Se trata de un grupo de artistas devenidos payasos gracias a la fusión de música, acrobacia, danza, chistes buenos y malos, en fin todo ese cúmulo de acrobacias que el artista entregado realiza arriba del escenario para sacarle una sonrisa sincera al espectador.
Y para eso se ponen encima todos los colores quita malaonda, se mueven al ritmo de su propia música, se trepan al cielo con una soga a punto de quebrarse y otros malabares que cobrarán fuerza en el mismísmo instante escénico en que intenten sacar la acidez de los cuerpos anquilosados de la rutina.
Y experiencia no les falta, se han topado con amargos de muchos países y provincias: España, Perú, México, Colombia; Córdoba, Mendoza, Buenos Aires, entre otros. Junio es el turno del querido público rosarino, ese que le cuesta relajarse y abrir el plexo solar para recibir una vibración diferente.
Un frenate loco al diario vivir para descontracturar la razón al ritmo del clown.