El Flúor es venenoso y su acumulación disminuye el coeficiente intelectual | Según denuncian numerosos investigadores, la verdadera razón de agregar Flúor al agua potable, es el control de la población haciéndola más tonta y dócil…
Somos parte de una sociedad global que se desarrolla física e intelectualmente bajo la influencia de diversos elementos que son conocidos por afectar las funciones del cerebro.
Estamos viendo una sociedad que no sólo tiene a más gente con coheficientes de inteligencia más bajos, sino a mucha menos gente con coheficientes de inteligencia más altos.
En otras palabras, estamos viendo el desarrollo de la “estupidización”. Una “estupidización” química de la sociedad, de manera que todas las personas del mundo sean más o menos mediocres. Esta situación deja a la gente dependiente de quienes los gobiernan porque no pueden sobresalir.
Existe toda esa gente con coheficiente intelectual más bajo que son totalmente dependientes, que creerán cualquier cosa que se les diga, que obedecerán ciegamente y que acatarán, sin cuestionar, imposiciones absurdas que vulneran sus más básicos derechos al crecimiento personal y a la vida. Todo esto ocurre porque realmente no pueden pensar con claridad. Y, por otro lado, existe muy poca gente con coheficientes intelectuales muy altos, que tiene una buena función cognitiva, que puede darse cuenta de todo esto. Eso es justamente lo que el sistema quiere.
¿Por qué son tan insistentes, gastando tantos cientos de millones de dólares en propaganda? La respuesta es muy simple: para estupidizar a la sociedad, para que no piense, para que no cuestione, para que obedezca, para que se conforme con lo que se les da.
Lo que se inició como una simple observación pronto tomaría la forma de una idea. Después de 50 años de iniciada, la fluoración como revolución científica, proyectó a la Odontología a la vanguardia de la Medicina Preventiva.
Esta es la historia de cómo la ciencia odontológica descubrió y a la larga ofreció al mundo el flúor como agente preventivo de la caries dental.
Una afección misteriosa
La investigación sobre la utilización del flúor en Odontología tuvo su inicio en 1901, cuando un joven dentista norteamericano recién graduado, llamado Frederick McKay, inició su práctica profesional en el pueblo de Colorado Springs, en el Estado de Colorado.
McKay se asombró al encontrar numerosos residentes de Colorado Springs con grotescas manchas de color café en sus dientes. Tan severas eran estas manchas permanentes, que en algunas personas el diente entero se encontraba coloreado con un tono chocolate. McKay inútilmente buscó la información sobre la causa de esta afección.
En la literatura científica odontológica de aquellos años no se encontraba ninguna referencia acerca de la naturaleza de las manchas pardas en los dientes. Los residentes achacaban el problema a una diversidad de factores extraños, tales como: comer en exceso carne de cerdo, consumir leche de mala calidad o tomar agua con exceso de calcio.
McKay inició por cuenta propia la investigación de esta afección. Sus primeras investigaciones epidemiológicas fueron ignoradas y rechazadas por los dentistas del pueblo y zonas vecinas. Pero McKay perseveró y finalmente logró que sus colegas se interesaran en el problema.
Una fructífera colaboración
En 1909, el renombrado investigador odontológico Dr. Green Vardiman Black, considerado como el Padre de la Odontología Moderna, acudió a Colorado Springs para colaborar en la búsqueda de la causa de la misteriosa enfermedad. Black primeramente se había burlado del hecho de que no existiera ningún reporte en la literatura dental acerca de dicha enfermedad, posteriormente fue convencido por un estudio realizado por la Sociedad Dental de Colorado Springs en el cual mostraba que alrededor del 90% de los niños nacidos en la localidad tenían signos de manchas pardas en sus dientes. Sin lugar a dudas, este estudio fue estimulado y desarrollado por el interés personal que desde el principio tuvo el Dr. McKay en este problema.
Esta enfermedad no sólo afectaba los dientes infantiles, sino también los dientes de los adultos. Green Vardiman Black investigó la fluorosis por seis años hasta su muerte en 1915. Durante ese periodo él y McKay hicieron dos descubrimientos cruciales. El primero: que el esmalte moteado resultaba en imperfecciones del desarrollo en los dientes de los niños. Y el segundo: encontraron que los dientes afectados por la enfermedad eran sorprendente e inexplicablemente resistentes a las caries.
