Unos llenan su tina, colocan las sales marinas de su preferencia y entre velas y aromas se relajan con la espuma de un baño. Otros sufren cada día por conseguir una gota de agua. Tienen que madrugar para asegurar unos cuantos tobos que garanticen las tareas domésticas. Los menos afortunados se mueren por la falta del líquido y, a pesar de que caminan kilómetros interminables para conseguir sólo agua para beber, se mueren en el intento.
Si para algunos el presente es sombrío, el futuro se asoma todavía más desalentador. Y es que la Tierra se enfrenta en el siglo XXI con una grave crisis de agua. Así lo destaca el informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, titulado Agua para todos, agua para la vida.
Hoy es el Día Mundial del Agua, un recurso no renovable que merma cada día más gracias al despilfarro y a la equívoca gestión de los recursos hídricos, esencialmente causada por la utilización de métodos inadecuados. El informe de Naciones Unidas asegura que se trata de un problema de actitud y de comportamiento que, en su mayoría, son identificables y localizables.
Ignacio Rodríguez Iturbe, doctor Honoris Causa de la Universidad del Zulia (LUZ) en una visita a Venezuela, afirmó que la escasez de agua, ciertamente, es un obstáculo fundamental para el desarrollo sustentable y sostenible de cualquier región, lo que se traduce en una amenaza a la vida en el planeta.
El también catedrático de Universidad de Princeton de los Estados Unidos precisó que el problema del agua tiene múltiples dimensiones: política, de recurso natural y de planificación, pero también tiene sus aristas en el aspecto local, regional e internacional.
Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que casi 900 millones de personas a nivel mundial carecen de agua potable. Se estima que para el 2050 cerca de siete mil millones sufran por la escasez. El informe clasifica 180 países y territorios según la cantidad y calidad de agua disponible.
Kuwait, Gaza, Emiratos Árabes, Bahamas y Qatar son los que acusan mayores necesidades por disponer de las menores reservas de agua potable por individuo. En el otro extremo figuran Finlandia, Canadá, Guyana Francesa, Islandia, Guyana, Surinam y Congo-Kinshasa, países todos ellos con las mayores reservas de agua potable por individuo.
Entre dulce y salada
El promedio mundial del uso doméstico del agua es de 180 litros por día. En Canadá hay un consumo personal de 500 litros, que al compararlo con países como Etiopía donde el consumo personal por día es de 2 litros, se evidencia los niveles de frustración de agua que viven algunos países del mundo.
Francisco Stephen, ambientalista, explicó que únicamente el 2,53 por ciento del total de agua existente en el planeta es dulce y el resto es salada. Cerca de las dos terceras partes del agua dulce se encuentran inmovilizadas en glaciares y al abrigo de nieves perpetuas. Los recursos de agua dulce se ven reducidos por la contaminación. El experto en salud ambiental manifestó que unos dos millones de toneladas de desechos arrojan diariamente en aguas receptoras, incluyendo residuos industriales y químicos, vertidos humanos y desechos agrícolas.
Las ciudades más pobres resultan siempre ser las más afectadas. Las estimaciones más recientes sugieren que el cambio climático será responsable del 20 por ciento del incremento de la escasez global del agua.
Desafíos a superar
Pero ¿qué hacer frente a esta insuficiencia de agua?, ¿cuáles son las medidas que se deben tomar? Stephen puntualizó varios desafíos. El primero de ellos apunta a satisfacer las necesidades humanas básicas, ya que las dolencias relacionadas con el agua son una de las causas más comunes de enfermedad y de muerte entre los pobres en los países en desarrollo.
El segundo busca proteger los ecosistemas, y el agua constituye una parte esencial de cada uno de ellos. El caudal de alrededor del 60 por ciento de los mayores ríos del mundo ha quedado interrumpido por alguna estructura hidráulica. Las necesidades divergentes del entorno urbano constituyen el tercer tema planteado. Según las estimaciones del experto, el 48 por ciento de la población mundial actual vive en pueblos y ciudades. En 2030 la proporción será de cerca del 60.
Las aglomeraciones urbanas concentran desechos ,y cuando la gestión de los residuos es precaria o inexistente, las ciudades se transforman en los entornos más peligrosos que existen en el mundo. De ahí que se hace imperiosa la adopción de ciertas medidas para mejorar el suministro de agua, el saneamiento y el control de las inundaciones en las ciudades.
El cuarto desafío habla de asegurar el suministro de alimentos para una población mundial creciente. Con una agricultura no controlada se logra alimentar a unos 500 millones de personas; por eso, para alimentar a la población mundial actual, de seis mil millones de individuos, es necesario recurrir a la agricultura sistemática.
Promover una industria más limpia es el último escalón. La utilización del agua en los procesos de fabricación, a menudo en grandes cantidades, es muy corriente. Luego, se devuelve a los sistemas locales y a no ser que se trate de forma adecuada, es una amenaza para las aguas superficiales y subterráneas en las que se vierte.
Fuente: LaVerdad.com – María Paola Sánchez – Maracaibo