"Es tanto el dinero que se recauda con la producción de antirretrovirales para los afectados que jamás admitirán que el VIH/SIDA no es una enfermedad mortal"
El SIDA es la peor de todas las inmunodeficiencias adquiridas; es una condición nueva que comenzó en la segunda mitad del siglo XX afectando, por primera vez en la historia de las enfermedades humanas, a diferentes sectores sociales, tanto de países ricos como de países pobres.
Texto leído por Marcelo Quiroga, en su programa "Otras Alternativas"
que se emite por Radio Dos (AM 1230 khz)
cada Domingo a medianoche, o si prefiere: Lunes de 0 a 01:00 hs
Con el SIDA se inicia una nueva época en la historia de las enfermedades del hombre. El SIDA es el peor estado de deterioro que el ser humano puede tolerar, ya que además de afectar a todo el sistema inmunológico, también afecta a todos los demás sistemas de defensa del organismo como las glándulas endocrinas, los riñones, el hígado, el sistema digestivo, los pulmones y el corazón debido a la exposición voluntaria o involuntaria a agentes tóxicos o estresantes.
Según el Dr. Roberto Giraldo, médico disidente del SIDA, especialista en medicina interna con énfasis en enfermedades infecciosas de la Universidad de Antioquia, Colombia, todos los seres humanos del planeta padecen de un cierto grado de alteración del sistema inmunológico y de los demás sistemas corporales porque nunca antes las personas habían estado expuestas a tantos agentes tóxicos de origen químico, físico, biológico, nutricional y emocional. El SIDA es una manifestación más de los perjuicios que los agentes externos creados por la sociedad moderna, tienen sobre la salud integral de la gente.
Cada vez son más los científicos e investigadores médicos que aseguran que el VIH o “Virus de Inmunodeficiencia Humana” realmente no es la causa del SIDA y que de hecho, ni siquiera existe. Esta enfermedad es en realidad, causada por agentes estresantes inmunológicos e inmunotóxicos. El VIH se puede considerar la gran mentira de la medicina; un invento para frenar los recortes de presupuesto en el área de salud de Estados Unidos y las especulaciones sobre las muertes que ocurrían debido a enfermedades raras; y de paso, construir un gigantesco negocio para las compañías farmacéuticas internacionales.
El cinematógrafo canadiense Brent W. Lung, recorrió el mundo para investigar un tema que le ha llamado la atención toda su vida; la existencia del VIH/SIDA. Durante su investigación tuvo la oportunidad de entrevistar a renombrados científicos e investigadores en el mundo. Algunos incluso nominados y ganadores de premios Nóbel.
A pesar de que son muchas las evidencias, artículos e informes que crean dudas sobre esta enfermedad, nunca se ha cuestionado su existencia en los medios de comunicación oficiales, ni tampoco se ha prohibido la utilización de su mortal tratamiento, la azidotimidina, comúnmente conocida como AZT.
Es tanto el dinero que se recauda con la producción de antirretrovirales para los afectados que jamás admitirán que el VIH/SIDA no es una enfermedad mortal. Sin embargo, en el documental cuyo título original es “House of Numbers” y que se traduce como “Casa de Naipes”, el ganador del premio Nóbel y co-descubridor del VIH, Luc Montagnier, reconoce en una entrevista, en forma contradictoria con todo lo que se ha dicho antes, que nuestro cuerpo puede curarse solo de VIH/SIDA.
Según Luc Montagnier, nuestro sistema inmunológico puede deshacerse del virus naturalmente, si tenemos un buen sistema inmunológico. Esto es bastante impactante al ser escuchado del mismo descubridor del virus.
Por otro lado, el examen de VIH no se mide de la misma manera en todo el mundo, lo que significa que si una persona se hace un examen de VIH en Argentina y su resultado es positivo, puede viajar a Francia y realizarse el examen nuevamente y tener un resultado totalmente diferente.
Luc Montagnier, premio Nóbel de medicina en 2008, quien supuestamente descubrió el virus del sida, cambia su posición y declara, que sí se puede curar el SIDA, sin vacunas ni medicamentos, simplemente con antioxidantes, una higiene mínima, agua de buena calidad y una alimentación sana y equilibrada.
