Por el Maestro del Aconcagua (Silo).
CUANDO EMPECEMOS A DESPERTAR
Como en todo proceso, actuaron aquí tres fuerzas desde el comienzo: la diferenciadora, la complementadora y la sintetizadora
Tratándose de una secuencia evolutiva, cada nueva síntesis se ampliaba con respecto a la que precedía y llegada a su punto máximo, comenzaba un nuevo proceso de diferenciación hasta desgastar la tríada, remplazando los elementos viejos por los nuevos que se habían gastado en su interior.
Mientras las culturas y las civilizaciones caían una tras otra, los elementos más desarrollados de un nivel, creaban las condiciones para el surgimiento del nivel posterior.
Las culturas aisladas de los comienzos, fueron complementándose entre sí gracias a los contactos que se establecían entre ellas, por el intercambio económico, por el desarrollo de sus comunicaciones, por la confrontación de sus políticas, de su arte y de su religión.
El fenómeno fue ampliándose de triada en triada, semejando una espiral ascendente, en la cual cada vuelta tenía mayor diámetro que su anterior.
Teniendo en cuenta esos procesos, los pensadores han elaborado dos concepciones principales, antagónicas entre sí: la cíclica y la lineal.; La primera lleva a una interpretación repetitiva de la historia. La segunda, a una interpretación evolutiva.
Verdaderamente sucede, que los procesos en toda etapa nacen, crecen y se reproducen, pero pasando los elementos progresivos a la etapa siguiente, mientras los regresivos decaen y mueren.
Ahora bien, cuando las culturas eran islas, podían desarrollarse en su medida sin influirse mayormente. Pero eso con el tiempo fue cambiando hasta llegar a la etapa actual, en la que todas las culturas existentes en el planeta están comunicadas y pertenecen a la misma estructura. Por consiguiente, todo lo que sucede en un punto repercute en todo el globo y nada de lo que sucede puede estar aislado del conjunto. Este sistema global al que se ha llegado (y que tiende a interrelacionar sus elementos internos de un modo cada vez más apretado) impide la existencia de fenómenos independientes.
Como ejemplo del sistema en movimiento, consideremos a un cohete que se aleja de la Tierra. Si un astronauta sale de su interior, de todas maneras sigue arrastrado por la fuerza inercial del sistema al que pertenece y su libertad de movimiento siempre es relativa a él.; Supongamos que el navegante pudiera desplazarse desde la proa a la etapa de impulsión a razón de tres kilómetros por hora. En menos de un minuto llegaría hasta ella. Aparentemente entonces se hubiera acercado a la Tierra.
En efecto, se hubiera acercado con respecto a la proa en ese momento, pero en ese minuto de caminata, todo el sistema se hallaría a quinientos kilómetros más de distancia de dicho planeta (suponiendo que la velocidad del cohete fuera de treinta mil kilómetros por hora ; Pues bien, el sistema mundial actual ubica a cualquier fenómeno en situación dependiente del conjunto. En el proceso histórico en que nos encontramos inmersos, somos arrastrados por él con la velocidad que él impone. Nuestros movimientos son relativos a todo el sistema en marcha y de ningún modo independientes.
Si para la evolución del hombre fueron lanzados (desde cierto círculo que no desconocemos) en cada etapa, seres excepcionales que lograron orientar todo el proceso en la dirección que proponían, es inútil ya que los factores regresivos traten de caminar desde la proa hacia la etapa de impulsión. El momento actual asume a toda la historia anterior del hombre y lo proyecta a este hacia su desarrollo en la dirección hacia la que fue apuntado desde su lanzamiento.
Vistas así las cosas, tiene sentido hablar de un Destino del hombre.
Los afectos a la jerga biológica véanlo, si más les gusta, como la preparación del código genético elemental del ser vivo que se limita a desarrollar en la confrontación con el medio, los caracteres grabados en el D.N.A. básico.
Los hombres creen que hacen la historia, cuando en rigor es su condicionamiento básico aquel que lo desarrolla en la línea propuesta. Desde luego que en cada etapa se producen correcciones de rumbo que evitan el desvío, así como la lucha con la naturaleza y el cotejo con el medio, imprimen nuevos caracteres en el ser vivo, modificando su experiencia y otorgándole un manejo mayor de posibilidades. Pero siempre de posibilidades relativas al sistema en el que está incluso.
Si la historia parece repetirse en cada etapa, en el proceso general, es siempre cambiante.
