Y quién será Ronald Shakespear? Según tenía entendido, o me dieron a entender, como alumno de diseño no podía perderme la charla y la presentación de su libro. Uno que no es ajeno a las presentaciones literarias ni a los nuevos nombres, supuse que la cita era una buena propuesta.
El jueves 13, el auditorio del Parque España vió como todos abrigados llegábamos hasta sus puertas. Imaginesé, al lado del río, a las 8 de la noche… cualquier cosa valía para no sufrir el frío. Gorras, gorros, camperas, camperones, sobretodos, sacos, pullouvers, poleras. Algunos soplaron para calentar sus manos, otros movíamos las piernas para mantenernos vivos y a los de más allá se los veía refugiarse en ese mítico calorcito del cigarrillo. Un momento después, las puertas se abrieron.
El auditorio para 400 personas y de elegantes (y cómodos) asientos no tardó en recibir a la persona más esperada de la noche. Entonces, entró él. Un hombre de más de 60, peinado “ocasional”, camisa azul de puños desabrochados y pantalón oscuro.
La gente cesó el murmullo de cuestiones personales y yo me reacomodé en el asiento.
Como corresponde a las exposiciones de estos tiempos, la introducción o el prólogo le corresponden a los amigos. Ahí lo tiene a Daniel Rabinovich que no tuvo mejor cómplice que Joan Manuel Serrat para el comienzo de su libro, y para esta tarea, Hugo Kogan fue quién participó al público de las características y virtudes de Ronald.
Hugo, diseñador industrial, ideador de cosas tan conocidas en nuestras vidas como el “Magiclic” no tuvo contemplaciones en alagar a su amigo y su libro que muy buenas críticas se llevó. Si me pongo a recordar, sobre el libró habló más el, que el propio autor. Conferencias modernas, ¿vió? Un libro que no tiene una pizca de teoría o conceptos clásicos sobre diseño o análisis. “Un libro de cuentos” –señaló Kogan- y Shakespeare asintió satisfecho con la mirada.
Sin dudas se conocían hacía mucho. La voz de Hugo narraba firme y serena frente a todos. No era simplemente enumerar las virtudes de un libro, sino contar, como quién transmite orgulloso de boca en boca, lo que había hecho su amigo. Así, y con ese calor, se sucedieron las acotaciones y frases de Hugo.
Hecha la presentación, las miradas se dirigieron a la otra persona en la mesa. Pero si yo tengo que describir quién es Ronald Shakespeare ¿qué puedo decir? Aprovechándome de ser un aficionado a este tipo de narraciones, voy simplemente a tomar un ejemplo de los vistosos que en seguida quedan grabados en la memoria de uno. ¿Vieron esa manito amarilla que señala la parada de los taxistas? Bueno, él la diseñó. Claro, visto de esta forma, bien podría parecer que lo único importante que hizo fue eso. Entonces digamos que entre otras cosas más, esos carteles que a uno le contestan “¿Y hasta donde llega la línea A del subte?” también los hizo el. Por supuesto, esos carteles y todo lo que vemos colgado y sin colgar en los subtes de Buenos Aires. Señales en hospitales, las características de los animalitos de TEMAIKÉN (y hasta la misma palabra TEMAIKÉN), todo eso, lo hizo este rosarino.
Ronald empezó ahora su propia charla y no pudo mantenerse mucho tiempo sentado. Sin caminar demasiado, se paseaba en cortos y pocos pasos de un lado a otro. Tenía una mirada tranquila pero su voz demostraba que detrás había energía vivaz y años de haber vivido.
Tal como lo habían antecedido, el dijo que su libro no tenía mejor descripción que la de “un libro de cuentos”, porque eso quería él, y eso consiguió. Nada de conceptos ni consejos enciclopédicos, él simplemente quiso contar sus experiencias. Como no podía ser de otra manera, el resto de la conferencia siguió ese rumbo. Contó algo de su vida profesional, de sus aciertos y de los “no tan aciertos”, y convidó de anécdotas claras y muy precisas. Sin temor de viajar, se remontó hasta la época de la Reina Victoria para demostrar que los planes bien sostenidos pueden dejarte al umbral de una felicitación, o de la conquista del mundo.
“No hay acción sin un proyecto”. Esas fueron sus palabras. Lógica y coherencia con pocas letras.
El resto de la noche transcurrió con algunas historias más y su constante ir y venir. A veces aceleraba el ritmo de la oración y parecía que amontonaba palabras unas con otras para volver luego a la calma de antes.
Sin dudas, es uno de esos tipos que se arriman para espiar al mundo más de cerca. Que se pone a mirar lo que miran. Alguien que con el lápiz y el papel puede hacer un universo, o una cosa sencilla, o cotidiana. Ronald parece ser una especie de duende que cada tanto, sale fuera del tiempo para colocar con su mano esas pequeñas cosas en nuestras vidas y que de repente, un día están ahí y dicen “A donde usted quiere ir, es por acá”.
Presentación del libro “Señal de Diseño” de Ronald Shakespear.
Rosario, Jueves 13 de 2004.
Leonardo A. Grasso.
leo@grasso.com.ar