La infección es conocida popularmente desde 1981 pero se habría venido investigando desde los años 60. Por convenio internacional los médicos optaron por el nombre VIH, Virus de la inmunodeficiencia humana.
En 1981 el Centro Nacional de Control de Enfermedades de Estados Unidos, comenzó a informar de la aparición de casos de dos enfermedades raras y mortales encontradas en hombres homosexuales, sin poder dar una explicación razonable. Se comenzaron a diagnosticar casos de neumonía por “pneumocystis” y un raro tipo de cáncer llamado “sarcoma de Kaposi”.
Estas nuevas y raras afecciones parecieron estar hechas a la medida del Centro de Control de Enfermedades norteamericano, ya que hacía tiempo que los investigadores estaban esperando que apareciera algo así. Estaban a la expectativa de la aparición de una nueva plaga, porque la poliomielitis ya se había erradicado y el presupuesto del Centro de Control de Enfermedades estaba sufriendo recortes importantes.
Por esos años, en Estados Unidos había una inflación de dos dígitos, la tasa de desempleo era muy elevada y estaba aumentando rápidamente la propaganda militar. Esto llevó a grandes reducciones en el servicio de salud, concretamente en el Centro de Control de Enfermedades. Por eso, en el seno de este organismo urgía descubrir una nueva enfermedad para poder justificar sus gastos y sus excesos y para que los científicos médicos no pierdan sus trabajos. Lo mejor que les podía pasar era descubrir nuevas enfermedades infecciosas que asusten al pueblo estadounidense para poder esquivar los recortes de fondos.
Una vez que se informó a la gente que las raras enfermedades eran provocadas por un virus, los medios de comunicación comenzaron a tratar el tema del VIH con mucho más énfasis. Las personas pasaron de la ignorancia al miedo y del miedo, al pánico.
De repente, el SIDA se convirtió en un proyecto muy financiable. Las autoridades norteamericanas de salud pensaron que no sólo los ciudadanos se preocuparían y tendrían miedo de la epidemia que venía, sino también los miembros del Congreso, todos hombres blancos y heterosexuales, quienes dejarían correr los dólares sin objeciones. Y así fue exactamente como sucedió.
Bajo el título “SIDA: La mentira más mortífera de la historia de la medicina“, el prestigioso diario ruso Pravda (la verdad), publicó el 11 de diciembre de 2009, en su versión digital, una entrevista al médico de origen irlandés, que actualmente ejerce en Kiev, Gor Shirdel, quien ha curado a pacientes con SIDA y para quien la versión oficial sobre esta enfermedad es un siniestro negocio de miles de millones de dólares, creado por las multinacionales farmacéuticas y los funcionarios corruptos de las organizaciones médicas internacionales.
El VIH… invento del hombre
Corría el año 1984, una ola de pánico recorría el planeta como si se tratara de un caballo apocalíptico que cabalgaba sobre la constante información que los medios de comunicación divulgaban día y noche.
Al gobierno estadounidense le urgía frenar el escándalo generado por las muertes de cientos de norteamericanos en todo el país -principalmente en las ciudades de San Francisco y New Jersey- a causa de que los sistemas inmunológicos de estos enfermos dejaban de funcionar llevándolos a un horrible estado de deterioro físico jamás visto antes en otra enfermedad; además, en este caso, sin que la medicina “moderna” tuviera explicación alguna.
Hasta ese año se creía que sólo la población gay del planeta estaba en problemas ya que eran principalmente personas homosexuales las que enfermaban por miles. Acababa de nacer una enfermedad nueva cuya característica era la inmunodeficiencia, se le bautizó con el nombre de SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). Como el nombre lo indica, los médicos que bautizaron a esta enfermedad y que seguían sin saber a ciencia cierta su origen, desde el principio “supusieron” que el motivo para que una persona comenzara a enfermar y desarrollara “inmunodeficiencia” era “adquirirla”, es decir, que cabía la “posibilidad” de que existiera un agente transmisor del SIDA.
