Fue realizada por Jaime Correas (hoy director periodístico de Diario UNO) y Mauricio Runno y lleva el título de "Silo contraataca".
Fue realizada por Jaime Correas (hoy director periodístico de Diario UNO) y Mauricio Runno y lleva el título de "Silo contraataca".
Fueron varios días, probablemente meses. Búsquedas, contactos, desencuentros, más contactos, más desencuentros. Hasta una confirmación. Lo entrevistamos un viernes de febrero, después de una lluvia torrencial. Silo nos atendió en su casa, entre empanadas y asado. Conversamos varias horas con alguien verdaderamente extraño, un personaje tan mendocino como árido, capaz de una sonrisa permanente. Todavía no sabemos de qué se ríe.
– ¿En qué anda actualmente?
– Estoy preparando tres trabajos distintos. Uno es una novela, ambientada dos siglos atrás, que transcurre en el Lejano Oriente. También estoy terminando un pequeño opúsculo sobre la lógica de la verdad, que quedó relegado por otros escritos y preparo una serie de fragmentos y relatos cortos que aparecerán en un nuevo libro, donde habrá muchas cositas sobre ciencia-ficción.
– ¿Usted cómo se define?
– Como una suerte de escritor. (Piensa) Sí, sí, aunque no creo que alcance la definición para totalizar a una persona. Este podría ser el aspecto más público, más comprensible, de mi actividad. Soy escritor, escribo algunas novelitas, cosas livianas.
– ¿También es un pensador?
– Creo que tengo algunos rasgos. Esta tarea es bastante menos comprensible que la del escritor. El pensador se detiene bastante en objetos culturales, físicos o de cualquier naturaleza.
– ¿Esta nueva imagen no entra en contradicción con ese personaje difuso que era Silo, del que alguna vez se dijo que era un místico, un maestro, un santón?
– La imagen es bastante diferente pero creo que las ideas desarrolladas, muy polémicas en épocas de las dictaduras militares, hoy han sido suficientemente ampliadas y siguen teniendo vigencia. La idea de no-violencia, no-discriminación, hoy casi es un tópico social. Sin embargo, en aquellas épocas, en 1969, cuando dimos nuestra primera explicación pública, yo me acuerdo de algunos periódicos de Buenos Aires con titulares que decían: “¡Que se vaya a Vietnam!, ¿qué viene a hablar de no-violencia en un país tan pacífico como Argentina?” A los tres meses comenzó el guerrillerismo, el secuestro de Aramburu, en fin, todo lo que hemos padecido en estos años.
– ¿Tiene públicos devocionales?
– No creo. En todo caso tengo públicos efusivos, con los cuales mantengo una entrañable amistad, recíproca, además.
– ¿Con quiénes tuvo problemas por su pensamiento?
– Con la Iglesia conservadora, los regímenes militares, ciertos sectores reaccionarios, hoy mal mirados. Ellos eran enemigos, se portaron con bastante ferocidad… Pero, ¿para qué hacer historia antigua?
– ¿Dónde estuvo durante….?
– (Interrumpe) Siempre estuve acá, en Mendoza. Fui 17 veces preso. No di el brazo a torcer durante el Proceso.
– ¿Todas las detenciones fueron aquí?
– No, no. En todo el país, porque el lío se desarrollaba en donde podíamos (risas). Caíamos presos en Jujuy, en el Sur, en Córdoba…
– Donde (Ramón) Camps no estaba. (más risas)
– Con Camps había algo muy preciso.
– Él dijo que usted era un personaje nocivo… (Interrumpe)
– Lo que dice es que soy el personaje más nocivo para la juventud argentina, no cualquier personaje (risas).
– ¿Qué es el movimiento?
– Diría que es una corriente de opinión, para nada una institución y, precisamente por eso, nunca habrá locales del Movimiento. El Movimiento, para existir, no necesita personería jurídica ni la reclama, ni anda detrás de los legalismos. El Movimiento tiene una existencia de hecho entre gente que converge en ciertos puntos de vista y que se pone en marcha para difundirlos.
– ¿Por qué en determinados momentos baja a la arena política y surge el Poder Joven o el Partido Humanista?
– Ésas son distintas expresiones y grupos que se forman dentro de la totalidad del Movimiento. Hay gente que actúa políticamente con mucha intensidad y que se inspira en la filosofía del Movimiento. Más: en el futuro se abrirán distintas expresiones, de acuerdo a las ocasiones y aptitudes de la gente. Lo que me parece bien. Me parece bien que se transforme toda la sociedad.
– ¿Usted no tiene nada que ver con esas agrupaciones?
– Y porque la militancia… (se interrumpe). Tengo que ver en los orígenes de eso.
– Pero siempre parece que se separa.
Claro, porque no tengo mucho que ver en esa militancia política. No soy político, no me reconozco como tal, tampoco tengo esa vocación. Si me analizara más diría que no tengo capacidad para ser político. Pero me parece bien que muchas ideas que tenemos nosotros, si nos parecen lealmente buenas, influyan sobre otros.
– ¿En qué países tienen actividad y dónde mayor influencia?
