PRESSENZA · Ecología y Medio Ambiente.
(Parte 1 en Este Link)
En su libro The New Climate War: the fight to take back our planet, el climatólogo Michael E. Mann informa de cómo los poderosos grupos de interés de los combustibles fósiles siguen invirtiendo millones de dólares en operaciones encubiertas destinadas a boicotear una acción climática significativa. Sólo si sabemos qué buscar podremos evitar ser desinformados, engañados y manipulados.
El ecocentrista Fred Hageneder completa su resumen anotado del importantísimo mensaje de Mann.
La parte 1 consiste en un resumen de la «vieja guerra del clima», y cubre las estrategias actuales de Desinformación y Engaño.
Distracción y desviación
La desinformación por sí sola no es suficiente. Demasiada gente miraría más profundamente y vería más allá de las mentiras superficiales. Ahí es donde entran «los espejos de colores«. Si la desinformación y el engaño son el humo que lo hace todo borroso y nebuloso, la distracción y la desviación representan los espejos. Y ¿qué es más distractor que ver de repente la propia imagen distorsionada?
Por eso, cuando el nuevo movimiento climático de 2019 puso en el punto de mira a las Grandes Petroleras con la pregunta «¡¿Qué vais a hacer por fin con la contaminación?!», la industria esquivó la pregunta y sacó el espejo: «¡Básicamente todo es culpa de los consumidores! Sólo estamos satisfaciendo la demanda».
Así comenzó la historia de la «huella de carbono personal«. Desde 2019, el juego de la culpa y la vergüenza es el brazo más exitoso de la campaña anticlimática. Tanto los activistas como el público en general que realmente quieren ayudar y vivir una vida mejor y «más verde» caen en ello y se despedazan los unos a los Todavía te calientas con petróleo, ¡no me lo puedo creer! – ¿¡Todavía tienes coche!? – No vuelas, ¿verdad? – ¿Cómo se puede comer carne de vacuno si el ganado fue alimentado con soja del Amazonas?
Para alimentar esta interminable estratagema, fue nada menos que el gigante petrolero BP el que promovió el concepto de «huella de carbono personal» allá por mediados de la década de 2000. Incluso lanzaron una de las primeras calculadoras de huella de carbono personal. Cualquier cosa para desviar la atención de su propia responsabilidad.
Las disputas provocan divisiones y esto va en beneficio del sector petrolero. Un público dividido no puede hablar con una sola voz. «Divide y vencerás», como aconsejaba Julio César.
Es indudable que las opciones personales de estilo de vida se suman y tienen un impacto en la huella humana global. Pero los márgenes de decisión de los consumidores también son muy limitados. Esto quedó muy claro durante la primera cuarentena por la pandemia de COVID-19 en 2020: cuando las vidas personales se detuvieron, pero las fábricas y las minas siguieron funcionando, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero sólo se redujeron en un 4,5%. En realidad, los mayores impulsores de la alteración del clima no son los aviones ni los coches particulares, sino la agricultura industrial y la economía extractiva (minería y procesamiento de «materias primas»). ¿Sabías que en un país exportador de combustibles fósiles como Canadá, su extracción y procesamiento representan por sí solos el 26% de las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero?
Por tanto, no sólo debemos predicar con el ejemplo nosotros mismos, sino también exigir cambios sistémicos de gran alcance a nivel político e industrial.
Para evitar que la gente haga precisamente eso, el juego de la culpa y la vergüenza se ha llevado al extremo: los principales climatólogos y ecologistas se ven sometidos a lo que Mann denomina «el punto de mira de la maquinaria de ataque financiada por la industria de los combustibles fósiles»: ataques, abusos e incluso asesinatos.