Las cifras indicaban que para finales de 1993 los casos de SIDA se había reportado en 33 países; en Estados Unidos se decía que existían 3000 persona infectadas, de las cuales 1,283 habían muerto. El misterio envolvía a esta nueva enfermedad y por más que se trataba de encontrar su origen, los esfuerzos de miles de médicos en todo el mundo parecían en vano, se había iniciado la guerra entre las elites de la medicina mundial por obtener el reconocimiento de ser quien descubriera el origen del SIDA, y esta guerra había desatado a su vez una carrera de ambiciones y egos entre varios grupos de médicos y laboratorios que se peleaban por encontrar una respuesta “científica” a qué era lo que estaba causando que las personas desarrollaran inmunodeficiencia o SIDA.
Todo esto sucedía mientras la nueva “epidemia” seguía cobrando vidas en todo el mundo a ritmo cada vez más acelerado. Mientras esto sucedía en el planeta, en Estados Unidos las presiones políticas y sociales eran cada vez más intensas sobre el equipo de médicos del gobierno encargados de la investigación. Fue así, bajo este panorama de presiones y una enorme cantidad de intereses económicos creados, que el 24 de abril de ese mismo año 1984, un doctor de nombre Robert Gallo, con el apoyo de las autoridades de salud norteamericanas, convocaron a la conferencia de prensa que dio nacimiento al gran mito del Virus de Inmunodeficiencia Humana.
En esa apresurada y casi obligada conferencia de prensa llevada a cabo en el Instituto Nacional del Cáncer, este médico anunciaba que por vez primera en la historia de la medicina moderna, él había logrado “aislar” al virus que se había descubierto, era la “posible” causa del SIDA y que al virus descubierto como resultado de su investigación se le había dado el nombre de HTLV-III; es decir, el Dr. Gallo declaraba que por fin se había descubierto que un virus era el que causaba la enfermedad del SIDA.
De esta forma arbitraria y por iniciativa propia, Gallo decretó existente a este nuevo virus sin haber tenido una comprobación científica con el mismo resultado y sin dar seguimiento a una investigación protocolar completa; si se revisa a fondo la información sobre su investigación se podrán descubrir varias omisiones en los procesos que se siguieron previos a la conferencia de aquel día.
Gallo sabía esto y sabía también que en realidad el virus no había sido aislado jamás en un laboratorio, lo que él y su equipo habían encontrado en sus investigaciones no tenía el suficiente sustento científico para ser validado por la ciencia médica mundial como el verdadero descubrimiento de un nuevo retrovirus, como se hace siempre que algún médico de cualquier punto del planeta descubre algo.
Cada vez que alguien realiza algún descubrimiento en el mundo de la medicina, éste se somete a análisis por parte de la comunidad científica del mundo a través de publicaciones en revistas especializadas y la organización de congresos internacionales para discutir los resultados de las investigaciones y sólo después de confirmar toda la información se difunde como algo cierto. Sin embargo el Dr. Robert Gallo con este acto irresponsable de realizar una conferencia de prensa y anunciar algo no comprobado, violó toda la metodología y el protocolo médico reconocido y creado por la propia comunidad médica mundial que se aplica para las investigaciones que estudian las enfermedades de cualquier tipo. Pero ¿por qué hizo algo así?
Casi nadie sabe que al día siguiente de esta conferencia de prensa el Dr. Robert Gallo presentó ante las autoridades norteamericanas la solicitud de patente para la elaboración de los “test” que detectarían los anticuerpos del virus que él había descubierto. Al poco tiempo, la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos aprobó la patente de Gallo justo cuando los primeros ‘kits’ para estas pruebas de sangre se encontraban listos para salir al mercado.
El 24 de abril de 1984, Robert Gallo y las autoridades de salud norteamericanas anunciaron el descubrimiento del VIH cuando ya estaba armada toda una estructura comercial en torno a este virus.
