
Por José Binfa Álvarez[1]
El humanismo universalista o “Nuevo Humanismo”, corriente de pensamiento fundada y cuyo principal exponente es Mario Rodriguez Cobos, Silo, se apoya en ciertos pilares: la centralidad y valor de cada ser humano, el repudio a la violencia y la no violencia activa como método de transformación; como también la actitud antidiscriminatoria y tendencia a la universalidad. En las últimas décadas, esos principios convergen con luchas obreras, feministas, antirracistas y decoloniales.
Sin embargo, el mismo pulso ético que nos lleva a derribar jerarquías y brechas entre distintos grupos humanos, lo correcto sería que nos invite a superar una brecha que nos ha acompañado a lo largo de la historia humana: la diferencia entre seres humanos y el resto de los animales.
En la presente columna, presentaré una perspectiva que defiende que hoy en día la defensa de los derechos animales es una consecuencia lógica de los principios del humanismo universalista, siendo pertinente que el movimiento humanista comience a ver el reconocimiento de los animales como sujetos de derecho como parte del trabajo por humanizar la tierra.
La no violencia activa y la explotación animal
Para el humanismo universalista, la no violencia activa no es solo una táctica de protesta, sino una filosofía vital que rechaza toda forma de sometimiento: de ahí que el movimiento humanista repudia la violencia y aboga por la paz de los pueblos. Cuando un sistema productivo encierra, mutila y sacrifica animales para saciar hábitos de consumo, reproduce violencia estructural. Frente a esta realidad insoslayable, debemos preguntarnos si nuestros actos cotidianos -desde la compra del almuerzo hasta el entretenimiento- colaboran con la liberación o con la opresión de seres que también sienten placer, miedo y dolor.
Elegir alternativas vegetales, apoyar la investigación sin experimentación animal o disfrutar de espectáculos libres de crueldad no son gestos de simple pureza o superioridad moral; son expresiones prácticas de esa no violencia que defendemos en nuestras acciones.
Antidiscriminación: el problema del especismo
El humanismo ha luchado incansablemente por el derribo de prejuicios basados en raza, clase, género o credo, las cuales no son más que formas de discriminación arbitraria, que carecen de significancia a la hora de aplicar la regla de oro: “trata a los demás como quieras que te traten a ti”. En esta lucha en contra de la discriminación, uno de los ausentes ha sido el especismo, que no es otra cosa que la discriminación debido a la especie.
El especismo conserva la misma estructura que otras discriminaciones ya superadas, es decir, carece de justificación alguna a la hora de distinguir nuestro trato entre unos (humanos) y otros (no humanos). La justificación del especismo ha estado ligada de argumentos que con el tiempo han demostrado no tener un sustento real a la hora de trazar una línea divisoria entre humanos y animales, como por ejemplo que tenemos características especiales tales como el intelecto, el lenguaje, o la sociabilidad, afirmaciones que la ciencia contemporánea se ha encargado de refutar categóricamente y que, a la inversa, podríamos incluso llegar a decir que los humanos no poseen, pero no caeríamos en el absurdo de negarles sus derechos.
De esta forma, el humanismo universalista debe oponerse al especismo, al ser una forma de discriminación arbitraria a seres que, tal como nosotros, también sufren y poseen intereses básicos de vivir y no sufrir.
Un puente con el ecologismo social
Los humanistas sostienen que la justicia con la Tierra y con quienes la habitan es indivisible: esa es la premisa del ecologismo social. Integrar los derechos animales potencia este enfoque sin desplazar su centro. Basta un dato: la ganadería industrial genera más emisiones de gases de efecto invernadero que todo el transporte mundial y consume la mayor parte de la tierra agrícola destinada a alimentos. Reducir la demanda de carne y productos lácteos no solo evita sufrimiento, sino que libera agua, suelo y granos que pueden alimentar directamente a comunidades humanas vulnerables. Así, la causa animal se convierte en aliada natural de la justicia climática, la seguridad alimentaria y la salud pública que el ecologismo social prioriza.
Mínimos programáticos para una agenda humanista que se tome en serio los derechos animales
Considerando lo anterior, el humanismo universalista y sus distintos instrumentos políticos, deberían integrar en sus plataformas ciertos mínimos programáticos que busquen influir en la defensa y reconocimiento de los derechos animales, a la par que cumplen otros objetivos, en la senda por humanizar la tierra.
- Promoción de menús con productos de origen vegetal en el aparato estatal.
- Fomento de la transición proteica, incentivando el cultivo de legumbres y cereales en nuestro país y la investigación y desarrollo en este ámbito.
- Reconocimiento legal de los animales como seres sintientes.
- Etiquetado de huella de sufrimiento y carbono.
- Atacar toda forma de “entretenimiento” y actos costumbristas en los cuales se explotan y abusan animales.
- Implementar programas de desincentivo de la tracción a sangre.
- Educación para la cultura de la paz y la convivencia responsable entre humanos y animales.
Medidas de esta índole no compiten con las luchas humanas, sino que las refuerzan y son compatibles con la construcción de una sociedad más empática y no violenta.
Epílogo: Por un humanismo universalista que incluya los derechos animales
Adoptar la causa animal no implica desplazar al ser humano del centro; significa ampliar ese centro hasta abarcar a todos los seres que sienten. La humanización del mundo que proclamaba Silo cobra plenitud cuando ninguna vida queda fuera de la consideración compasiva. En tiempos de crisis climática y social, la coherencia se convierte en la forma más poderosa de pedagogía política. Si queremos un futuro basado en la no-violencia y la justicia, demos el paso que falta: eliminar la frontera moral de la especie y abrazar un humanismo universalista que incluya a los derechos animales en su ideario.
[1] Coordinador Regional RM Acción Humanista, delegado Equipo Acción por los Animales.
Redacción Chile
Nota Original en: PRESSENZA.COM