Los investigadores estaban aún en el inicio de un largo camino para determinar la causa de la afección. Quizás había un ingrediente en el agua, como algunos residentes habían sugerido, que producía el moteado de los dientes.
La teoría del agua como agente causal tuvo un avance gigantesco en 1923. Ese año, en Oakley, en el Estado de Idaho construyeron una toma de agua para abastecer a la comunidad desde un manantial de aguas termales a ocho kilómetros del pueblo. Desde ese momento, tanto niños como adultos comenzaron a tener manchas pardas en los dientes.
Al mismo tiempo, en Bauxite, Arkansas, un pueblo minero propiedad de la Compañía Americana de Aluminio, los investigadores encontraron que la gente del lugar tenía las conocidas manchas de color café en los dientes.
Se publicó un reporte que llegó al escritorio de un químico de la Compañía Americana de Aluminio en Pensylvania. Esta empresa había pasado los últimos años refutando reclamos que insistían en que los utensilios de cocina, cacerolas y sartenes eran tóxicos.
Ante la preocupación de que este reporte pudiera dar material fresco a los detractores de la Compañía, esta decidió iniciar su propia investigación del agua de Bauxite y descubrió que el agua del pueblo contenía altos niveles de flúor.
Se analizó el agua de otros lugares donde la gente presentaba manchas en los dientes y se determinó que también tenían altos niveles de flúor. Ciertamente este era el elemento que causaba la coloración del esmalte dental.
Fue poco después de este descubrimiento que los investigadores del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos, plantearon un cúmulo de preguntas muy interesantes acerca del fluoruro contenido en el agua para consumo humano. Con estos nuevos planteos la investigación del flúor y sus efectos en el esmalte dental empezaron formalmente.
Una de las primeras investigaciones se dedicó a determinar que tan altos deberían ser los niveles de flúor en el agua potable antes que la fluorosis apareciera. Para determinar esto se desarrolló un método para medir los niveles de flúor en agua con una precisión de 0.1 partes por millón (ppm).
Con este nuevo método, se
midieron y compararon los niveles de flúor en el agua potable de miles de localidades. En 1936 realizaron un descubrimiento crítico: los niveles de flúor en agua potable de hasta 1.0 ppm no causaban esmalte moteado, si el flúor excedía este nivel, la fluorosis empezaba a aparecer.
La prueba que el flúor previene la caries
El resultado anterior le dio un giro de 180 grados a las ideas. Se releyeron los estudios de McKay y Black donde mencionaban que los dientes con esmalte moteado eran inusualmente resistentes a la caries. En ese momento las autoridades sanitarias comenzaron a pensar en añadir flúor al agua potable en niveles seguros para ayudar a prevenir la caries.
En 1944 las autoridades de la Ciudad de Grand Rapids, en el Estado de Michigan, votaron afirmativamente para adicionar flúor a sus depósitos de agua potable.
El estudio de la fluorización de agua potable en Grand Rapids inicialmente fue apoyado por el Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial poco tiempo después de su inauguración en 1948. Durante los 15 años de duración del Proyecto, los investigadores examinaron y vigilaron el promedio de dientes cariados en 30,000 escolares.
Hacia 1956 se anunció un sorprendente hallazgo: El promedio de caries entre los niños de la ciudad de Grand Rapids nacidos después de que el flúor fuera adicionado al abastecimiento de agua potable, había caído en más del 60%. Este resultado, tomando en cuenta la cantidad de población beneficiada, prometía revolucionar el cuidado dental, haciendo que la caries, por primera vez en la historia de la humanidad, fuera una enfermedad prevenible para la mayoría de las personas. Pero… ¿a qué costo?
Un último logro
En la actualidad, el flúor continúa siendo presentado como la principal arma contra la caries dental.
Hoy se dispone de pastas dentales con flúor como ingrediente activo; los proyectos de fluorización de agua abarcan a cientos de millones de habitantes en el mundo y millones de escolares participan en programas de enjuagues bucales con solución de flúor.