Todo fue por dinero y por querer obtener a como dé lugar el prestigio y reconocimiento del mundo médico. Por si esto fuera poco, y como muestra del comportamiento de algunos prestigiosos “hombres de ciencia”, a finales de ese mismo año y al ver el éxito en las ventas de las pruebas de detección del VIH de Gallo, los Laboratorios Pasteur de Francia, presentaron una demanda contra el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, reclamando parte de las utilidades generadas por la venta de los test para VIH argumentando que el Dr. Gallo había “robado” el virus de sus instalaciones.
¿Qué virus se había robado Gallo, si todo indica que jamás ha sido aislado? Todo esto nos deja ver una pequeña parte de toda la verdad oculta en la historia del VIH desde 1984. Pero no se debe creer que Gallo actuó solo para imponer su mentira. Para terminar de “apuntalar” la afirmación sobre el nuevo virus, y a manera de “señal” para todo aquel que quisiera retar a la versión de Gallo, la secretaria de Salud y Servicios Humanos del gobierno de Ronald Reagan, Margaret Heckler, declaró en una entrevista que “confiaba que ésta sería una breve epidemia”, o sea que el gobierno norteamericano aceptaba oficialmente la existencia de una epidemia causada por un virus que ya había sido descubierto, y en otra parte de esa misma entrevista dijo que “se tendría una vacuna para el VIH y una cura para el SIDA antes de 1990″. Estas declaraciones eran una señal inequívoca de que ya se había echado a andar la maquinaria que les dejaría cuantiosas ganancias a ciertos laboratorios.
Sin duda alguna, para ese entonces era mucho el dinero invertido durante varios años en la investigación de la teoría viral y los intereses de los inversionistas y de ciertas compañías de laboratorios que fabricarían las vacunas y las pruebas de detección para el tan buscado virus, se convertían cada vez más en un factor de importancia y de presión para que se dieran a conocer resultados a la opinión pública mundial, confirmando que ya se había encontrado el “enemigo a vencer”. Esta situación y la urgencia del gobierno norteamericano por darle respuestas a quienes habían puesto una increíble cantidad de dinero en esas investigaciones, prácticamente obligaron a los médicos del Instituto Nacional del Cáncer a crear alguna teoría que fuera creíble.
Pero ¿cómo se creó el famoso virus? Después de analizar muestras de sangre de personas que habían fallecido de SIDA, éste grupo de médicos del Instituto Nacional del Cáncer, habiendo localizado restos de encimas y de otras sustancias en la sangre de los enfermos, sin poder precisar el origen de estos residuos, decidieron arbitrariamente y sin ningún fundamento científico que los restos encontrados eran seguramente un retrovirus que se había “desintegrado”. Tomaron esta información, la cargaron en una computadora y la “computadora” reconstruyó, el retrovirus que se había desintegrado; esa es la imagen que todos conocemos del virus VIH, una imagen creada por una computadora y por las presiones de un gobierno y de un grupo médico sin escrúpulos que para finales de 1984 sabían de la existencia de casos en 55 países y de 7000 “infectados” en Estados Unidos, sin duda un “atractivo” más para reforzar la “creación” del virus, ya que de esa manera los alcances comerciales por las ventas de ‘kits’ para detección del virus y los medicamentos para curar a los pacientes en “todo el mundo” se multiplicaban exponencialmente.
Según la opinión pública de aquellos años, en esa conferencia de prensa se habían presentado los resultados de la experimentada y ardua labor de un grupo de médicos que “supuestamente” eran quienes más habían investigado sobre el SIDA con seriedad y profesionalismo, que habían contado con el mejor equipo humano y técnico del mundo y que por esa razón eran prácticamente “intocables” e “infalibles” en sus declaraciones y conclusiones.
Fue por ese “supuesto” profesionalismo que la prensa mundial, y por efecto lógico, la opinión pública de todo el planeta, le dio absoluta credibilidad a dicha conferencia y a todo lo que allí se declaró erróneamente, y aunque cada vez son más las personas que insisten en que el VIH no existe, por desgracia se le sigue dando credibilidad a esa idea sin importar la cantidad de personas diagnosticadas con SIDA que luchan día a día contra el miedo y la impotencia y son sometidas a costosos y crueles tratamientos químicos.