Un enfoque popular es acusar de hipocresía a los defensores más famosos e influyentes de la acción climática. Leonardo DiCaprio, por ejemplo, es un activista comprometido con la conservación y la acción climática. Pero las Fake News de la derecha política, especialmente del imperio mediático de Murdoch, producen titulares como «¿Guerrero ecológico o hipócrita? Leonardo DiCaprio vuela por el mundo de fiesta… mientras nos predica sobre el calentamiento global» *(1) y «Leo DiCaprio no es el único hipócrita del cambio climático» (también se menciona al presidente Obama e incluso al Papa Francisco). *(2)
Y todo el mundo conoce los ataques masivos de desprestigio contra la joven activista climática Greta Thunberg. Para evitar las millas aéreas, incluso navegó a la Cumbre del Clima de Nueva York en septiembre de 2019, y luego fue atacada porque el velero estaba parcialmente hecho de «plástico no reciclable» *(3). Este negacionista sigue despotricando:
«Ni siquiera ha renunciado a su teléfono móvil o a la comida envuelta en plástico, y sin embargo quiere que nos muramos de hambre y vivamos sin ninguna tecnología, lo que incluye los paneles solares y los generadores eólicos, ya que también utilizan sellos de plástico y aparatos electrónicos. Hay que detener a la vil Greta y su estafa para enrriquecerse». *(4)
Aparte de las faltas de ortografía y gramática, este tipo de blogs no se ajustan a la realidad. Si Thunberg y su familia sólo estuvieran en esto por el dinero, ¿por qué donaría su premio humanitario de un millón de euros a proyectos benéficos que luchan contra «la crisis climática y ecológica»? *(5)
Lo irónico es que ni DiCaprio ni Thunberg han dicho nunca que los individuos deban cambiar su estilo de vida. Ambos se limitan a hablar de la necesidad de un cambio sistémico. Así que la acusación de hipocresía no es aplicable; nadie puede ser hipócrita por no hacer cosas que no ha recomendado a otros en primer lugar.
Pero, ¿cuál es el fondo de tal acusación? ¿Que cualquiera que se atreva a hablar de los asuntos de la Tierra debe vivir sin productos al cien por cien? ¿Sin plástico, sin consumo de combustibles fósiles, sin electricidad alguna? El resultado distópico sería que todos los activistas se quedarían en casa y no se volvería a saber de ellos. Exactamente lo que sueñan los empresarios «libertarios» de derechas. Para que usen su «libertad» para intimidar y adoctrinar al público contra la protección de la naturaleza y del clima gritando: «¡Ellos (los activistas) quieren quitarte la hamburguesa! ¡Quieren quitarte el coche! »
Cuando la congresista estadounidense e insistente defensora de un Nuevo Trato Verde, Alexandria Ocasio Cortez, también fue llamada hipócrita por usar coches, se negó a entrar en el juego de la culpa y la vergüenza, respondiendo: «Yo también vuelo y uso la electricidad. Vivir en el mundo tal y como es no es un argumento para no trabajar por un futuro mejor.» *(6)
Eso es exactamente lo que podemos sacar en claro. Todos tenemos que transigir y «tomar decisiones insostenibles en un sistema en el que la verdadera sostenibilidad es imposible», como dice Sami Grover. Su blog «In Defence of Eco-Hypocrisy» (En defensa de la ecohipocresía) es un brillante entrenamiento para que todos nos protejamos de este tipo de tonterías. *(7) Ninguno de nosotros puede ser perfecto, así que paremos de discutir y no dejemos que nos dividan por eso.
Pero la guerra por el planeta va más allá de las opciones personales. Debemos ser siempre conscientes del peligro constante del «dividir y gobernar», de lo contrario cualquier conflicto en la política de identidad -ya sea sobre el género, la edad, la capacidad, la raza o el estatus social- juega en manos de la agenda «libertaria» multinacional (más sobre esto en la Parte 6).
Algunas empresas de combustibles fósiles incluso explotan deliberadamente y sin escrúpulos las cuestiones sociales. Al agravar la incomprensión y la tensión entre ambas partes de un conficto, contribuyen a dividir al público. En 2020, por ejemplo, Chevron se posicionó públicamente como aliado de Black Lives Matter, pero al mismo tiempo los socavó apoyando encubiertamente plataformas racistas. *(8) Y como muestra un estudio de Yale, las personas de color en Estados Unidos apoyan más las medidas climáticas que los estadounidenses blancos, pero las grandes petroleras intentan constantemente poner a las minorías sociales en contra de la conservación (véase la parte 5). *(9)
¡Y funciona! El público discute más que nunca sobre innumerables detalles en los que las personas difieren entre sí. En este sentido, la pandemia de COVID-19 y las disputas sobre las vacunas son otra bendición que le cae a la industria de los combustibles fósiles, ya mimada por la buena fortuna. La distracción perfecta. La gente está acosada por profundos temores por la salud y/o la pérdida de libertades. Y las profundas diferencias de opinión -y y también su manipulación- no se curan rápidamente. Esto puede ser favorable para las Grandes Petroleras, pero para la humanidad -y toda la vida en este planeta- significa más años perdidos de no centrarse en la emergencia ecológica global.
