Viajaron 17 mil kilómetros en un Volkswagen modelo 80. Que una pareja de anarquistas haya unido en auto Estados Unidos con Argentina resulta de por sí una historia atractiva. Ahora, que lo haya hecho en un automóvil modelo 80 impulsado a biodiesel transforma a la aventura sobre ruedas en un caso atípico y fascinante… «Queríamos difundir la existencia de un combustible que no contamina el ambiente, que cualquiera puede fabricar en su casa, económico y altamente efectivo», dijo a La Capital Mali Blotta. La joven, nacida en San Nicolás, y su pareja David Modersbach -norteamericano él- llegaron a Rosario para demostrar cómo la propulsión de motores a base de biodiesel se puede realizar con el aceite quemado de las papas fritas.
«Las naftas y el gasoil son el motivo de sangrientas guerras y si uno usa estos combustibles está financiando a quienes pelean por ello», dice a modo de introducción Blotta, quien vivió hasta hace unos años en Berkeley (California), junto a su hijo Emilio y a David.
La mujer lleva el anarquismo en la sangre. Su abuelo fue un referente en el país y ella tomó sus ideas como estilo de vida. Y en sus intercambios con otros grupos empezó a interiorizarse sobre las bondades del biodiesel.
Pero junto a David se propusieron divulgar en Latinoamérica las bondades de este mecanismo de energía ecológica. El 22 de marzo pasado llegaron a la Argentina por La Quiaca tras haber recorrido 17 mil kilómetros en un Volkswagen modelo 80, con motor diesel propulsado por aceite vegetal.
Se trata en realidad de una travesía digna del Guiness, ya que no existen antecedentes en viajes a bordo de un vehículo que funciona con este combustible alternativo, en un recorrido tan extenso como fascinante.
Empezaron en California, pasaron por Arizona; luego les siguieron México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Ecuador, Perú, Bolivia y finalmente la Argentina, adonde desean quedarse a vivir.
Cómo funciona
«El biodiesel es sistema alternativo a las naftas y el gasoil, combustibles que han motivado guerras sangrientas por su manejo», dijeron los aventureros a coro. Mali recordó que Rudolf Diesel inventó un motor para que funcionara a base de aceite vegetal (comestible o no), extraído de semillas, plantas y algas oleaginosas.
En la actualidad se pueden utilizar ingredientes reciclados como el aceite usado para las fritangas. Las ventajas para el medio ambiente resultan evidentes: no es tóxico, es biodegradable, no contiene sulfuros ni es inflamable.
Se obtiene mediante un proceso químico sencillo, en el que se mezclan la sustancia orgánica con un metanol y un alcaloide. El sedimento (denominado glicerol) puede ser utilizado como fertilizante natural de la tierra.
Hace tres años, la pareja de aventureros se conectó con anarquistas que enseñaban cómo transformar camiones, autobuses y autos al combustible ecológico. De la fabricación casera en el garaje pasaron a un viejo modelo 80 y partieron en noviembre a recorrer el continente.
«Cargar petróleo es cargar sangre, y los estadounidenses que usan gasolina saben que están participando de la guerra en Irak», expresó David.
«Las petroleras descubrieron que el desecho tóxico de la producción de nafta podía ser utilizado para motores diesel», apuntó Mali, para explicar el interés comercial por imponer el uso del gasoil. «Y la gente no sabe que cualquier motor diesel puede funcionar con aceite vegetal», reveló.
Ahora bien, ¿por qué no se universalizó este combustible ecológico? La pareja lo contesta: «Asociarse a las petroleras es vincularse con el diablo», aseguran, convencidos de que «las grandes empresas impiden el avance del sistema».
No importa. Ellos quieren «ir sembrando semillita por semillita» y le muestran el motor de su Volkswagen a cualquiera que se los pida. Con ingenio lograron inventar un tanque de almacenaje de aceite vegetal. «Con 80 litros se recorren mil kilómetros», dicen orgullosos.
fuente: Lucas Ameriso, diario La Capital