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El anuncio de “disolución” de la AFIP no elimina el sistema impositivo. Milei sumó nuevos gravámenes y aumentó otros, salvo Bienes Personales, que lo adelgazó.
Sin la reducción de impuestos prometida en campaña, con la reimplantación de la cuarta categoría de Ganancias y luego de reducir a casi nada la alícuota de Bienes Personales a los más ricos del país, el gobierno de los hermanos Karina y Javier Milei apeló a su práctica más eficaz, el lanzamiento de bombas de humo, al anunciar la “disolución” de la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip), creada por el “mejor presidente de la democracia”, Carlos Menem, en 1996. Mientras el organismo se diluye, la gestión libertaria dispuso la creación de otro en su reemplazo, la Agencia Recaudadora y Control Aduanero (Arca) que, por las políticas implementadas en estos diez meses de gobierno, no puede preanunciar otra cosa que un diluvio para el trabajo y la producción nacionales.
La idea del asesor monotributista Santiago Caputo fue ingeniosa, puesto que los primeros comentarios a los posteos oficiales fueron de desprevenidos que festejaron “la noticia” al creer que la eliminación del organismo era homologable a la desaparición de la estructura impositiva del país. Que, por otras razones, se reduce, pero para los que más tienen, y también como consecuencia de la estrepitosa caída de la actividad que el Gobierno induce con sus políticas recesivas que garantizan el pago de la deuda externa mediante la malaria interna.
En el imaginario social del “emprendedurismo” –esa forma de autoesclavitud tan extendida en este tiempo– la Afip es el símbolo de la opresión impositiva. Su construcción como la imagen de “lo maligno” se incrustó de tal manera en el sentido común que la bandera argentina desplegada por un hincha durante el Mundial de fútbol en Brasil, que decía “Afip, mirá dónde estoy”, se convirtió en un ícono de época.
Por si fuera necesario aclararlo, lo que se “disuelve” –en rigor, cambia de nombre– es el organismo recaudador y no el sistema impositivo. Que, en todo caso, sería dable discutir por su carácter regresivo, profundizado a través del paquete fiscal que el Congreso le aprobó al Gobierno junto con la llamada Ley Bases. Desde que asumió el León incrementó y reestableció varios impuestos, la mayoría con afectación del poder adquisitivo de los sectores populares.
La disolución de la entidad fue ofrecida al universo libertario como otra forma de achicar el Estado –que, como dijo Martínez de Hoz, significa en el ideario liberal “agrandar la Nación”– y de terminar con los “curros” y los “ñoquis”. La medida anunciada por el Gobierno a través de la Oficina del Presidente explicó que la eliminación fue para “crear en su lugar un nuevo organismo con una estructura más simple, más eficiente y menos costosa”. Todas palabras maravillosas, sin que se conozca ningún plan de implementación.
“De esta manera, el gobierno nacional destruirá los circuitos corruptos, eliminará privilegios del pasado y optimizará la gestión pública”, señaló la comunicación oficial, sin explicar cómo abordará esos desafíos. De hecho, a pesar del anuncio, al día siguiente no se publicó en el Boletín Oficial la disolución de la Afip ni la creación de la Arca.
El Gobierno también aprovechó para anunciar el despido de “3.155 agentes que ingresaron de manera irregular a la Afip durante el último gobierno kirchnerista”. La auditoría que los detectó no se conoce, porque lo que importa es el título y no el contenido. Luego dijo que los transferiría.
Tanto es así que, al día siguiente del anuncio, siete personas fueron hasta la sede Rosario del organismo recaudador a tomarse una fotografía con una corona de las que se usan en los velatorios. Siete personas, guiadas por la diputada provincial del Partido Libertario (PL, que ingresó a la Legislatura en la lista de Amalia Granata) Silvia Malfesi.