En lugar de luchar entre nosotros, unámonos por un rumbo sencillo y claro: Defendamos la Tierra y a todos sus habitantes. Justicia social para todas las personas, justicia climática para todos los seres vivos. No hay justicia en un planeta muerto. Por supuesto que respeto como a un igual a quienquiera que esté de pie o camine a mi lado, simplemente porque es un ciudadano de la Tierra, independientemente de su huella de carbono personal, su color de piel, su género, su raza, su edad, sus capacidades o si es LGBTQ+. Todos estamos en el mismo barco (la nave espacial Tierra). Defendamos juntos la vida y utilicemos nuestro sentido común mientras podamos.
Retrasos
La estrategia de las grandes petroleras para retrasar el cambio de los combustibles fósiles a las energías renovables tiene dos vertientes. Un enfoque es directo y primitivo. El otro es sofisticado y casi ingenioso. Ambos son eficaces. El climatólogo Michael E. Mann los llama «Hundir la competencia». *(10)
El enfoque directo incluye ataques, calumnias y noticias falsas. No es de extrañar que las energías renovables sean fácilmente atacadas de todas las formas posibles. Como todas las tecnologías «verdes» tienen sus puntos débiles, especialmente cuando se despliegan a gran escala; hay muchas oportunidades para criticarlas. Lo que es notable es que las acusaciones señalan los puntos débiles y luego desechan toda la tecnología (tal vez incluso gritando «mentiras», «hipocresía» o «conspiración»), tirando el bebé con el agua del baño en lugar de hacer un esfuerzo concertado para mejorar ideas esencialmente buenas.
El otro enfoque, el más elaborado, es «secuestrar los avances climáticos real es promoviendo ‘soluciones’… que no son soluciones reales en absoluto» (Mann). Estas «no soluciones» son el gas natural, los «combustibles puente», el «carbón limpio» y la captación de carbono, la energía nuclear y la geoingeniería. Sin embargo, como siguen siendo discutidas seriamente en los medios de comunicación y en las altas esferas, constituyen una mayor distracción y retraso a las medidas climáticas reales (más sobre esto en la Parte 3).
Por ejemplo, en el verano de 2019, en el punto álgido del nuevo movimiento climático, el Departamento de Energía de Estados Unidos (DoE) anunció de hecho el gas natural como «gas de la libertad» (¡no es broma!) y habló de las «moléculas de la libertad.» *(11) Estas atrevidas declaraciones se refieren al hecho de que el gas natural produce sólo la mitad de CO2 por vatio de electricidad generado comparado con el carbón. Es una gran noticia para el clima, ¿no?
Lo que las grandes petroleras y el Departamento de Energía de Estados Unidos no dicen es que el gas natural se compone principalmente de metano. Y las emisiones de metano son unas 86 veces más perjudiciales como gas de efecto invernadero que el CO2. (Véase mi artículo https://www.pressenza.com/2021/09/code-red-wake-up-and-initiate-real-climate-protection/ sobre la exageración deliberada del papel del carbono en el cambio climático y el olvido del metano). Aparte de estas emisiones catastróficas, la mayor parte del gas natural se extrae hoy en día mediante fracturación hidráulica («fracking»), que destruye paisajes, genera enormes cantidades de residuos radiactivos y contaminación, y a menudo contamina químicamente las aguas subterráneas y, por tanto, el agua potable (más sobre esto en la Parte 4). Estos «combustibles puente» son un puente a ninguna parte. Para desviar la atención de esto se necesitaría nada menos que una guerra en Ucrania y la crisis energética asociada (más sobre esto en la Parte 5).
La genialidad de la promoción de las «no soluciones» por parte de las grandes petroleras es que:
- a) se adapta bien a la nueva imagen de lavado verde si las corporaciones pueden decir: «¡Hemos ofrecido soluciones!»
- b) las grandes sumas de dinero público destinadas a la investigación de la energía «verde» pueden ser desviadas en última instancia por la industria fósil para el desarrollo de tecnologías inútiles. De este modo, los gigantes fósiles multinacionales reciben aún más subvenciones públicas, mientras que
- c) se agotan los presupuestos estatales para la investigación sensata en el campo de las energías sostenibles.
