La Asociación de Bibliotecarios cumplió 50 años
«El libro no va a desaparecer nunca». La afirmación, pronunciada con tono categórico, corrió por cuenta de Raúl Frutos, presidente de la Asociación de Bibliotecarios Profesionales de Rosario, entidad que ayer cumplió 50 años de vida y es la más antigua del país. «Hoy es fácil acceder a la información, pero el bibliotecario debe orientar a la gente hacia el conocimiento», dijo Frutos, quien fue vicepresidente de la Constancio C. Vigil, una de las bibliotecas populares más importantes de la Argentina.
La profesión de bibliotecario está más viva que nunca. Así lo siente quien dirige una asociación con 250 profesionales de la especialidad, que se fue aggiornando a los tiempos y utilizó la informática para crecer. «Es una falacia decir que ahora se lee menos. Actualmente hay mucha más gente con capacidad de lectura. Es más, en el país se editan 10 mil libros al año, el doble de lo publicado diez años atrás», dijo.
El nombre de Frutos es palabra mayor entre los bibliotecarios. Tiene 37 años de antigüedad como profesional, pero empezó a ejercer el oficio en 1958 siendo un adolescente, y nada menos que en la Vigil, donde llegó a ser vicepresidente. Allí estuvo hasta 1977, cuando el gobierno militar la intervino y quemó gran parte de los textos. «Llegamos a tener 60 mil volúmenes y 20 mil asociados. Sin duda, fue la biblioteca popular que más desarrollo tuvo en el país», destacó.
Los tiempos cambiaron, los lectores también, pero el acceso al conocimiento es el mismo. «Los jóvenes siguen apreciando a los buenos autores. Y el estudiante que quiere profundizar un tema tiene que recurrir sí o sí al libro», consideró. «Es más, el 97 por ciento de la producción bibliográfica mundial no está computarizada», apuntó.
Frutos no reniega de la informática: «Gracias a Internet hoy tenemos más información que nunca en la historia. Pero nuestro trabajo es acercar una metodología de búsqueda hacia el conocimiento». Aunque resaltó que «el libro no desaparecerá jamás», aseguró que hay cambios que son inobjetables. «Una cosa es un texto de autor y otra es una guía o un anuario. Hoy podemos hacer un click en la computadora y acceder a un diccionario o a una enciclopedia muy fácilmente. Por eso creo que esos textos quizá sí dejen de existir progresivamente», sostuvo.
Las bibliotecas suelen tener el mismo aspecto de siempre. Las hileras e hileras de libros son casi un fresco de estos espacios. Pero Frutos hace su mirada desde la dirección de la Biblioteca de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Rosario de la Universidad Católica Argentina. «Hoy las bibliotecas no podrían existir sin las computadoras. No podríamos manejar la cantidad de volúmenes que tenemos sin sistemas informáticos y en red. Desde ya que primero tenemos que acceder al conocimiento; si no, sería imposible orientar a los que nos consultan», indicó.
Frutos se ríe del estereotipo instalado de la profesión. «En el imaginario colectivo se cree que las bibliotecarias son las viejas solteronas que se la pasan pidiendo silencio. Eso ya no existe. Ahora hay que actualizarse y leer de todo, aunque sean temas que no nos interesan», apuntó.