– El movimiento está en alrededor de 50 países o más. Pero hay entre 10 ó 15 donde ha inspirado la puesta en marcha de partidos, como el Humanista u organizaciones ecologistas e instituciones culturales como La Comunidad. Creo que en Chile el PH tiene buena inserción. De momento cuentan con algún diputado, embajadores, gente a nivel de subsecretaría nacional, alcaldes. Vamos a ver qué depara el futuro.
-¿Y en Africa?
– En Africa se echaron las bases del PH sobre el presidente Kaunda, de Zambia, que se cayó hace poco. El partido comenzó a tomar cuerpo dentro del mismo seno del gobierno. Se hicieron serios cuestionamientos a la política cuasi-dictatorial de Kaunda. En verdad, su situación ha sido una tragedia.
– En nuestra conversación se ha proclamado contrario al guerrillerismo. Hace años declaró que el hombre nuevo sería una síntesis de guerrillero y monje. ¿Continúa adscribiendo a ese concepto?
– Así es. Creo que en el guerrillerismo hubo mucho de mística por la creación de un nuevo orden. Hubo una cantidad de ideales muy desconectados de la realidad misma.
– ¿Y lo del hombre nuevo?
– Sí, pienso en esos términos. Sin embargo, el guerrillerismo ha sido un fracaso total y siempre lo criticamos por su metodología. Por eso ellos trataron de ponernos como corrientes desviatorias de la revolución. Nosotros decíamos: “Muchachos, lo que va a pasar acá es que, merced a la acción armada de ustedes, se van a imponer los regímenes militares. ¿Para quién están trabajando?” La cosa se sabe cómo terminó. Hubo varios picotazos con ellos, pero creo que muchos aspiraban a un profundo deseo por la transformación del mundo.
– A usted lo unen con algunos de los jefes de la guerrilla un pasado de juventud católica, de colegio religioso. ¿Cómo analiza los caminos tomados?
– Ellos siguieron siendo cristianos. (Mario) Firmenich y otros tantos, básicamente son cristianos. Yo, si bien sigo siendo una persona de intensidades religiosas, no participo de la idea cristiana. Esa apertura tiene que ver con los caminos diferentes.
– ¿A qué se refiere cuando habla del camino cristiano?
– Por ejemplo, esa ferocidad tradicional del cristianismo en donde parece que la vida humana no importara tanto, sino ciertos valores por encima de la vida. Esa idea de resignación y sufrimiento, la idea de que las cosas hay que hacerlas con sacrificio. Más: en muchos de ellos siguió predominando la moral cristiana.
– ¿Hay algo que lo enoje, que lo haga salir de sus cabales?
– Sí, la arbitrariedad manifiesta amparada por el poder, la discriminación desvergonzada me saca de las casillas. El abuso, sintetizando.
– ¿Qué diría hoy de Dios?
– Que es una realidad sin discusión. No es una realidad lógica, sino una realidad personal.
– Usted en otra época se resistía a la idea de Dios, hablaba de fuerza…
– Yo con la palabra Dios no he tenido problemas, como han tenido problemas otros con esa palabra, así como en el Medioevo le tenían miedo a la palabra diablo. Después del racionalismo se le tuvo miedo a la palabra Dios y hay mucha gente que se asusta cuando usted dice Dios.
– ¿A Dios le tiene miedo?
– No.
– ¿Y a la muerte?
– Creo que define a toda una vida. En la muerte se define toda una vida, no antes de la muerte. Se hace un cierre irreversible donde las cosas que se han hecho en ese corto período desde el nacimiento se pueden sopesar. La muerte permite sopesar la coherencia de una vida. Desde un punto de vista más personal, menos genérico, me parece que será una experiencia de gran importancia, donde todos nosotros nos daremos el gusto de emprender una aventura muy especial. Quien no sea curioso de este fenómeno no tiene gusto por la investigación.
– ¿Qué opina de ese viaje a la muerte con regreso que está tan de moda ahora, sobre todo a partir del libro de Víctor Sueiro?
– No lo veo muy serio todo eso.
– ¿Cómo es su felicidad?
– Me hacen feliz los actos que no registro como contradictorios. Para mucha gente la felicidad es sólo vivir sin tensiones y yo no creo que eso dé felicidad. Yo asocio la felicidad a estar haciendo lo que uno cree que hay que hacer. No simplemente creerlo y no hacerlo.
– ¿De qué vive?
– Hay algunos recursos todavía. Teníamos con mi mujer algunas fincas y con la crisis, chau. Lo metimos en propiedades. En algún momento tuve fábrica de aceitunas y antes dos alcoholeras.
– ¿En algún momento también se dijo que el Movimiento hacía determinadas manipulaciones económicas para quedarse con los bienes de algunas personas con más recursos?
– Si el Movimiento fuera tan rico como se supone habría que ver las campañas de difusión que haría para expandir su mensaje y demás. No, no es gente rica la del Movimiento. Además, en general, nunca ha apuntado a los estratos altos; en ocasiones podrá haber alguien que tenga más dinero que el resto. El Movimiento ha apuntado a la clase media y media baja, siempre ha apuntado a los estratos populares. No es que las capas más humildes participen del Movimiento en cuanto a orgánica, pero una cosa es la organización y otra la cantidad de gente que simpatiza y uno se encuentra mucha gente en las capas populares.
