Transcripciòn de la conferencia dada en la Universidad Hebrea de Jerusalén, por el referente latinoamericano del humanismo, Tomás Hirsch
Publicamos la transcripciòn completa de la conferencia dada el 19 de Febrero de 2011 en la Universidad Hebrea de Jerusalén, por el referente latinoamericano del humanismo, Tomàs Hirsch. Sus reflexiones y su mirada a la situación actual de Amèrica Latina, asì como sus propuestas, van màs allà de la simple exposiciòn de una visiòn para compartir una posiciòn frente al mundo.
Pressenza, Jerusalen, 20/Feb/2011
Quiero agradecer a la Universidad Hebrea de Jerusalén por permitirme compartir algunas reflexiones sobre el proceso que se vive en América latina. Me tomaré un tiempo para dar una mirada a la situación actual y luego me detendré en una nueva propuesta que nace hoy en nuestra región.
¿Cuáles son las tendencias actuantes mundiales y qué está ocurriendo en Latino América?
Con la mundialización avanza la regionalización y en ese contexto Latinoamérica se está integrando, está creciendo económicamente, fortaleciendo sus democracias y avanzando hacia una mayor participación de sus pueblos originarios y en general de sus sectores mas discriminados. Veamos esto más de cerca.
Latinoamérica está viviendo una gran dinámica social. En muchos países asistimos a la modificación de la estructura y organización de la sociedad en el intento de los pueblos de acceder a mejores condiciones de vida. Nuevas constituciones en Venezuela, Ecuador, Bolivia que garantizan derechos antes denegados. Lo que sucede en Brasil, como resultado de la aplicación de políticas económicas y sociales con un fuerte contenido de justicia social de Lula, el tema educativo y de salud en Venezuela con la ayuda de los cubanos, como los nuevos beneficios sociales en Argentina son algunas muestras de esta dinámica.
Hay conflictos y tensiones sociales por la búsqueda de estos nuevos derechos, que se han traducido en leyes antidiscriminación en Argentina, en Bolivia, en Ecuador. Muy destacable es la toma de conciencia que se ha ido produciendo por parte de los pueblos originarios en reclamo de sus derechos. Así sucede en Bolivia, donde además Evo es reelecto con una inmensa mayoría. Pero han sido importantes también las movilizaciones de los mapuches en el sur de Argentina y Chile y de las etnias en Perú.
Definitivamente Latinoamérica está en movimiento: hay múltiples acontecimientos en el ámbito político, económico, social, cultural, étnico, institucional, religioso, espiritual que muestran un nuevo momento.
También han habido accidentes, como los fuertes terremotos en Haití y en Chile, las dramáticas inundaciones en Brasil, el derrame de petróleo en el Golfo de México, o la muerte de Néstor Kirchner en Argentina. Y sin duda se debe destacar el accidente y posterior rescate de los 33 mineros en Chile.
Si bien son muchos los acontecimientos, reconocemos tres factores relevantes que están actuando en la región:
Un primer factor relevante ha sido la fuerte crisis económica, sobre todo del sistema financiero de USA, que ha pegado en Europa desencadenando una crisis económica, laboral, social y política. A su vez esta crisis ha reforzado el rol de China como centro determinante de la economía mundial. Esta crisis ha contribuido a impulsar la integración regional, sobre todo con la intensa agenda multilateral de la UNASUR, pero también con el Mercosur y otras instancias multi y bilaterales. Ese impulso integrador, a su vez se ha visto afectado, “atacado” por intentos de desestabilización de las democracias, por el momento con escaso éxito: En ese marco se pueden reconocer los fracasados intentos de golpes militares en Venezuela, Bolivia y Ecuador, así como el realizado con “éxito” en Honduras que es una suerte de advertencia a los países de la región. También la fuerte descalificación mediática hacia los gobiernos de Cristina Fernández en Argentina, de Evo, de Correa y otros, obedece a esta misma lógica desestabilizadora, que está en el apogeo de su actividad.
Esta crisis económica y sobre todo del sistema financiero de USA y Europa, ha golpeado poco a la región latinoamericana cuya economía no es fuerte en el ámbito financiero sino que está básicamente construida sobre la exportación de materias primas. Así, iniciado el nuevo siglo una crisis golpea mucho más fuerte al llamado mundo “desarrollado” mientras Latino América se fortalece, desarrollando sus relaciones económicas con Asia y especialmente con China, abasteciendo con sus materias primas la creciente demanda de ese país. Así, Latino América no ha tenido un aumento significativo del desempleo, y por el contrario, su economía ha crecido y sus reservas han aumentado. Brasil por ejemplo, en los últimos 4 años redujo su desempleo del 12 al 6,8% mientras aumentó sus reservas de 30 a más de 300 billones de dólares. Perú crece a tasas solo superadas por China mientras por primera vez Bolivia logra tener reservas monetarias internacionales.
