El budismo tibetano, conocido también como lamaísmo, es una de las prácticas religiosas más importantes del budismo, con mayor presencia entre los pueblos mongoles y tibetanos que reconocen al Dalai Lama como su líder espiritual.
Esta tradición milenaria que tuvo sus comienzos al norte de la India, acumuló además conocimientos sobre la mente humana y las técnicas de la meditación, prácticas que requieren de la enseñanza de un maestro y que fueron reconocidas por la ciencia debido a su eficacia terapéutica. Para contar sus experiencias en la comunidad tibetana de Tashi Jong, en el norte de la India, estuvo en Rosario el monje y doctor en filosofía Khenpo Zangpo Bodh, que proviene del Instituto de Altos Estudios Budistas Khamgar Druk College Dharmakara.
Dueño de una conversación pausada y serena, y vestido con el atuendo típico, Khenpo dialogó con Mujer acerca del poder transformador de la meditación, de la que dice transmuta las emociones destructivas a través de la disciplina y el control de la mente.
"La energía espiritual que transmite el budismo como práctica milenaria hoy trasciende esta cultura y se hace fuerte en comunidades como Sudamérica. Observo en las personas una señal de energía y fuerza espiritual que está creciendo y que en un futuro cercano permitirá crear otros movimientos sagrados en la zona", reflexiona y asegura que pronto Rosario contará con un centro del dharma o religión, abierto a todos los budistas.
—¿Por qué despierta tanto interés en Occidente la práctica de la meditación?
— Acostumbro a visitar muchos países, pero cuando vengo a Argentina descubro que las personas se acercan buscando algo que les sirva para su vida. Muchos sienten un gran interés y motivación, y son muy activos a la hora de conocer más sobre estas prácticas de meditación. Otros, en cambio, sólo sienten curiosidad por los maestros que llegan hasta aquí con estas ropas, quizás por el desconocimiento propio de una cultura diferente. Hay que saber que cuando cambia la mente cambia todo, no sólo porque se ve el mundo de otra manera sino porque el cambio de uno provoca cambios en los demás.
— ¿Cómo es la vida de un monje budista cuando no está viaje por el mundo?
— Los monjes vivimos de manera muy simple, no nos ocupamos demasiado de los problemas económicos, de la ropa o la comida sino que nuestra tarea consiste en mantener la práctica que nos da la enseñanza. Muchas veces se piensa que la vida en un monasterio es tan simple como comer y dormir, pero tenemos muchísimas responsabilidades. Dedicamos nuestra vida a la búsqueda de la paz, y a hallar un camino que nos permita ayudar a los demás a encontrar ese estado de dicha. Acostumbramos a levantarnos muy temprano; durante el día hacemos todo tipo de actividades relacionados con el dharma, también estudiamos mucho, hacemos rituales y siempre tratamos de incorporar conocimiento. En lo personal, vivo de manera simple y feliz, y esta condición de vida es algo que elijo para mí.
—¿Cuál es la razón que lo lleva a visitar diferentes culturas?
—Considero en esta vida tenemos que hacer algo. Tenemos una vida preciosa y con todas las condiciones dadas como para que podamos hacer algo por los demás. Mi manera es la de brindar enseñanzas del dharma que permitan a las personas sentirse mejor y esa es la condición que todos deberían plantearse.
— A quienes se interesan por esta disciplina, ¿les resulta sencillo alcanzar el grado de concentración deseado?
— La herramienta principal es la práctica de alguno de los distintos tipos de meditación que implica permanecer sentado durante un determinado tiempo y aquí no están muy acostumbrados a eso. Parece difícil para los occidentales, porque siempre están muy ocupados y no tienen tiempo. Entonces los ayudo también con una bendición y unas píldoras medicinales que remueven los pensamientos y emociones negativas. Es necesario mejorar nuestro interior tanto como nuestro entorno familiar y social. Aunque encuentran cierta dificultad para lograr la meditación básica, tienen interés y cultivan una semilla que seguro irá creciendo. Las personas viven muy preocupadas por su estado de salud y muchas veces buscan una enseñanza que los cure. Esto lo tengo en cuenta y trato de responder a esas necesidades para ayudarlos a que puedan mejorar su vida y sanarla.
— Entonces, muchos buscan la curación a través de la meditación.
En meditación se pueden lograr resultados inmediatos, temporales y finales. Desde el punto de vista temporario, colabora con la salud y el bienestar de cada persona. Pero alcanzar un estado de transformación en nuestras meditaciones implica mayor metodología aplicada en las prácticas, como las meditaciones en la deidad o de visualización. Quizás nos tome más de una vida completar esa transformación. Las personas deben creer para poder transformar o mejorar sus vidas. Sucede lo mismo que en cualquier trabajo donde cada uno precisa confiar en lo que hace. En la meditación debemos sentarnos y creer que algo va a ocurrir, que obtendremos un resultado del tiempo dedicado a esa práctica. En la cocina, por ejemplo no vamos encontrar la comida servida por el sólo hecho de sentarse a la mesa, sino que debemos ir al mercado, hacer las compras y luego cocinar. Es decir que requiere de una dedicación que luego permite que todo lo otro ocurra.
— ¿Esta sociedad logra ser compatible con una práctica tan ajena a su rutina?
— Es verdad que vivimos de manera muy rápida, y estamos muy ocupados, con la sensación de que no hay tiempo debido al trabajo y la incesante actividad. Esto es algo que sucede en todo el mundo pero esta tarea que uno desarrolla a lo largo de la vida debe encontrar un resultado positivo. El monje también está ocupado pero a través de la meditación, los cantos rituales y el estudio. Esta dedicación religiosa produce un estado de paz interior que trasciende el objetivo de cualquier otro trabajo y permite acceder a más actividades con el resto de la comunidad. Cuando la gente vive con intenso movimiento y tiene dificultades para encontrar calma, yo les digo que se sienten en silencio y que miren en su mente. Algo que por cierto parece bastante difícil porque no paran de hablar. Es el momento para dedicarse una hora a sí mismo, para alcanzar la tranquilidad y encuentro interior, y luego plasmar esa transformación en el ambiente que lo rodea, en su familia y trabajo. A veces no hace falta acceder a una técnica de meditación, simplemente hay que lograr respirar profundo y en silencio aunque sea por quince minutos.
— La ciencia comprobó la eficacia terapéutica de la meditación y hoy existe mayor conexión entre científicos y meditadores.
— En 1987 se llevó a cabo un encuentro entre científicos, Dalai Lama, monjes y maestros para comenzar a estudiar juntos estas cuestiones. Los científicos llevaron a su laboratorio a personas que practicaban la meditación para encontrar qué resultados se obtenían. A diferencia de quienes meditamos con nuestro propio estado de conciencia, el científico estudia a través de una técnica y valiéndose de la tecnología, es decir toma los objetos de la realidad y los examina. Ambos buscamos la verdad, los científicos la encuentran en la realidad externa y nosottros los monjes, la buscamos en nuestro interior.