Parte de la responsabilidad de toda esta infamia recae también sobre los medios de comunicación que como ciegos siguieron el juego del VIH. Su peor error fue no haber esperado el tiempo prudente para escuchar más opiniones de científicos de todo el mundo; no esperaron a revisar lo que Robert Gallo decía y no “comprobaron” lo que declaró el 24 de abril de 1984. No se tomaron el tiempo para escuchar más opiniones calificadas de otras fuentes que por supuesto existían, ya que desde aquel entonces, en varias partes del mundo había médicos serios que cuestionaban agudamente todo lo declarado por Robert Gallo.
En el mes de agosto de 1984, la revista New York Native entrevistó al Dr. Gallo, quien fue presionado con preguntas acerca de varias dudas que había dejado en el aire su declaración referente al descubrimiento del VIH y la certeza de que era el causante del SIDA. Acorralado por las agudas preguntas y ya notablemente molesto declaró: “¿Por qué se resisten a la información que presento si ya es aceptada mundialmente? Nadie en los altos niveles científicos está contradiciendo lo que presento ¿por qué ustedes si?”. Así que, por edicto de un grupo de médicos con intereses comunes que utilizan a quienes editan las principales publicaciones médicas reconocidas a nivel mundial y manipulan la opinión de miles de médicos, es que existe lo que conocemos como “Virus de Inmunodeficiencia Humana”, un virus inventado que resulta un insulto a los principios de todo método científico de investigación y a los logros de todos los médicos serios del mundo.
La mafia del SIDA y la mentira del VIH son tan extensas y poderosas que las principales publicaciones de ciencia médica también están involucradas y no van a aceptar el error que cometieron desde 1984, ya que su reputación caería estrepitosamente. Se han negado siempre a publicar cualquier artículo de los miles de científicos comprometidos con la verdad que no concuerdan con la versión del virus de Robert Gallo y que han demostrado que el origen del SIDA puede ser distinto a un virus.
Otro error fatal en toda esta historia fue que al día siguiente de la conferencia en el Instituto Nacional del Cáncer, en abril de 1984, el New York Times desplegó en su primera plana la noticia del “descubrimiento”, y hasta los editores de la revista Times bautizaron al nuevo virus como “el virus del SIDA”. Este fue el inicio para que la mayoría de las personas digan que el VIH es el origen del SIDA, que el SIDA es una enfermedad incurable y que se contagia por contacto sexual, y repetirán esto por creer lo que dicen los médicos y los medios de “comunicación” sin cuestionarlo. ¿O será que también algunos medios fueron cómplices del gobierno norteamericano en toda esta mentira?
En la actualidad resultaría difícil de creer que existe una salida para esta enfermedad, ya que la opinión de todo el mundo es que es imposible curar el SIDA. Pero ¿y si todo lo que sabemos del VIH fuera falso? ¿Qué pasaría si descubriéramos que hemos sido víctimas de una mentira por un error en la metodología de investigación y por la imposición de ciertas cúpulas médicas e intereses económicos de los laboratorios quienes mintieron desde un principio? ¿Se puede creer realmente que los laboratorios que invirtieron millones de dólares para investigación del VIH van a perder su dinero?
Es obvio que quienes han invertido millones de dólares durante décadas de investigación creyendo que el virus existe no van a aceptar que todo fue un error. Además, los laboratorios que producen los antiretrovirales son los que regulan las publicaciones científicas, incentivan a los médicos y financian, en muchos de los casos, a las asociaciones civiles creadas para “ayudar” a los enfermos de SIDA.
Se está demostrando que si se desintoxican los principales sistemas vitales que hacen funcionar al cuerpo humano como el sistema digestivo y el sistema nervioso, si se les diseña correctamente un nuevo régimen alimenticio, si se logra des-estresar a la persona afectada y se le enseña algún sistema de meditación para que aprenda a controlar su miedo, los pacientes con SIDA se curan.
Las “pruebas para VIH” no son adecuadas
Las denominadas pruebas para el VIH, como los métodos ELISA, Western blot y Carga Viral, no son sensibles ni específicas para detectar infección pasada o reciente con el VIH.
