No habrá freno al cambio climático, no estaremos poniendo en el centro la Vida, si no hay justicia social y si no aseguramos la supervivencia de toda la humanidad.
Hoy es posible terminar YA, de un plumazo, con la pobreza en el mundo si se pone en marcha una renta básica universal e incondicional para todas las personas. Y sabemos que hay riqueza sobrada para ello.
Sobre el derecho de todo ser humano a la supervivencia y la implementación posible de una renta básica, hablamos durante el Foro Mundial por el Agua, la Tierra, el Clima y la Diversidad, organizado por la senadora argentina Andrea Blandini en el Día Mundial del Medio Ambiente.
Aquí el vídeo de la intervención
Transcripción de la presentación
Hoy, en el Día Mundial por el Medio Ambiente, en el que defendemos poner la vida en el centro de nuestros valores. Hoy no podemos obviar que no habrá freno al cambio climático y no habrá cuidado del planeta, de la casa de todos, si no hay justicia social, si no se defiende, al mismo tiempo y como prioridad, la vida y la supervivencia de las personas.
Después podemos hablar -por ejemplo- de una cobertura sanitaria universal y de calidad, de educación gratuita para toda la población, etc. Pero necesitamos asegurar –antes de nada- la supervivencia de toda la humanidad… que toda persona, por el simple y sagrado hecho de haber nacido, tenga los medios para sobrevivir (techo, comida, energía, etc).
Necesitamos que todas las personas cuenten con condiciones de vida, a la altura de la dignidad que les confiere el hecho de haber nacido humanas.
Esto que parece obvio, no lo es tanto. Y, si bien está reconocido en algunos artículos de la Declaración Universal de los DDHH, como el artículo 25.1. no ha calado en el imaginario o relato colectivo como han calado otros derechos-al menos en ciertas zonas del planeta-, como el derecho a la educación, a la sanidad, etc.
Es más, está “naturalizado” y “normalizado” que mueran millones de personas por falta de alimento, agua, y lo justificamos por la mala suerte al haber nacido en ciertos lugares, por la mala gestión de sus posibilidades individuales o colectivas, porque no quieren trabajar, etc.
¿Qué hay de fondo para que no nos escandalicemos sobremanera ante el hecho de que mueran tantos y tantos seres humanos como consecuencia de la pobreza y la precariedad? ¿Por qué este derecho no se ha desarrollado como otros?
Desde mi particular interpretación, porque toca una pieza central de este sistema en el que vivimos, depredador de la vida en general. Hablamos de que pondría en cuestión la propiedad privada y el mito -por cierto- sobre el que se apoya, y que dice “ganarás el pan con el sudor de tu frente”
Y aquí llegamos al momento actual y por qué se está reclamando una renta básica universal, por numerosos especialistas y movimientos sociales, desde distintos lugares del planeta.
Es evidente -y así se venía reclamando desde hace décadas- que se necesita dar una respuesta a la creciente robotización y mecanización del empleo, por la eliminación de puestos de trabajo remunerado que ello implica, y –por tanto- porque ya no es sostenible, porque está en cuestión la ecuación empleo=subsistencia.
Hago un inciso: necesitamos diferenciar empleo y trabajo. Empleo es un trabajo remunerado y trabajo es toda actividad, mucha de la cual –por cierto, en la mayoría de los casos, la que mantiene y desarrolla la vida- no está pagada: trabajo de cuidados (desarrollado especialmente por mujeres), trabajo voluntario y solidario, buena parte del trabajo artístico… Pero NO es el tema que nos ocupa hoy.
Esta ecuación empleo=trabajo ha quedado más rota todavía con la pandemia, cuando millones y millones de personas quieren trabajar y no pueden, lo que implica inexorablemente estar condenadas a depender de la ayuda caritativa, humanitaria -allí donde se ha podido poner en marcha-… o morir por inanición.
Es evidente que rota la ecuación empleo=subsistencia, hemos de buscar alternativas. Por cierto, alternativas que nos liberen, no que nos esclavicen más aún, como ocurre en la mayoría de los empleos.
