Una de las posibilidades concretas para que las próximas elecciones presidenciales adquieran mayor transparencia y se reduzcan los costos financieros es la utilización de urnas electrónicas. Aunque para muchos puede parecer una idea lejana todavía, recientemente la Organización de Estados Americanos (OEA) ofreció al gobierno argentino realizar una prueba piloto en los conglomerados urbanos más importantes del país.
El reemplazo de las viejas boletas de papel por la nueva tecnología es una tendencia que año tras año se va imponiendo en más países; la mayoría de las naciones de Europa, Estados Unidos y Japón ya cuentan con este mecanismo. En América latina ya se probó en Colombia y en las municipales de Paraguay. Pero quizás el desafío exitoso más importante, por la cantidad de votantes y la disparidad de nivel de alfabetismo, fueron los comicios presidenciales de Brasil. La experiencia en la nación vecina comenzó en 1998, donde el 60 por ciento de la población votó por primera vez apretando un botón. Y esta vez lo hizo la totalidad, sin que se registrara ninguna denuncia de fraude ni violación de datos. Además de la velocidad con la que se pudo obtener la información, con los guarismos finales.
La perspectiva se vuelve más probable si se tiene en cuenta que no habría que hacer inversión en computadoras, ya que Brasil está dispuesto prestar unas 30 mil pantallas de las 400 mil que posee. Desde luego, de concretarse la iniciativa, que será debatida el 11 de diciembre entre funcionarios del gobierno y la ONU, deberá implementarse una modificación al Código Electoral e implementar una campaña educativa para tal fin. Aunque el hecho de que sólo se elegirá presidente facilita la votación, porque el número de operaciones que deberá realizar el sufragante será mínimo.
Otro de los beneficios básicos que puede deparar para el fortalecimiento de la democracia está dado por la imposibilidad de que los partidos menores sean víctimas de fraude, tal como solía ocurrir ante la incapacidad de los mismos para cubrir con fiscales todas las mesas del país.
Claro que el sistema tiene sus inconvenientes: pueden generarse demoras dentro del cuarto oscuro y no existe el recuento de votos. Pero ha quedado comprobado su nivel de eficiencia. Para nuestro electorado, con un alto porcentaje de votos en blanco, de indecisos o definitivamente descreídos del acto comicial, sería un factor que le aportaría más seguridad y confianza. Ojalá pueda concretarse.