atraviesan un trastorno mental no reciben tratamiento en el año en que lo padecen.
Vivir en estado de alarma, con el cuerpo y la mente en tensión, puede tener consecuencias importantes. Por eso, reconocer sus señales y pedir ayuda es un paso clave para prevenir daños mayores.
Claves para abordarla
La buena noticia es que la ansiedad puede tratarse. El abordaje más efectivo suele ser la terapia, donde se trabaja con pensamientos, emociones y hábitos que sostienen el cuadro ansioso. A través de ese proceso, se busca que la persona comprenda qué le está pasando, reconozca patrones y pueda modificar conductas que afectan su bienestar.
Además, existen prácticas cotidianas que ayudan a reducir los niveles de ansiedad: actividad física de forma regular, practicar técnicas de respiración o meditación, y establecer rutinas saludables (como horarios de sueño, alimentación equilibrada y momentos de desconexión digital) son herramientas poderosas.
¿Vos también tenés ansiedad? | Vida y Salud.
Nota original: vidaysalud.com