Es destacable como en Brasil el gobierno de Lula sacó a más de 25 millones de personas de la pobreza mientras consolidó acuerdos económicos no solo con China sino que también con África. Igualmente, en Argentina, en plena crisis, fue el único país del planeta en el que se apoyó a la industria automotriz, evitando el despido masivo. Y mientras tanto ambos países pagaron sus deudas históricas al FMI desligándose de la asfixiante imposición de políticas económicas por parte de ese organismo.
Este crecimiento económico de toda la región, desalineado de USA y Europa, y acompañado de un progresismo creciente del que ya hablaremos, es una de las características relevantes de este momento. Mientras Europa está envuelta en una crisis generalizada y Estados Unidos está complicado, Latino América crece y se desarrolla con integración y progresismo. Sin duda no todo es positivo: Hay nubes amenazadoras entre Nicaragua y Costa Rica; en México aumenta la violencia urbana con municipios totalmente controlados por el narcotráfico, y la desigualdad entre ricos y pobres crece en algunos países a niveles nunca antes vistos.
Un segundo factor que podría parecer que no tiene que ver con Latinoamérica, es el conflicto del Medio Oriente, incluyendo en él a Israel/Palestina, Irak, Afganistán y sobre todo las crecientes tensiones con Irán, país que Estados Unidos ha convertido en su “enemigo número 1”, con un trasfondo de amenaza nuclear creciente. Es importante comprender que este conflicto ha tocado la región, que no se ha quedado ausente. Brasil intenta asumir por primera vez un rol mediador (seguramente motivados por su intento de ingresar como miembro permanente al Consejo de Seguridad de las UN), Venezuela, Ecuador y Bolivia fortalecen sus vínculos con Irán, con visitas presidenciales y acuerdos económicos, políticos y militares. Y recientemente varios de los países de la región han sido los primeros del planeta en reconocer a Palestina como Estado independiente y soberano. Lo incluyo como factor relevante porque refleja bien un tema que es central para comprender el nuevo momento: Latinoamérica se está constituyendo como Región.
Hoy, cuando vivimos un proceso que avanza hacia la regionalización en desmedro de los países aislados, me parece posible observar en Latinoamérica un avance significativo en esa dirección. Me atrevo a decir que Latinoamérica podría estar en condiciones de hacer un aporte al mundo mostrando lo que puede ser la Integración del siglo 21, tal como hizo Europa con su proceso de integración del siglo 20. Esa integración necesariamente deberá ser no solo económica, sino política, social, cultural, étnica, ambiental, humana.
Un tercer factor determinante ha sido la profunda crisis de la iglesia católica, acusada de ocultar innumerables casos de delitos de pedofilia cometidos por los miembros de su clero. Cientos de casos han sido denunciados en todos los países de la región y de Europa, salpicando a las más altas autoridades de dicha iglesia, que se ha visto debilitada, creándose un espacio para la promulgación de un gran número de leyes progresistas, normalmente bloqueadas por los sectores más conservadores. Así América Latina ha visto desde las leyes de matrimonio igualitario en Argentina hasta nuevas leyes de no discriminación, de libertad de expresión, de libertades personales, derechos laborales y reconocimiento de la diversidad étnica, un aire de nuevas libertades y derechos recorre la región. No podría decir que todas estas leyes han sido el resultado de la crisis de la iglesia, pero sin duda que esa situación de debilidad facilitó la aprobación de medidas largamente resistidas por las conservadoras jerarquías eclesiásticas locales.
Planteados estos tres factores quiero volver a enfatizar en que comprendemos el momento actual como de Regionalización, de fortalecimiento de las regiones y de desdibujamiento de los países. En este proceso, con el fortalecimiento de Brasil y de toda Latinoamérica, podría incluso surgir una nueva concepción regional que por primera vez incluya a Estados Unidos, México y Centro América.
