Los tres ladrones prepararon el golpe con minuciosidad. Primero llegaron a una concesionaria de motos de Capitán Bermúdez y se mostraron interesados en comprar una. Dos días después, regresaron y concretaron el atraco. Sus movimientos fueron selectivos: cargaron en un utilitario solamente cinco motos valuadas en 200 mil pesos después de inmovilizar a dos empleados. Uno de los maleantes se marchó en una de las motos sustraídas por la ruta provincial 11.
Cerca de las 20.30 del viernes, el empleado Gustavo Pesce acomodaba algunos papeles en la sucursal de Motor Dos ubicada en San Lorenzo 1729, de Capitán Bermúdez. Faltaba media hora para el cierre del local, donde se venden exclusivamente motos Yamaha. El mecánico que trabaja con él había ido a devolver un envase.
Gustavo levantó la vista y distinguió a dos muchachos a los que reconoció enseguida. Eran el joven de cutis trigueño y el otro de contextura robusta que el miércoles habían preguntado, con una tonada «mendocina», el precio de un cuatriciclo.
Pesce presumió que eran clientes. Pero su saludo fue interrumpido abruptamente por los recién llegados. Uno de los jóvenes retuvo al empleado mientras su socio apoyaba el caño de una pistola en la espalda de Pesce. «Andá para atrás, si no sos boleta», exclamó uno de los malhechores. El empleado y su captor fueron hacia el taller. «Me tiraron al suelo, me pegaron un culatazo en la cabeza y un par de patadas», contó el empleado.
El paso siguiente de los maleantes fue la pregunta de rigor. «Dónde están las llaves de las motos», inquirió amenazante uno de ellos. Pesce les indicó que estaban en un escritorio lindante con el taller. Uno de los ladrones las recogió y continuó la tarea. Lo ayudó un tercer ladrón que esperaba afuera al mando de un utilitario blanco.
Las más caras.
Los movimientos de los intrusos fueron precisos. Sólo cargaron las motos de mayor valor. Se llevaron una Yamaha R 1 de 1.000 cc valuada en 20 mil dolares, una Yamaha Sazer de 600 cc con un precio en el mercado de 13.600 dólares, un cuatriciclo de la misma marca de 700 cc por 12.000 dólares y otro de 250 cc —marca Yamaha Banshee— valuado en 8.500 dólares.
Finalmente, los ladrones recogieron una Yamaha de 250 cc que un cliente había dejado para que la controlaran. Mientras esto ocurría, Pesce seguía a merced de un ladrón, que lo había maniatado y amordazado con cinta de enmascarar que encontró en un escritorio. En todo ese lapso fue intimidado. «Después se quejan si los matan», repetía el intruso mientras lo encañonaba con una pistola.
En medio del atraco, el mecánico llegó al local. Corrió la misma suerte que su compañero. Lo llevaron al baño, pero no lo inmovilizaron. Los ladrones no se conformaron con el botín obtenido. También se apoderaron de los 4 mil pesos que había en la caja. Cuando habían transcurrido quince minutos, los asaltantes se marcharon. Dos de ellos se subieron al utilitario y el otro se fue conduciendo una de las Yamaha. Se esfumaron por la ruta 11 y hasta anoche no habían sido localizados.
fuente: La Capital