– ¿Hay una intención del Movimiento de captar gente, hay técnicas de captación?
– Hay formas más adecuadas que otras de acercarle el mensaje a una persona. Si a eso se le llama técnica de captación, okey. Hay una Carta a mis amigos, hay un libro, hay una conversación sobre temas básicos, si a eso se le llama técnicas de captación, ¿quién no hace técnicas de captación? Cualquiera que tenga algo que decir está usando técnicas de captación, el que vende un peine, el que quiere deshacerse de su fábrica y que la compren otros, el que le dice un discursito a una niña con la que quiere dar una vuelta. Las palabras están muy manipuladas, deberíamos hablar un lenguaje más depurado. Las palabras están muy viciadas, se habla de captación pero no con el sentido de lavado de cerebro, sino con el sentido de formas de persuasión.
– Cuando se tiene una organización se quiere sumar gente.
– Sí, por supuesto. Si se piensa en captar, se está haciendo un movimiento con la mano, tipo garra. Si se piensa en difusión es diferente el movimiento. No se dice: los radicales captan a la gente, les sale bastante mal… La palabra captar es pariente de capturar.
– Mucha gente dice que los que están en el Movimiento, o en el Partido Humanista, son como especies de fanáticos, ¿no estarán manipulados también?
– Unos dirán eso y otros otra cosa. Las ideas fuertes infunden ese temor, el del fanatismo. El fanatismo es un estado de conciencia parecido al de la hipnosis, donde no hay reversibilidad, no hay juicio crítico, la gente no intercambia nada, se mueve por eslogans. No me parece que el Movimiento tenga esas características.
– ¿Alguien lo rebate en el Movimiento?
– El Movimiento hay que pensarlo como gente voluntaria. Gente que participa de ideas que convergen en una determinada línea de acción. Cuando alguien no está de acuerdo, con la misma libertad que entró, sale. No hay lío con eso. Un movimiento fanático y cerrado haría un despelote para dejar entrar a alguien y un despelote para evitar que ese salga. Esto es la peatonal, entran y salen.
– ¿Se modifican líneas o hay una estructura vertical?
– Hay estructura. Es una estructura por trabajo humano. Si usted con las ideas del Movimiento forma una estructura, esa estructura la orienta usted. Si no forma nada, no es como en los partidos políticos que, porque es amigo, pariente o socio, en seguida llega a la cúpula del Movimiento. Jamás puede llegar a la cúpula del Movimiento si no forma una estructura. No es la idea clásica pero la organización es muy interesante.
– ¿Cuánta gente adhiere?
– Serán 100 mil personas en todo el mundo. En simpatizantes que no están en la orgánica son bastantes más.
– ¿Cuántos libros ha vendido?
– Según unas estadísticas recientes han sido más de 500 mil ejemplares con facilidad (sonrisa).
– ¿Qué siente alguien que vendió medio millón de libros?
– Yo creo que es un buen número (risas). Siento satisfacción, gusto. Está bien, con mucho aire y sin tanto humo. Pero deberían ser más, varios millones más (carcajadas).
– ¿Es demagogo?
– (Piensa) Sí, tengo tendencia a la demagogia. Me cuido bastante.
– Da la sensación que cada uno de sus textos está dirigido a públicos diferentes.
– Es cierto y es un problema para los editorialistas. Como es lógico, ellos quieren tener un perfil de público, un público cautivo (risas), así tienen asegurado con cada edición tal cantidad de ejemplares.
– En uno de sus libros usted habla del fin de la historia y de la muerte de las ideologías, ¿qué piensa de esas ideas?
– Me parecen ridículas. En las cartas a mis amigos les tomo bastante el pelo. Es para morirse de risa, es una burla. Es una cosa de poca calidad. Las cosas están mejorando a pesar de la etapa crítica que estamos viviendo. Ya empiezan a sacar las uñas los del libre mercado, ya empiezan a hacer dirigismo. Pronto no se va a hablar de libre mercado.
– ¿Por qué le dicen ‘Silo’?
– Me han dicho “Negro”, “Araña”, “Silo”, de tantas formas me han dicho…Por lo desgarbado y flaco me decían “Silo”. Este ha sido el que quedó y el que más historias creó, es como si charlaras en varios lenguajes al mismo tiempo. Esa es la sensación.
– ¿Qué opina sobre el planteo de Octavio Paz de utilizar la poesía como nuevo lenguaje?
– Me parece muy interesante. El tema es qué va a pasar con la gente sumergida, las clases populares, la gente que no tiene acceso a la cultura, la información, que es el motor de los cambios históricos. El planteo de un nuevo lenguaje está muy bien.
– ¿Quién es Silo? ¿Un farsante, un iluminado…?
– Cualquiera de las versiones no me preocupa desmentirla o andar discutiendo con cualquier persona que diga una cosa. El que quiera decir que diga, ni quita ni pone.