Fernando Iribarren encabezó los ranking de dos sitios especializados en el milenario entretenimiento.
Comenzó jugando al ajedrez pero ahora se dedica a estudiar el poker. |
Fernando Iribarren se reconoce un jugador y apuesta muchas horas de su vida a lidiar con la suerte y, en general, gana. Tal es así que fue campeón mundial de backgammon por Internet entre más de 40 mil usuarios hasta el año pasado. Pero hay más: tiene más de cien torneos ganados en vivo y en directo. Y, si bien el backgammon ha sido uno de sus amores más intensos, todo empezó con el ajedrez, sin dejar de lado el truco y el poker, en el que por estas horas se está especializando. Fernando tiene 39 años, es analista de sistemas, y está casado con Jessica, abogada de 30 años, con quien tiene una hijita de dos años y medio que se llama Constanza.
«A los 18 años gané un certamen latinoamericano de ajedrez en Villa María (Córdoba), y después siguieron muchos campeonatos en ese juego hasta que conocí y aprendí al backgammon», cuenta en la cálida cocina de su casa.
A partir de su relato, Fernando da cuenta de que se enfrentó por primera vez a un tablero de backgammon en un bar del bajo frente al río. Nadie le enseñó, pero a la semana se inscribió en un torneo y ganó. «Ahí me di cuenta de que tenía condiciones para jugar», confía. Comenzó a ganar y a ganar antes de los 20 años, hasta que los jugadores rosarinos lo eliminaron como contrincante. Entonces viajó a Buenos Aires y salió campeón entre 200 participantes de todo el país y países limítrofes. «Fui el único rosarino y encima gané, estaban como locos los de Buenos Aires», recuerda al tiempo que comenta que eran los principios de los 80.
Fernando reconoce sus propias condiciones naturales a las que agregó otros condimentos. Puso al servicio del ancestral juego de mesa, también llamado tablero, todos sus conocimientos de matemática y estadística que adquirió en la universidad. «Muchos jugadores se quedan sólo con las técnicas básicas y la verdad es que se puede perfeccionar y avanzar en el juego aplicando las ciencias puras, todo el tiempo», afirma sin titubear.
Si bien se define como un jugador, que intercambia lo lúdico con lo científico, insiste que en cada juego hay sólo un porcentaje de azar, en el caso del backgammon le atribuye un 30 por ciento. Y luego enumera a la técnica, la semblanza psicológica, la perseverancia y una permanente capacitación para ganar y ser campeón.
De este modo, exhibe decenas de trofeos con formas de grandes copas, medallas u otro tipo de objetos olímpicos que dan cuenta de lo obtenido aquí y allá, de modo presencial o virtual.
Según cuenta, entre el 2001 y 2004 estuvo primero en los ranking de dos sitios de Internet dedicados al backgammon, lo que le valió no sólo la satisfacción y el divertimento del juego sino que también embolsara premios en contante y sonante. «La verdad es que Internet me cambió la vida, puedo pasar horas jugando torneos y además conociendo gente y también a veces ganando», afirma.
Como para que no queden dudas, en Argentina y gracias al backgammon ganó tres autos cero kilómetro en los últimos años. Pero entre los premios mayores que atesora figura uno por demás de interesante y hasta cultural. En el ciberespacio un jugador belga no podía creer que siempre le ganara. Entonces lo retó a duelo. «Me pagó el pasaje a Bélgica y me dijo que si les ganaba a él y a su amigo me iba a dar una importante suma de dinero», recuerda.
Allí fue con Jessica y, cómo no podía ser de otro modo, superó al retador y a su amigo, y como las deudas de juego son deudas de honor el hombre reconoció el mérito con una importante suma de dinero. «Con esa plata recorrimos con mi mujer toda Europa», resalta con una sonrisa.
En un principio comenzó jugando con el seudónimo «Scorpio», pero cuando llegó a los primeros puestos del ranking se presentó con su nombre y lugar de residencia y nacionalidad. «Muchísima gente comenzó a preguntar dónde estaba esta ciudad, y fue interesante que miles de personas conocieran a Rosario a partir de este juego», asevera.
Una historia antigua y de origen incierto
El backgammon es el juego de mesa más antiguo del que se tenga registro. Algunos ubican su origen en el antiguo Egipto, Sumeria o la Mesopotamia bajo el imperio persa (actualmente Irán, Irak y Siria). Se estima que se inventó hace más de cinco mil años y que fueron los árabes quienes lo introdujeron en Europa.
Es un juego de mesa para dos contrincantes, cada uno tiene quince fichas que debe y puede mover entre 24 triángulos del tablero, de acuerdo a lo que marquen los números de los dados que tira cada jugador. Cada lado del tablero o mesa tiene doce casillas adyacentes formadas por triángulos alargados, en los que se dirimen los jugadores avanzando hacia uno u otro lado. Muchos aseguran que se aprende fácilmente, aunque a simple vista la cuestión parece cosa seria.
Fuente: diario La Capital – Foto: Alfredo Celoria