Mientras no se haya aislado y purificado al VIH y mientras persista la duda acerca de su existencia como un virus verdadero, no es posible garantizar que los resultados positivos en estas pruebas indiquen infección por el VIH.
Ni Luc Montagnier en el Instituto Pasteur de Paris, ni Robert Gallo en el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, ni Jay Levy en la Universidad de California aislaron al VIH como ellos lo sostienen. Estos investigadores simplemente observaron en cultivos de linfocitos de personas con SIDA o a riesgo de desarrollarlo, proteínas, enzimas y fragmentos de ácidos nucleicos, pero jamás aislaron partículas virales libres e independientes. Como pensaron que tenían un virus desintegrado, con las proteínas aisladas prepararon antígenos para detectar anticuerpos en contra de estas proteínas que supuestamente pertenecerían al VIH. De esto se tratan las pruebas de Ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas, conocido por su sigla en inglés como ELISA y de Western blot, una técnica analítica usada para detectar proteínas específicas. Con los fragmentos de ácido nucleico prepararon los reactivos para la prueba de PCR, llamada “carga viral”. Sin embargo, tanto las proteínas, las enzimas, como los fragmentos de ácidos nucleicos pueden corresponder a proteínas liberadas por las células de las personas que han estado sometidas de manera crónica a productos tóxicos o a tratamientos con antibióticos.
Las personas reaccionan positivamente en dichas pruebas porque sus sistemas inmunes están oxidados y debilitados y esta es la razón por la cual estas personas tienen un mayor riesgo de desarrollar el SIDA, por lo tanto deberán tomar precauciones por el resto de su existencia.
El fenómeno conocido como VIH es entonces un marcador de intoxicación crónica e inmunodeficiencia pero no es la causa del SIDA, por el contrario, el fenómeno VIH es una consecuencia de la patogénesis del SIDA. Por lo tanto, ser “VIH positivo” no indica estar infectado por un virus, puesto que jamás se ha demostrado que el VIH sea en realidad un virus.
El gran error del SIDA se cometió debido a cinco factores fundamentales: prejuicio microbiológico, homofobia, racismo, corrupción social y crisis del establecimiento científico.
El exceso de teoría infecciosa o prejuicio microbiológico en la mente de investigadores, profesionales de la salud, periodistas y en el público en general, ayudó a que se cometiera este error y se lo mantiene y perpetúa. Este prejuicio proviene de la exageración de la teoría germinal promulgada por Pasteur y Koch, la cual brindó a su tiempo algunos beneficios a la medicina. Desafortunadamente, hoy se sigue pensando como a finales del siglo XIX, que todo es infeccioso, que todo se contagia y que debe haber un microbio que lo cause. Todas las personas del mundo se prepararon sin saber, a través de un siglo de pánico a los microbios, para aceptar el error acerca de la causa del SIDA.
El hecho de que los primeros casos del SIDA se presentaran en hombres homosexuales aumentó los sentimientos homofóbicos de todas las esferas de la sociedad. Debido a la alta frecuencia del SIDA en hombres homosexuales de países industrializados, se decidió arbitrariamente que esta enfermedad se transmitía por relaciones sexuales anales, sin embargo, no existe ninguna evidencia científica de la llamada transmisión sexual del SIDA.
El hecho del incremento del SIDA en la comunidad negra y en las comunidades pobres de África, ha permitido que investigadores estadounidenses y europeos propongan que el SIDA se originó en África debido a relaciones inapropiadas entre hombres y animales; para lo cual tampoco existe ninguna evidencia objetiva. Son simples concepciones racistas en las mentes de algunos investigadores que defienden al VIH como la causa del SIDA.
La corrupción generalizada es otro factor que ayudó a que se mantenga la gran mentira del SIDA. Muchos investigadores no trabajan por el interés del servicio a sus semejantes, sino por conseguir fama, reconocimientos y premios. Además, se ha creado una industria del SIDA muy rentable y aquellos cientos de miles que se benefician de ella, se oponen y se opondrán con todas sus fuerzas a que se corrija el rumbo.