También existe la aplicación de soluciones de flúor directamente en los dientes, los geles de flúor, goma de mascar con flúor y, en algunos países, se procede desde 1977 a la fluoración de la sal de mesa para consumo cotidiano.
Este método se desarrolló en Suiza y la Organización Panamericana de la Salud lo ha recomendado como norma oficial en países en donde la fluoración del agua potable no es factible.
Fuente:
Juan Manuel Briseño Cerda.
Certificado por el Consejo Mexicano de Endodoncia.
Miembro de la International Association for Dental Research (IADR).
Las generaciones actuales han nacido bajo el signo del flúor y la influencia de este elemento, entre otros, marcó un antes y un después en el comportamiento de los individuos viviendo en sociedad.
El flúor es uno de los venenos
más potentes que existen
El Flúor, del latín fluere, que significa “fluir” es un gas a temperatura ambiente, de color verde-amarillento, de olor penetrante y muy desagradable; es altamente corrosivo y muy venenoso. Está formado por moléculas biatómicas “F2”. Es un elemento químico de número atómico 9, situado en el grupo de los halógenos (grupo 17) de la tabla periódica de los elementos. Su símbolo es “F”. También es el elemento más reactivo de toda la tabla periódica y forma compuestos con prácticamente todos los demás elementos, incluyendo los gases xenón y radón. Es un elemento muy abundante en la corteza terrestre (950 partes por millón) y en el agua de mar se encuentra en una proporción de 1,3 partes por millón y se lo obtiene mediante electrolisis.
En forma pura, es altamente peligroso y puede originar graves quemaduras en la piel y vías respiratorias. Con el Flúor se podría fabricar una potente bomba si se combina con el hidrógeno. Y por si esto fuera poco, el flúor también reacciona fuertemente con el silicio, por lo que no se lo puede guardar en recipientes de vidrio. En su estado gaseoso el Flúor, consigue que el agua, el vidrio y algunos metales se quemen en una llama brillante.
Según la historia, el flúor fue descrito en 1529 por Georigius Agricola; ya que lo usaban como fundente de metales y minerales. Muchos investigadores posteriores como, Antoine Lavoisier o Louis Thenard entre otros, realizaron experimentos con el Flúor (algunos acabaron en tragedia). No se consiguió aislarlo hasta 1886, porque cuando se separaba de algunos de sus compuestos, inmediatamente reaccionaba con otras sustancias.
El primer uso que se le dio al flúor fue en el “Proyecto Manhattan”. En la obtención de hexafluoruro de uranio, UF6, empleado para la separación de uranio. Aún hoy se lo emplea en los procesos de obtención de energía nuclear.
También se lo utiliza para obtener el politetrafluoroetileno, comúnmente conocido como Teflón. Su empleo está muy difundido en el recubrimiento de sartenes, hojas de afeitar y demás utensilios domésticos que a la larga pueden resultar peligrosos, ya que de ellos se desprenden polímeros que podrían llegar a ser cancerígenos.
Los odontólogos dicen que el Flúor evita el proceso de la aparición de la caries y aumenta la resistencia del esmalte dental, actuando como refuerzo y evitando su disolución. El flúor tiene un efecto destructivo contra la placa bacteriana e inhibe parcialmente la producción de ácidos de las bacterias, siendo tóxico para éstas. También dicen que puede ayudar, y bastante bien, contra la osteoporosis.
El Flúor es abundante en la naturaleza y lo incorporamos a nuestro organismo de forma natural, en el agua que bebemos y en alimentos como el trigo, el arroz, la patata y el té, entre otros. Éste sería el método ideal de asimilación, pero según los diseñadores del sistema social del mundo, no es suficiente. ¿Por qué? Por los intereses inescrupulosos de dominación que desde siempre han sometido a la sociedad.
Las autoridades decidieron en su momento añadir al agua para el consumo humano, dosis controladas de Flúor, a la pasta de dientes, enjuagues bucales y un sin fin de productos. Pero sólo como medida preventiva contra la caries. La concentración de flúor en el agua debe situarse entre 0,7 y 1,2 partes por millón.
La idea del flúor extra para las personas fue puesta en marcha sin informar y sin pedirle opinión absolutamente a nadie. Fue y sigue siendo una imposición sobre la sociedad en nombre de una supuesta prevención sanitaria.
