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Sembrar los cielos para generar precipitaciones. La siembra de nubes consiste en liberar partículas de yoduro de plata u otros aerosoles en nubes que cumplen ciertas características con un objetivo claro: causar lluvia o nevadas.
La humanidad lleva tiempo soñando con que puede cambiar el clima. Soñamos con que llueva cuando queremos. Y con que deje de hacerlo cuando no nos conviene. Ahora a esa aspiración, tan vieja como la humanidad misma, se suma un nuevo aliciente: la sequía. A lo largo de las últimas décadas la falta de lluvias ha tomado tintes históricos, un problema que irá a mayores.
Con ese telón de fondo algunos territorios apuestan por la «siembra de nubes». Suena futurista, pero la técnica se remonta a mediados del siglo pasado y tenemos datos suficientes para valorar su efecto con perspectiva. La cuestión es, con todo ese bagaje acumulado: ¿Funciona o no funciona?.

La siembra de nubes, o bombardeo de nubes, es una técnica enfocada a provocar lluvia o nieve. Aunque se pueda suponer como una invención reciente, la verdad es que la historia de este proceso artificial se remonta a los años 40, específicamente a 1946.
El responsable de comenzar la siembra de nubes fue Vincent Joseph Schaefer, un químico y meteorólogo estadounidense. Durante el año referido, el científico llevó a cabo la primera serie de experimentos para investigar la física de la precipitación.
Como tal, la técnica en cuestión fue empleada por primera vez en Massachusetts, Estados Unidos. En aquella ocasión Vincent Joseph Schaefer y su equipo lograron sembrar nubes con bolitas de hielo seco, consiguiendo, así, producir nieve. El evento, según Britannica, dio inicio a la meteorología experimental y al control del clima.
Desde entonces, la siembra de nubes se ha seguido desarrollando y usando para combatir sequías en diferentes partes del mundo. México, en sus regiones más áridas, no ha sido la excepción. Igualmente, la Ciudad de México es un lugar donde la técnica se ha puesto en práctica.

Qué es y cómo se hace la siembra de nubes
Además de lo mencionado hasta el momento, se puede agregar que la siembra de nubes consiste en la liberación de yoduro de plata en estas masas de la atmósfera. El sistema no puede ser aplicado a cualquier nube; las seleccionadas deben contener agua por debajo de los cero grados Celsius. De dicha manera se logra condensar la humedad en gotas.
Al paso del tiempo se han utilizado distintos medios para dispersar el yoduro de plata en las nubes. En la actualidad es común el uso de drones, pero aviones y cohetes también figuran en la tarea.
A pesar de la expectativa que puede generar la siembra de nubes, los científicos advierten que esta no es ni simple, ni mágica. Al respecto, en el texto publicado en The Conversation, William R. Cotton, profesor emérito en meteorología de la Universidad Estatal de Colorado, afirma que la técnica no es tan prometedora como la gente desea, pues los experimentos requieren el tipo correcto de nubes, y las condiciones adecuadas de temperatura y viento.

Drones para la siembra de nubes
Sobre la mesa desde hace décadas. La promesa de aumentar las precipitaciones casi a la carta, cuando son más necesarias, captó hace tiempo el interés de los gobiernos. Y lo sigue haciendo a día de hoy. En Emiratos Árabes Unidos (EAU) recurren a flotas de drones para sembrar nubes y generar lluvias artificiales y en China quieren tener cubierto 5,5 millones de kilómetros cuadrados, más o menos el 60% de su territorio, con programas de este tipo para mediados de la década.
Al otro lado del Atlántico, en EEUU hay diferentes estados, como Idaho, Utah, Colorado o California, que han apostado por operaciones similares para combatir la sequía. La misma estrategia se sigue en el oeste, donde la agencia NOAAA prevé que el problema se agrave esta temporada.

Con información de: https://www.ngenespanol.com/ https://www.xataka.com/
Fuente: NuestroClima.com