Negocios son negocios
Viernes 18 de junio de 2010
EL TATA DIOS LOS CRÍA Y SUS SUEÑOS LOS AMONTONA …
¿Cuánto le cuesta al estado argentino sostener el culto católico apostólico romano? Imposible saberlo, es un secreto mejor guardado que el misterio de la santísima trinidad. Pero hay indicios. En la neoliberal década de los noventa, mientras la desocupación y la pobreza crecían a un ritmo nunca antes conocido, los obispos se ocupaban de cuidar las almas al calor del dinero: recibieron alrededor 30 millones de pesos (en ese momento dólares), a través de Aportes del Tesoro Nacional (ATNs) de la mano del Ministro del Interior de entonces, Carlos Corach. La mitad fue repartida entre los amigos del poder. El obispo de Mercedes-Luján, Emilio Ogñenovich, conocido por haber hecho campaña a favor de Carlos Ruckauf, parece ser que fue el que mejor hizo los deberes, porque recibió $4.030.000. A eso hay que sumarle un millón más dado por Eduardo Duhalde y otros 4 millones del gobierno de la Provincia de Bs As para el Hogar Jesús de Nazaret, un verdadero "infierno" (según se pudo constatar, lxs chicos internadxs padecían condiciones inhumanas de vida: dormían en el piso, eran castigados con encierros y orinaban y defecaban en baldes colocados en sus habitaciones. El arzobispado cobraba 1.500 pesos por cada recién llegado y 1.200 después de dos meses de estadía).
El obispo de San Justo, Jorge Meinville, un frecuente visitante de la quinta de Olivos recibió $ 6.400.000. Italo Distefano de San Juan, $ 1.650.000. El retrogrado obispo de San Luis, Juan Laise, quien advertía que los contenidos básicos del sistema educativo eran "una jeringa con veneno que se intenta introducir en el ser argentino" por su no afirmación de la existencia de Dios, recibió solo $ 1.391.000.
El "yabranista" arzobispo de Córdoba, Raúl Primatesta, $ 1.219.000 y el de Avellaneda, Rubén Di Monte, amigo intimo de Suárez Mason y Cristino Nicolaides, quien afirmo que los homosexuales "son dignos de muerte", $1.210.000. A esto habría que sumarle los miles de pesos que son administrados por Caritas Argentina con un certero objetivo: tapar los baches del sistema y desmovilizar las protestas sociales. Así lo hicieron con su participación en la mesa del Diálogo Argentino convocado por el ex presidente Eduardo Duhalde. Y hasta el "subsecretario" Basseoto, antes de irse de boca, cobraba un sueldo de $ 5000 del estado nacional.
A Dios rogando y del Estado recaudando
Pero los aportes del Estado a la Santa Madre Iglesia no se quedan ahí. Reciben grandes exenciones impositivas (las parroquias no pagan impuesto inmobiliario, ni tasas municipales, ni Aguas Argentinas, ni impuesto a las ganancias) y de acuerdo al artículo 2 de la Constitución Nacional reciben millones de pesos para el sostenimiento del culto y "como reparación a las expropiaciones realizadas en el siglo XIX". La eterna deuda con la Iglesia.
Según la ley 21.950 los 66 obispos en actividad reciben el 80% del sueldo de un juez (un total anual de $3.390.000 aproximadamente) . Los 32 obispos eméritos (retirados) reciben el 70% del sueldo de un juez (unos $1.430.000 al año). Por imperio de la ley 22.162 las parroquias ubicadas en zonas "desfavorables" reciben una asignación de $1.560.000 por año. Las Diócesis y seis Institutos de vida consagrada representan anualmente $ 5.110.000.
La ley 22.430 asigna jubilaciones sin aportes previos (no esta claro si los recientes aumentos alcanzaron también a estas jubilaciones) . Unos $ 55.800 al año.
En el 2004 la Iglesia realizo el Xº Congreso Eucarístico Nacional por lo que recibió del Estado $1.110.000 extra. En total en el 2004, la Iglesia Católica recibió $12.656.000 de acuerdo a lo que "manda la ley"… Pero ¿Cuánto más en ATNs? ¿cuánto más por medio de favores de sus funcionarios de turno en el gobierno?
Está claro que el Estado no es capaz de asegurar la alimentación de miles de chicos, la educación de millones de menores, la salud de decenas de millones de habitantes, pero lo que sí puede hacer es
utilizar millones de pesos en el pago a religiosos que defienden una ideología retrógrada y una moral que no sigue ni su propia feligresía; un sistema nefasto que hace que tod@s paguemos, en la mayoría de los casos sin saberlo, para que se expanda una ideología que somete a millones de personas, sobre todo a mujeres y homosexuales a quienes pretende culpabilizar por su elección.
Separación de la Iglesia y el Estado
¿De que hablamos cuando planteamos la total separación de la Iglesia del Estado? Justamente de todo esto. No sólo de no seguir solventando económicamente a la Iglesia y a sus instituciones, que en muchos casos promueven la intolerancia hacia quienes no pensamos igual. La no injerencia no debe ser sólo en las políticas estatales de salud reproductiva y despenalizació n del aborto, sino también en políticas educativas y sociales.
¿Hasta cuando tendremos que seguir soportando las presiones de la jerarquía católica para que las políticas del Estado estén de acuerdo con su doctrina? ¿Hasta cuándo querrán imponer su retrógrada argumentación sobre que sólo la fidelidad o la castidad son las unicas herramientas posibles para luchar contra el VIH-SIDA? ¿Hasta cuando vamos a tener que recibir dictados morales sobre sexualidad, de personas que en el mejor de los casos son castos y en el peor abusadores? ¿Hasta cuándo vamos a tener que soportar que miles de personas se contagien enfermedades de transmisión sexual por los mensajes falsos que transmite esa institución? ¿Hasta cuando miles de mujeres, adolescentes y aún niñas van a tener que afrontar embarazos no deseados por no haber recibido educación sexual, a causa de la presión de la Iglesia?
Recientemente el Secretariado Nacional para la Familia de la Conferencia Episcopal Argentina afirmó respecto al uso del preservativo que "fomenta las relaciones promiscuas bajo el argumento de la protección, y es al menos temerario, considerando que la falla de este sistema oscila (dependiendo de la enfermedad) de entre un 3 al 10%."
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya les ha contestado en varias oportunidades que sus planteos son errados y no comprobables científicamente y los acusó lisa y llanamente de terrorismo informativo. Pero ellos siguen con su cruzada, aún acudiendo al miedo y al oscurantismo, como en la edad media, aunque hoy no tengan tanto poder como para imponernos sus tribunales de la Inquisición.
Alguien tendría que avisarles a estos monseñores de púrpura terciopelo encerrados en sus burbujas que los tiempos han cambiado, y que tenemos pleno derecho de ser quienes querramos ser y como queramos serlo sin pedirles permiso. Amén.
Fuentes: Rebelión – Sociología del Cristianismo II- Rubén Dri