Otro de los hechos que favoreció a la mentira del SIDA es la crisis que vive el establecimiento científico y por consiguiente sus fallas en la metodología investigativa. Ninguno de los postulados en que se basa la teoría infecciosa del SIDA cumple los requisitos del método investigativo. El SIDA no cumple los postulados de Koch ni los demás requisitos de la epidemiología para ser una enfermedad infecciosa. Ninguna de las bases de la hipótesis VIH/SIDA, ha sido demostrada a nivel objetivo. No son más que simples suposiciones teóricas. Prácticamente, todas las personas del mundo se acostumbraron a creer todo lo que les dicen los hombres de ciencia.
Desafortunadamente, la capacidad crítica y de cuestionamiento de las personas en la actualidad es prácticamente nula. No se piden las pruebas necesarias para las afirmaciones aparentemente científicas y con frecuencia los asuntos de la ciencia se definen en ruedas de prensa. La creencia popular de que el SIDA es una enfermedad infecciosa y de transmisión sexual, es una de las consecuencias de la crisis del establecimiento científico.
Muchas personas no se han enterado aún de esta polémica, debido a la terrible censura que ejerce el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos junto a la Organización Mundial de la Salud y a ONUSIDA, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA.
La comunidad científica se ha equivocado muchas veces en el último siglo al considerar infecciosas muchas enfermedades que no lo son, como sucedió con la pelagra, considerada infecciosa hasta la aparición de los estudios del médico estadounidense Joseph Goldberger, quién demostró que era derivada de una deficiencia vitamínica; o el escorbuto, enfermedad producida por falta de vitamina C; o el beriberi, afección provocada por carencia de vitamina B1.
El error cometido con el SIDA, tiene una magnitud mayor por las repercusiones catastróficas sobre millones de personas que sufren de este síndrome tóxico/nutricional en diferentes grupos sociales de todos los continentes.
Ser VIH positivo no significa tener SIDA ni en el presente ni en el futuro.
El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida se caracteriza principalmente por la caída de las defensas del organismo, y esto provoca la aparición de algunas de las numerosas enfermedades infecciosas y tumorales ya conocidas desde hace mucho tiempo.
Existen miles de casos de SIDA en los que los análisis no revelan la existencia de ningún virus y hay millones de individuos diagnosticados como VIH positivos que no han enfermado de SIDA.
Los tests no demuestran que alguien pueda estar infectado por el supuesto virus, y no detectan el VIH, sino los anticuerpos contra el mismo, es decir que muestran las defensas contra el supuesto VIH tal como sucede con otras enfermedades orgánicas donde la presencia de anticuerpos no significa necesariamente patología alguna.
El test ELISA puede dar hasta un 80% de falsos positivos y el Western Bloot hasta un 40% por las reacciones cruzadas que presentan contra otras enfermedades como hepatitis B, sífilis, esclerosis múltiple, artritis reumatoidea y otras. Y así también en situaciones normales una de cada 150 personas resulta sero positivo en el test de Western Bloot sin motivo aparente y el 12 % por tener verrugas o por el solo hecho de haberse vacunado contra la gripe.
Las causas del SIDA pueden estar directamente relacionadas con cinco tipos de estrés inmunológico:
• El “estrés toxicológico” por consumo de alcohol, de drogas, de estimulantes sexuales y de antibióticos; por los productos agroquímicos y los contaminantes tóxicos industriales presentes en el aire, en el agua y en los alimentos.
• El “estrés físico” ocasionado principalmente por los campos electromagnéticos debido al exceso del uso de equipos electrónicos, eléctricos y magnéticos. Nunca antes el ser humano estuvo expuesto a semejante variedad de campos electromagnéticos como lo estuvo a partir del siglo XX.
• El “estrés biológico” causado por agentes tóxicos vivos como los distintos tipos de virus, hongos, bacterias y parásitos. Esto se da principalmente en los países más pobres.
• El “estrés nutricional”, que se presenta cuando la persona no come por falta de alimentos o come lo que no debe comer, como la comida denominada “chatarra”. También se produce por el consumo excesivo de proteínas bovinas como las de los lácteos, y la carne.
