Esa noche el cielo aparentaba guardar un secreto, el aire estaba cargado de vibraciones no cotidianas y un aroma a desconcierto impregnaba el ambiente…
de Claudie Baudoin, el El Lunes, 20 de septiembre de 2010 a las 10:43
La noche en que ningún humanista durmió…
Esa noche el cielo aparentaba guardar un secreto, el aire estaba cargado de vibraciones no cotidianas y un aroma a desconcierto impregnaba el ambiente…
Se nos anunció que el maestro había partido, algo aparentemente lejano, sucedió. Ante nosotros se presentaron tristezas, miedos y dudas, pero sobre todo una gran certeza… EL MITO COMIENZA HOY.
Hace varios años atrás, un hombre, que no era un simple mortal tuvo una visión, y en humilde búsqueda y meditación dio con “la verdad interna”… Entonces, ascendió a los altos montes rodeado de centinelas de roca y sobrevolado por cóndores, allí, en ese místico lugar expandió su mensaje marcando el inicio de una nueva era.
Sus palabras viajaron por el mundo en las alas del fénix, su voz se unió al viento y encendió en muchos corazones “la chispa divina”…
Desde lo alto no le quitaban el ojo los guardianes del olimpo, encantados con su magia, llamaron a otras deidades, para que apreciaran la sabiduría del gran hombre.
Fue así que algunas almas comenzaron a vibrar, a latir, a resonar al son de los tambores ancestrales, esos tambores que retumban desde el centro del alma, emitiendo aquel sonido que vigoriza y demuestra que es “ese el camino hacia la liberación” .
Comenzó la lucha, entre el SI y el NO interno, y cuando para algunos sólo existía la revolución violenta, él nos hacía entrar en otros tiempos y espacios… Entendimos así lo sagrado de la religión interior, la revelación interna nos hirió como rayo, la luz se hizo presente y la real importancia de la “vida despierta” se nos hizo patente. Ese fue el inicio de este camino, en el cual la magnífica elocuencia del maestro de maestros, fue la primera piedra.
Silo, el Negro, se encargó de dejarnos éste hermoso legado, de crear esta gran familia de humanistas, que no cree en la muerte, porque ama la realidad que construye.
El sabio de cabello gris nos preparó y encomendó esta misión, SER LOS FAROS LUMINOSOS QUE BRILLEN EN LA OSCURIDAD, pues hay que despertar e iluminar a muchos de su letargo.
Silo, ya eres el mito, te veremos caminar por las calles, y te veremos andar los montes… siempre llevaremos en nuestro corazón un profundo y sincero agradecimiento al “SABIO DE LOS ANDES”.