Son muchos los factores externos que pueden atentar contra este panorama auspicioso para Latinoamérica que estamos mostrando, pero son los factores internos los que se deben atender y resolver: 1. La globalización provoca múltiples cambios en aspectos sicosociales: asistimos al renacimiento de nacionalismos culturales expresados como afirmación de lo propio, como fundamentalismos y ortodoxias y simultáneamente se puede observar una tendencia universalista, una cultura humana integradora de la diversidad cultural. Acá enfrentamos un desafío: Si se fortalecen estos nacionalismos culturales, el proceso se volverá desintegrador y peligroso ya que estará marcado por la violencia racial, cultural, étnica y religiosa. Es necesario entonces fortalecer una cultura que tienda a la universalidad y que permita la expresión de las distintas creencias y tradiciones, permitiendo convivir y progresar a todo ser humano independientemente de su credo, raza, cultura. Es decir que será necesario hacer prevalecer una cultura de la No Violencia Activa como metodología de acción personal y social.
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El acelerado crecimiento económico está concentrándose también aceleradamente y esto puede distorsionar completamente el proceso de integración, al marginar a sectores de la población y no incorporarlos a la participación y desarrollo. Si esta tendencia no se corrige, corromperá toda la institucionalidad regional que se pretenda construir.
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Uno de los factores que ha posibilitado este nuevo momento en Latinoamérica es su compromiso de constituirse como zona libre de armamento nuclear, compromiso adquirido en el Tratado de Tlatelolco en 1969. La nueva riqueza adquirida podría tentar a países como Brasil a constituirse en nuevas potencias nucleares, lo que probablemente haría imposible una futura integración regional en términos paritarios. Contrariamente, el avance hacia una desmilitarización de la región y una reducción progresiva y proporcional del presupuesto bélico, podrían además levantarla a una posición ejemplar ante la población mundial.
Finalmente, en este proceso de regionalización, al que se van uniendo los diferentes países y gobiernos, las tradicionales categorías de izquierda y derecha se han desdibujado y no son ya útiles como elementos de análisis. Tampoco nos sirve referirnos como “progresismos” a las viejas izquierdas por el hecho de haber moderado sus viejos esquemas estatistas. La época presenta nuevos dilemas entre nacionalismo y universalismo, entre aislamiento y regionalización, entre concentración de poder y democracia real, entre violencia y no violencia, entre el ser humano y su sentido y la deshumanización.
Este complejo contexto histórico lleno de peligros pero también de posibilidades está necesitando del surgimiento de nuevos proyectos mundiales, nuevos ideales universales que orienten la acción transformadora del ser humano, de una nueva espiritualidad que de unidad y cohesión a las distintas culturas que se están encontrando y chocando en cada rincón del planeta.
Los humanistas de Latinoamérica nos inspiramos en las enseñanzas de Silo, pensador y místico latinoamericano, su mensaje inspiró al nuevo humanismo y a los partidos humanistas y ha comenzado a conectar a los hombres y mujeres de diferentes latitudes, sobre todo jóvenes, que buscan encontrar un sentido para sus vidas, que aspiran a la construcción de un mundo mejor.
Silo nos habla de superar el temor, el deseo, el sinsentido, la violencia, el sufrimiento y de cómo se alcanza el sentido y la plenitud. Se trata de una nueva espiritualidad que se traduce y expresa en el Humanismo Universalista.
El Humanismo Universalista ubica al Ser Humano como valor central. No al dinero, dios, la patria, el estado ni otro valor. El Ser Humano como Valor central. Coherentemente con esto, plantea la No Violencia Activa como única metodología válida de acción. Propone la democracia real por sobre la actual democracia formal. En materia económica discute la actual relación entre capital y trabajo y se opone al capital especulativo, exigiendo la reinversión del capital productivo mientras propone la propiedad participativa de los trabajadores en la empresa, en la que deben participar tanto de las utilidades como de las decisiones. El Humanismo Universalista plantea la necesidad de la descentralización del aparato estatal encaminando la lucha política hacia la creación de un nuevo tipo de sociedad; una sociedad flexible y en constante cambio, acorde con las necesidades dinámicas de los pueblos hoy por hoy asfixiados por la dependencia.
Este Humanismo se ha ido expresando en el mundo como partidos políticos, organizaciones sociales y culturales, centros de estudios, etc.
Como ven, he querido ir más allá de simplemente exponer mi visión de América Latina. He querido compartir también con ustedes mi particular visión y posición como Humanista. No quisiera terminar sin antes invitar a quienes se interesen, a conocer más del Mensaje de Silo y de sus múltiples expresiones en el mundo. Muchas gracias.
Tomás Hirsch, who lives in Santiago de Chile, is part of the International Humanist Party Team. He was spokesperson for New Humanism in Latinamerica and, on 2005, presidential candidate for Humanism and the Chilean left parties