• El “estrés emocional” ocasionado por la ansiedad, la depresión, el pánico, la tristeza crónica, el miedo a la muerte, al sufrimiento, al dolor, a la pérdida de seres queridos, a la pérdida del trabajo y a la discriminación; la insatisfacción permanente y falta de esperanza por un mejor futuro.
Hay 66 veces más suicidios entre los individuos “VIH positivos” que entre los “VIH negativos”. Muchas de estas muertes no se habrían producido de no haber sido por el terror hipnótico inducido por el diagnóstico.
Ser portador de VIH significa tener inmunodeficiencia y paradójicamente el tratamiento que utiliza la medicina oficial tiene entre otros efectos perjudiciales la inmunodepresión, ya que, por ejemplo, el AZT destruye células que teóricamente debería proteger. Incuestionables estudios demuestran que la azidotimidina, o AZT no sirve para nada, entre ellos los del profesor César Milstein.
Así como muchas personas que creen que van a tener un cáncer es muy probable que por su creencia, sus miedos y otros factores, se lo generen realmente, también aquellas personas convencidas de tener en su sangre un virus que terminará matándolos pueden morir realmente. En cambio las que llevan varios años como VIH positivos, gozando de buena salud, tienen en común haberse informado fehacientemente y no haber creído en la existencia del virus.
No es novedad que el sistema de creencias es fundamental para enfermarse y para curarse –ya en la época en la que los brujos de las tribus señalaban con un hueso a uno de los suyos, diciéndole que en poco tiempo moriría, el mismo terminaba realmente por morir. En cambio los conquistadores, a quienes los brujos señalaban con su hueso, no registraban problema alguno, pues en su sistema de creencias no figuraba la programación de tener que morir por ser señalados por un hueso.
Es importante mencionar que cuando se analiza la distribución de los afectados por SIDA en el mundo se encuentra que el mayor número reside en el África subsahariana, en países como Botswana, Lesotho y Zimbabwe, donde hasta el 40 por ciento de la población está afectada. En América, el país con mayor número de personas diagnosticadas con SIDA es Haití, con un 6 por ciento de la población; una cifra muy por debajo de los países africanos.
Los americanos y europeos esgrimen que la gran cantidad de afectados en África se debe a la promiscuidad, cuando en realidad se debe a que en esos países se encuentra la mayor cantidad de personas, sobre todo mujeres, que padecen de una profunda tristeza crónica debido a las condiciones de extrema pobreza, sometimiento y marginación en las que viven.
En contraposición, existen en el mundo lugares con muy baja cantidad de afectados por el SIDA. Países como España, México, Venezuela, Colombia y Brasil tienen los menores índices de afectados; incluso en las favelas de Río de Janeiro o de San Pablo la cantidad es ínfima. Aquí cabría preguntarse cuál es el factor determinante para esta distribución de afectados. Resulta que, según encuestas realizadas en Suiza, estos países están entre los más felices del mundo; y a pesar de que en ellos también existe pobreza y marginación, las personas viven con una actitud positiva, poco temerosa y de gran alegría.
Lo importante es salir de la hipnosis inducida por el miedo. Pero cabría preguntarse si los individuos que fueron señalados como VIH positivos quieren salir de la hipnosis o les es más fácil echarle la culpa a un virus “asesino” de los padecimientos que les causa el SIDA sin siquiera esforzarse por encontrar otra alternativa para dejar atrás la enfermedad.
El miedo puede matar más que cualquier virus. La alegría y la felicidad pueden ser de gran ayuda para arrancar de raíz cualquier enfermedad.
Fuentes:
• http://www.holisticamente.com.ar/sida.htm
• Revista “El Guardian de la Salud” edición Nº69
• http://muybuenasnuevas.blogspot.com/2010/04/el-vih-no-existe.html
• http://www.buscasdeweb.com/blogg/el-sida-se-cura-el-vih-no-existe-mitos-de-la-enfermedad-del-siglo/
• Dr. Roberto Giraldo – “La gran estafa del SIDA”
Fuente del texto de esta nota: www.otrasalternativas.com.ar