
Pez devorador de plástico diseñado por estudiantes gana concurso de robótica bioinspirada
Pez devorador de plástico diseñado por estudiantes gana concurso de robótica bioinspirada
La contaminación plástica amenaza la vida en mares, ríos y lagos, afectando a miles de especies y ecosistemas. Frente a este escenario, una estudiante de química de la Universidad de Surrey desarrolló un prototipo innovador: un pez robótico capaz de nadar, recolectar microplásticos y filtrar el agua. Se trata del Robo-fish, un invento bioinspirado que une tecnología y sostenibilidad.

De concurso académico a prototipo funcional
El Natural Robots Contest, organizado por la Universidad de Surrey en Reino Unido, abrió sus puertas al público en mayo de este año para recibir propuestas de robots inspirados en la naturaleza. El objetivo era claro: transformar las mejores ideas en prototipos que aportaran soluciones a problemas ambientales.
La ganadora fue Eleanor Mackintosh, estudiante de química, con un diseño que destacaba por su sencillez y aplicabilidad. Su concepto se basaba en crear un pez artificial capaz de nadar como un pez real, con un giro innovador: recolectar microplásticos presentes en los cuerpos de agua. Gracias a este enfoque, el proyecto pasó rápidamente del papel a un prototipo físico que hoy ya puede ponerse a prueba.
El concurso también apostó por la colaboración abierta: los planos del dispositivo están disponibles en código abierto, lo que permite que ingenieros y ciudadanos de todo el mundo contribuyan a perfeccionarlo. Esta decisión convierte al Robo-fish en una herramienta no solo tecnológica, sino también participativa, con el potencial de crecer más allá de los laboratorios.

Un mecanismo inspirado en las branquias
El Robo-fish mide 50 centímetros y nada moviendo su cola, con la boca abierta para recolectar agua cargada de microplásticos. Dentro de su cavidad interna, una malla fina en sus branquias artificiales permite que el agua fluya pero atrapa las partículas contaminantes. Este proceso imita la eficiencia natural de las branquias reales, que filtran oxígeno en los peces, pero aquí con el objetivo de limpiar.
El prototipo puede recolectar partículas de hasta 2 milímetros y cuenta con sensores para medir turbidez y luz subacuática. También incorpora una unidad de medición inercial (IMU) que rastrea su movimiento en el agua. Como detalle llamativo, el dispositivo incluso brilla en la oscuridad, haciendo más visibles sus pruebas.
Aunque actualmente funciona por control remoto con cable, se planean mejoras ambiciosas: mayor potencia en la cola, un cuerpo más aerodinámico y, sobre todo, la capacidad de nadar de forma autónoma.

Bioinspiración como respuesta a los desafíos ambientales
El desarrollo del Robo-fish demuestra el poder de la bioinspiración para resolver problemas complejos. Mackintosh eligió a los peces porque están perfectamente adaptados a la vida acuática y porque sus branquias son uno de los mecanismos más sofisticados de filtración en la naturaleza. Adaptar ese principio a un robot convierte un proceso natural en una herramienta tecnológica al servicio del medioambiente.
La estudiante lo explicó con claridad: la contaminación plástica es un problema global y diverso, que no se limita a los océanos. También afecta ríos, lagos y estanques, por lo que ninguna solución puede ser universal. Un robot versátil y de bajo coste podría convertirse en un aliado para diferentes escenarios de limpieza, contribuyendo a la restauración de los ecosistemas acuáticos.
Más allá de la tecnología, este invento también transmite un mensaje: la innovación no siempre surge de grandes corporaciones, sino también de la creatividad de jóvenes estudiantes comprometidos con el planeta.
Referencia:
- Robotics researchers turn the public’s ideas into ‘robo-fish’ reality. Link.
Fuente: CerebroDigital.net