Catastrofismo y desesperanza
Cuando todos los demás métodos empiezan a fallar (ahí está la buena noticia: ¡aparentemente las estrategias de manipulación ya no funcionan tan bien!), el último frente de la nueva guerra climática es la generación de catastrofismo y desesperanza. Después de décadas de negación abierta de la alteración del clima provocada por el hombre, el frente fósil pasó directamente a difundir el catastrofismo y a afirmar que no hay nada más que podamos hacer para detener la desintegración del clima y del mundo vivo. «De todos modos, es demasiado tarde». *(12)
Aunque parezca sorprendente al principio, el mensaje de que el destino del planeta ya está sellado juega bien a las cartas de las grandes petroleras. Difundir mensajes de catastrofismo y desesperanza es tan atractivo para las élites del viejo orden mundial fósil porque el catastrofismo crea desinterés. Cuando no hay esperanza ni futuro, la impotencia y la apatía se instalan. «El catastrofismo es el nuevo proteccionismo de los beneficios de los combustibles fósiles. La impotencia es el nuevo mensaje», diagnostica el escritor Ketan Joshi. *(13)
Esta estrategia es especialmente irónica porque desde el nacimiento de la conservación moderna en los años 60, los defensores de la Tierra han sido tachados de «alarmistas» por los conservadores y la extrema derecha. En esas décadas, comenzó la sexta extinción masiva y desde entonces la Tierra ha perdido, según mediciones demostrables, el 83% de los mamíferos terrestres salvajes, el 80% de las ballenas y los delfines, el 75% de los insectos, por nombrar sólo algunas de las aterradoras cifras. Sin embargo, todo aquel que hablaba con honestidad y conocimiento de causa era acusado de alarmismo. Sin embargo, como señala M.E. Mann, hay una diferencia entre preocupación y alarmismo.
Y ahora que los hechos de la degradación planetaria se hacen evidentes e innegables para el público en general, la propia industria de los combustibles fósiles promueve el catastrofismo. Porque el miedo apocalíptico desempodera a la gente y crea una una inercia pasiva. De nuevo, la crisis de la pandemia fue un golpe de suerte para las grandes petroleras, porque el nivel general de miedo en la población se ha disparado desde entonces. En el transcurso de dos años pandémicos, un sentido distópico del fin de los tiempos se ha colado en las sociedades modernas, y quién se preocupa por el aumento previsto del nivel del mar para finales de siglo cuando sus propias vidas y posibilidades ya parecen amenazadas.
Al mismo tiempo, y de forma alucinante, la derecha sigue acusando vivamente a los científicos y activistas del clima de alarmistas, e incluso de «catastrofistas». Un gran punto fuerte de la extrema derecha ultraconservadora y «libertaria», que es la que manda en este caso, es que siempre sabe hacer declaraciones constantemente contradictorias en sus mensajes. Como «¡Es demasiado pronto para actuar! » y al mismo tiempo «¡Es demasiado tarde para actuar!». Porque sembrar la confusión y la duda es una estrategia que desgasta a la gente. «La duda es nuestro producto», como dijo la Gran Industria del Tabaco a sus grupos de presión en 1969. Al final, nos rendimos porque ya no sabemos qué creer.
¿Quiénes son las organizaciones y las personas que están detrás de todo esto? Lo revelamos en la Parte 6.
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La lucha por recuperar nuestro planeta:
Parte 1: Las desconcertantes estrategias de la industria de los combustibles fósiles
Parte 2: Las desconcertantes estrategias de la industria de los combustibles fósiles (continuación)
Parte 3: Una advertencia urgente sobre las «Cero emisiones netas para 2050»
Parte 4: Petróleo sucio: ¡no se trata solo del carbono!
Parte 5: Los gigantes fósiles, el libre comercio y la guerra
Parte 6: Cómo la red de extrema derecha gobierna el debate en torno al clima (entre otras cosas)
Parte 7: El impactante alcance de la red de influencia de la extrema derecha
Parte 8: Crisis climática, coronavirus y teorías conspirativas
Parte 9: Cómo las teorías conspirativas solo sirven a un amo
Parte 10: El «Gran Reinicio» y el totalitarismo frente a la verdadera revolución verde
Fuentes (en inglés)
Fuente principal:
Michael E. Mann 2021. The New Climate War: the fight to take back our planet. Scribe.
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10 Michael E. Mann, The New Climate War: the fight to take back our planet. Scribe 2021. Capítulo 6.
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Traducido del inglés por David Meléndez Tormen
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