Es entonces, cuando se levantan las voces y se empieza a reclamar una renta básica, como decíamos.
Alertamos que, en muchos casos se habla de renta básica, cuando en realidad se está hablando de ingresos o ayudas para pobres. Y esta mezcla se hace, en no pocos casos, de manera intencionada e interesada para confundir.
Cuando hablamos de renta básica –insisto- no hablamos de ayudas para pobres que, por cierto, está demostrado que finalmente cronifican la pobreza. Y que, definitivamente, son las migajas que este sistema capitalista se permite “regalar” a quienes roba de modo sistemático, descarado e inmoral. ¡Cuidado! no estamos en contra de las ayudas que están permitiendo que millones de personas puedan hoy comer, pero sabemos que es “pan para hoy y hambre para mañana”
Cuando hablamos de renta básica, hablamos de una renta básica universal, incondicional, individual, suficiente y permanente. Es decir, hablamos de una renta, de una asignación que entregaría el estado –en principio- y que sería igual para toda la población –desde el más rico al más pobre- y defendemos que sea así, que sea UNIVERSAL porque buscamos que sea reconocida como el primero de los derechos humanos, el derecho a la supervivencia del cuerpo, de la vida…
Además una renta básica es INCONDICIONAL (se le entrega a todas las personas sin que deban demostrar si tienen bienes o no, si tienen disposición a trabajar, etc.).
Es además INDIVIDUAL (se le entrega a toda persona nada más nacer, no a las familias, como suele ser habitual en el caso de ayudas para “pobres”).
Cuando hablamos de renta básica, hablamos de que ha de ser una asignación SUFICIENTE para poder subsistir en condiciones de vida dignas (que asegure techo, comida, energía… )
Y, por último, reclamamos que sea PERMANENTE, no implementada para dar respuesta a la pandemia actual, por ejemplo.
En síntesis, estamos hablando de derechos, del derecho que le ampara a todo ser humano a vivir y a vivir en condiciones de vida digna, no hablamos de caridad ni de ayudas para pobres.
Y esto, la implementación de una renta básica universal, incondicional, individual, suficiente y permanente es posible implementarla hoy y YA porque hay riqueza más que suficiente–por primera vez en la historia, como tantos economistas y especialistas han demostrado con sus estudios- para que toda la humanidad viva en condiciones de vida digna.
¿Y por qué repartir esa riqueza –que crece exponencialmente justo gracias a los avances de la robótica y la tecnología, por cierto? Porque la riqueza es de TODOS. Y esto por dos razones: porque es consecuencia de la acumulación histórica del trabajo de miles de generaciones a lo largo de la historia, y porque toda la población del planeta aporta –de un modo u otro- además. Por eso hablamos de renta, porque la riqueza que es de todos nos renta y, como consecuencia, se nos ha de devolver.
Por cierto, los humanistas reclamamos que trabajen las máquinas… el problema no es el empleo o la falta de empleo, el problema es asegurar la supervivencia.
Y el problema para asegurar esta supervivencia no es la falta de riqueza. El problema -como bien sabemos- está en la acumulación de esa riqueza en cada vez menos manos.
Una renta básica universal e incondicional no es el paradigma económico al que aspiramos los humanistas del mundo, pero sí constituye un peldaño en la redistribución de la riqueza y SÍ aseguraría eliminar la pobreza de un plumazo, YA.
Para ello, necesitamos poblaciones movilizadas que la defiendan y políticos valientes que estén dispuestos a ponerla en práctica.
Una renta básica va en la línea de una nueva concepción del ser humano, un ser humano que pueda desplegar toda su intencionalidad en un vuelo de colores sin límite… si se libera de empleos esclavizantes o de la falta de los mismos.
Una renta básica puede ayudar a abrir el camino a una sociedad, a una humanidad, en la que ningún ser humano esté por debajo de otro, en la que nos relacionemos –parafraseando al pensador Silo– “tratando a los demás como queremos ser tratados… Y, con ello, comencemos a liberarnos”