La casta
La medida no supone ninguna reducción de impuestos. A nadie, por ahora. Pero, también a tono con el clima de época, el Gobierno anunció que bajará los sueldos que su propia administración subió. Y que la actual jefa de la Afip, Florencia Mizrahi, designada por Milei y que continuará a cargo de la Arca, dejará de cobrar un salario de 32 millones que él le otorgó para percibir el equivalente al de “un ministro de la Nación”, cuyo monto no se especificó.
Mizrahi fue tentada por el gobierno libertario para que dejara su actividad en el sector privado, puntualmente en el estudio jurídico-contable Lisicki Litvin & Asociados, para pasar a la Afip. Como se trata de un organismo autárquico, le ofreció un salario que llevó a 32 millones, y ahora la escrachó.
Como la verdad no es un asunto importante, y los hermanos Milei y el asesor monotributista lo saben, difunden como un ahorro significativo para el Estado la reducción de un (1) salario. El de la directora de la Afip. Paralelamente, aunque no hay precisiones al respecto, estudian un “ajuste” del organismo que pondrá en tela de juicio su efectividad para la persecución de la evasión y el control de actividades ilegales como el contrabando y el narcotráfico.
Según reveló el diario La Nación –sí, el diario La Nación–, la renovación de la Dirección General de Aduanas (DGA) se hará mediante la designación de José Andrés Velis, que trabajó durante 44 años en ese organismo. Se había jubilado y residía en Paraguay.
Velis, “durante los ‘90, formó parte de la estructura de un histórico aduanero, ahora fallecido, Damián Sierra, quien fue chofer de Jaime Stiuso para cruzar la frontera a Uruguay después de su declaración en la causa por la muerte del fiscal Alberto Nisman, y entonces pareja de Silvina Tiravasi, cercana a Echegaray”, contó la periodista Camila Dolabjian en el diario fundado por Bartolomé Mitre.
Stiuso, que en realidad se llama Antonio, fue el hombre fuerte de la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side) en el área Contrainteligencia durante varias décadas, en el pasaje entre la dictadura y la democracia. Gastó los pasillos de ese opaco organismo de espías entre 1972 y 2014, cuando el kirchnerismo lo despidió.
Según La Nación, dentro de ese grupo que combinaba espías y sabuesos “también se encontraba Andrés Vázquez, quien asumirá al frente de la Dirección General Impositiva (DGI). Vázquez estuvo en el área de inteligencia y de policía de la Aduana, funciones por las que se cruzaron en distintos años” con Velis.
El mismo diario publicó que los “nuevos” funcionarios de la Arca “son considerados «viejos soldados» del esquema de inteligencia y la antigua Side. De esa estructura formaba parte también Carlos Mechetti, el ex número uno de la Aduana de Ezeiza, allanado y detenido en 2010 por una investigación por contrabando de mercaderías y coimas en el aeropuerto. Le encontraron US$800.000 y $120.000”.
En ambas áreas, la Afip y la Side, talla el hombre fuerte de la Casa Rosada, el joven Santiago Caputo. Con ese personal a cargo de las nuevas estructuras impositivas y de control, el Gobierno de los hermanos Milei “destruirá los circuitos corruptos, eliminará privilegios del pasado y optimizará la gestión pública”. Qué duda cabe.
El pulpo manco
En 2021, cuando era candidato a diputado nacional, el ahora presidente fue tajante en su definición acerca de su posición respecto a los gravámenes. “Antes de subir un impuesto, me corto un brazo”, prometió.
A fines de 2023 votó como diputado, en consonancia con esa filosa premisa, la eliminación del impuesto a las Ganancias para la cuarta categoría –laburantes– que envió al Congreso el entonces ministro de Economía y candidato presidencial, Sergio Massa.
Pero entre la tribuna y el palacio pasaron cosas. Cuando Milei envió al Congreso el paquete fiscal que acompañó a la Ley Bases, reimplantó el tributo de Ganancias para trabajadores en relación de dependencia. Un brazo menos.
Ahora, el mismo día que el Gobierno avisó la “disolución” de la Afip, también anunció que los medios de comunicación pagarán el IVA completo, quitándoles el porcentaje que tenían exceptuado de ese gravamen. Segundo brazo ofrendado a la guillotina.
