Qué pasa con la sociedad argentina en este momento, que está inmovilizada, dócil, sumisa, que parece (digo «parece») poco solidaria, sin sentido de nación, sin vocación de mejora, indiferente, miedosa? ¿Es que todo está ya hecho y solo basta esperar una elección, de la cual vendrán mágicamente las soluciones o es esta elección un espasmo más o una trampa cosmética en el camino de cambio, que hace poco los argentinos se propusieron para salir de su laberinto? ¿Será que la anomia instalada en la sociedad argentina se trasladó a ese movimiento, traduciéndose en abulia e inacción, olvidando que han pasado muchos meses y que aún no se vislumbra la construcción de un centro de poder alternativo, mientras que en el país ocurren cosas, como si ese reclamo no existiera? ¿No será que se necesita una autocrítica, o una reflexión al menos? ¿No será que quienes parecía que dirigían la queja contra la dirigencia, también merecen quejas por haberse dejado atrapar por la burocracia o el electoralismo, perdiendo de vista objetivos políticos e históricos superiores?
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