Frente al Convento de San Carlos, se libro una batalla trascendente para nuestra historia.
Frente al Convento de San Carlos, se libro una batalla trascendente para nuestra historia. Dueño Belgrano del Norte, luego de la victoria de Tucumán, el peligro acechaba en las costas del litoral. El gobierno dispuso en Enero de 1813 que José de San Martín protegiera la banda occidental del Río Paraná, asolada por españoles. Para alcanzar a la escuadra enemiga, que remontaba el río con viento a favor, los Granaderos tuvieron que hacer la marcha forzada de caballería más rápida de la historia (420 kilómetros en sólo 5 días, pese al calor y a la carga que llevaban). San Martín pensaba atacar al enemigo en la primera ocasión de desembarco. El 3 de Febrero, al rayar del alba, los españoles echaron pie a tierra en San Lorenzo, comandados por el Capitán Antonio Zabala. De pronto San Martín atropelló con dos escuadrones (el de la izquierda a su mando, el de la derecha conducido por Bermúdez), desplegados en ala.
Los realistas clavaron sus cañones para defenderse. Las primeras de sus descargas fueron recibidas de cerca por San Martín y sus hombres, que llegaban a la carrera. El caballo del jefe, alcanzado por una bala de cañón, aprisionó en su caída su pierna. Varios soldados lograron poner a su jefe a salvo, pero uno de ellos, el Sargento Juan Bautista Cabrál falleció en el entrevero.
Mientras tanto, los realistas sobrevivientes se hicieron fuertes protegidos por los cañones de a bordo. Pero la embestida del Capitán Justo Germán Bermúdez al frente de sus Granaderos causó estragos en la infantería española, obligándola a retroceder diezmada y en desorden. Uno de los últimos cañonazos de la flota hirió de muerte al Capitán Bermúdez, mientras los vencidos se reembarcaban dejando prisioneros, armas y bandera.