Apenas asumió, otros dos tentáculos padecieron igual suerte. Por un lado, eliminó el programa Compre sin IVA, que eximía de su pago a productos de la canasta básica, golpeando a los que menos tienen. Y, por el otro, el ministro de Economía, Luis Caputo, duplicó la alícuota mensual del monotributo (la aumentó 110,9 por ciento).
Foto: Jorge Contrera | El Eslabón/Redacción Rosario
También adoptó otras medidas similares, como llevar el Impuesto País (que se paga por compras en dólares en el extranjero) del 7,5 por ciento al 17,5, que el mes pasado volvió a bajar. Además, subió un 15 por ciento las retenciones a los productos de las economías regionales y dispuso un incremento del 22,3 la tasa aeroportuaria.
El impuesto que sí bajó el libertario, hasta niveles casi insignificantes, fue Bienes Personales. Con la aprobación del paquete fiscal que acompañó a la Ley Bases, el Gobierno subió el piso a partir del cual una persona es alcanzada por el tributo, que pasó de $27 millones a $100 millones. También subió el mínimo no imponible de $137 millones a $350 millones para inmuebles destinados a casa habitación o sucesiones indivisas.
Paralelamente, redujo de un modo significativo las alícuotas de ese impuesto que, a nivel mundial, grava las fortunas. Del tope máximo de 1,75 por ciento que existía hasta la aprobación del paquete fiscal, la nueva ley estableció una baja a partir del ejercicio fiscal 2023 que oscila entre el 0,5 y el 1,5 por ciento, según el valor del bien. Y sumó reducciones en los años siguientes tanto en las alícuotas como en las categorías, hasta establecer una única alícuota del 0,25 a partir del período fiscal 2027.
Las personas que tengan bienes en el exterior también se beneficiaron, ya que con la alícuota que era del 2,25 por ciento se unificó a la del 1,5 para bienes radicados en el país.
Paradójicamente, dos días después del anuncio de su “disolución”, la Afip sacó un comunicado por el que anunció que se “reglamentó la extensión del plazo para finalizar el proceso de adhesión al Régimen especial de ingreso del impuesto sobre los bienes personales (REIBP) para los bienes no regularizados en el Régimen de Regularización de Activos”.
“Entre los beneficios al adherir al REIBP se encuentran mantener estabilidad fiscal patrimonial hasta el 2038; no tener que cumplir las obligaciones derivadas del Impuesto sobre los Bienes Personales durante la vigencia de ese gravamen (anticipos, declaraciones juradas, entre otras); y la posibilidad de que los incrementos patrimoniales no generen impuesto adicional a ingresar en bienes personales (excepto algunas donaciones y liberalidades)”, informó la Afip, sobre los beneficios de ser rico y ver reducida la presión impositiva.
Concentrados
En síntesis: la humeante disolución del organismo recaudador no supone ninguna mejora para la gente de a pie, sino que esconde la única política constatable hasta ahora del gobierno libertario: una enorme transferencia de ingresos de los sectores populares e ingresos fijos hacia el pequeño pero vigoroso poder económico.
Un informe elaborado a mediados de año por el centro de estudios Cifra, de la CTA, puso en números ese proceso.
“En primer lugar, se verifica la apropiación de ganancias extraordinarias por parte de 10 empresas cuyo nivel de rentabilidad superó el 40 por ciento de las ventas en el primer trimestre de 2024”, dice el trabajo elaborado por los investigadores Pablo Manzanelli y Leandro Amoretti.
Y ejemplificaron: “Es el caso de Aeropuertos Argentina 2000 con utilidades del 80,1 por ciento de las ventas, Metrogas (74,3%), Pampa Energía (68,3%), Aluar (52,1%), Richmond (51,2%), Mirgor (51,2%), Arcor (50,2%), Ternium (49,6%), Loma Negra (45,8%), Banco Macro (44,9%)”.
Publicado en el semanario El Eslabón del 26/10/24
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