En momentos oportunos, aquellos seres mencionados anteriormente, provocaron correcciones de rumbo y sus luchas fueron siempre las del cambio y la evolución, contra la inercia y la estupidez.
Esos momentos oportunos son conocidos como de mesianismo; y poco importa si los hombres que se hicieron cargo de tal situación eran Mesías en sentido objetivo, o si respondían a la necesidad espiritual de la época.
Cada vez que ellos surgieron, aportaron una nueva develación del Ser, un nuevo estilo de vida y un nuevo nivel de conciencia, pero lo hicieron en el momento en que concluía una gran etapa, sirviendo ellos de eslabón entre un mundo agónico y otro joven y luminoso, que los mejores espíritus de cada época podían intuir en el horizonte que les tocaba contemplar.
Siempre bastó con una pequeña cantidad de esos hombres, para provocar en los grandes conjuntos shocks adecuados a las circunstancias materiales y al estado sicológico en que les correspondió actuar.
Podemos comprender estas relaciones desde otro ángulo. Hoy no se puede negar, que el plomo puede transmutar en oro. Y aquellos que persiguieron a nuestros alquimistas, refunfuñan ahora frente a los ciclotrones de los físicos, aunque están obligados a admitirlos.
Se sabe que la aceleración de las partículas opera transmutaciones, pero de momento resulta inadmisible para la opinión general que el hombre pueda acelerarse en su interior, acelerarse sicológicamente, como para provocar en él mismo su transmutación; Nadie ignora en Química, que factores catalizadores introducidos en pequeñísima cantidad, operan enormes aceleraciones en grandes conjuntos.
De igual modo, hombres transmutados en las distintas épocas, modificaron el código de los grandes conjuntos de las enseñanzas. No obstante, al pasar (tales enseñanzas) de una etapa a otra, invariablemente aumentó el ruido de la información , como dirían los cibernéticos. Es decir, se degradó lo explicado al comienzo.
Cada vez que ocurrió esto, como sucede en los circuitos de retroalimentación, surgió una nueva señal que ordenó el conjunto. O en otras palabras; se tiró por la borda toda la mercadería descompuesta.
De no haber acontecido así, todo hubiera terminado en la desinteligencia total que nos relata el mito de la torre de Babel en cuanto a la confusión de las lenguas ;. Allí sucedió eso precisamente: fue tal el aumento de ruido desde la fuente emisora al receptor, que el mensaje en cada caso llegó totalmente distorsionado.
A pesar del ejemplo, no debe creerse que nos estamos refiriendo simplemente a problemas de expresión y significado lingüístico, sino al quehacer humano en general.
Volviendo a nuestro tema primitivo y con referencia a la Tradición: ni eran locos los que hablaron de la composición geométrica del mundo, de los triángulos de las cosas, ni eran ingenuos los que hablaron del cambio del vino en sangre y del pan en cuerpo. Si por otra parte, aquellos estaban inspirados en la mística del Despertar y su lenguaje (en alguna medida) era poético, la verdad que transmitieron no estuvo nunca alejada de lo que hoy conocemos como Ciencia.
Sucede, amigos míos, que lo válido para el mundo de la naturaleza es también válido para el mundo del espíritu, porque estos mundos no están separados, sino que son el mismo Universo.
Nosotros no tenemos la culpa si la moral actual y algunas líneas científicas continúan siendo maniqueas. Bien y mal; antimateria y materia, son aspectos de una misma realidad y no entidades separadas.»
«Ahora que el hombre está en condiciones de discurrir de un modo global puede empezar a ver las cosas en conjunto, comprendiendo que las polaridades se invierten según el ciclaje eléctrico, que existen polaridades neutras, que todo cambia a cada instante y que este cambio aparentemente violento según las circunstancias, es armónico, ordenado y estructural.»
«La leyenda insinúa que al fin de los tiempos la familia humana estará comunicada entre sí y que todos los hombres conocerán al instante lo que suceda en otras regiones, por muy alejadas que estén de ellas.
Entonces, cuando esa delicada piel de conciencia cubra el planeta, surgirá desde el comienzo mismo de la historia, un puñado de seres cuyo número y calidad permitan al hombre despertar como una especie nueva, digna de llevar la vida por el Universo.
Solamente llegaremos a ella cuando la práctica haya completado nuestra experiencia y nos transformemos nosotros mismos. Cuando empecemos a despertar».
SILO