A las personas se las educó sistemáticamente diciéndoles que el agua más pura y segura que podían disfrutar era la que salía de los grifos. Los médicos comenzaron a advertir continuamente sobre los peligros de la deshidratación en niños y ancianos, por lo tanto, a ellos se les comenzó a hacer beber más agua que antes. A los
demás se les comenzó a hablar sobre los beneficios de tomar al menos dos litros de agua potable por día. Cabe aclarar que cuando se habla de agua potable se hace referencia tanto al agua de la red domiciliaria como al agua embotellada.
De lo que no se les habló a las personas es sobre la procedencia del flúor que se le incorpora al agua potable, a la pasta de dientes y a miles de productos más.
Ese flúor es un subproducto muy tóxico. Es un material residual que se produce en el proceso de la fabricación del aluminio. Es flúor inorgánico. Como en su momento no sabían qué hacer con esa cantidad de residuos fluorados y, coincidiendo con un estudio que decía que el flúor fortalece los dientes, los responsables de la industria del aluminio vieron que se les abría un mercado inesperado para un residuo altamente peligroso, al cual no sabían dónde ponerlo.
El exceso de flúor endurece los huesos y dientes; pero estos quedan débiles por dentro y a la larga se hacen quebradizos.
Además de los riesgos que presenta el flúor que se añade “legalmente” al agua y a otros productos sin que lo sepan las personas, todos los habitantes de las ciudades, sobre todo de sus zonas industriales, están expuestos a dosis tremendamente altas de flúor inorgánico que puede originar: caries, osteoporosis, daños en los riñones, huesos y músculos.
La fluorosis es una enfermedad que se da por sobredosis de flúor y entre sus síntomas están el moteado del esmalte dental, el aumento de la masa ósea con calcificaciones ligamentarias, especialmente en la columna vertebral, lo que se conoce como espondilitis deformante, una afección que puede causar intensos dolores, normalmente a partir de los 40 años.
Las cantidades de flúor añadidas al agua y a otros productos de consumo humano son muy pequeñas y sus efectos en el organismo no se manifiestan inmediatamente, pueden pasar hasta 20 años en comenzar a aparecer los primeros síntomas en casos de sobredosis. La tasa de flúor en la sangre permanece constante y es acumulativa en el organismo.
También existe el gas de flúor que expelen algunas fábricas al aire. Ese gas es, literalmente, mortal.
Si bien el flúor es un elemento extremadamente tóxico contenido en el agua potable, no es el único. En el agua de la red domiciliaria también puede haber cloro, plomo, arsénico, compuestos residuales y bacterias patógenas súper resistentes.
Existen investigaciones realizadas que demuestran que la existencia de flúor y otros elementos tóxicos en el agua y en los alimentos procesados que la gente consume pueden provocar cáncer, defectos en el feto, en el sistema respiratorio, enfermedades gastrointestinales y urinarias y severos riesgos para el sistema nervioso.
Pero… ¿por qué tanto interés de las agencias sanitarias gubernamentales en su distribución en todos los canales de consumo, aparte del interés de las empresas de producción del aluminio? La respuesta es sencilla: se demostró que el flúor amansa el carácter y aún sabiendo de su toxicidad, lo fueron instaurando. Quizás lo que ellos quieren es una sociedad de “zombis deformados”, que no piensen mucho y que no hagan demasiadas preguntas.
Bibliografía:
• Enigmas año X nº 103.
• Anestesia inhalatoria (Dra. M. Ballvé Ferrer)
• “La fluoración de aguas de la región de Murcia” (Laboratorio de la Consejería de Sanidad y Política Social, Sección de Sanidad Ambiental de la Consejería de Sanidad y Política Social)
• Catálogo del anexo I del reglamento de la calidad del agua.
• New England Journal of Medicine (22 de Marzo de 1990)
• “Son las multinacionales farmacéuticas las que controlan el mundo” por Matías Rath
La imposición del flúor
La historia de la imposición el uso del flúor en los seres humanos a través de su incorporación al agua de consumo fue forjada con codicia y engaño. Los gobiernos que añaden fluoruro al suministro de agua potable insisten en que es seguro, beneficioso y necesario. Sin embargo, la evidencia científica muestra que el flúor no es seguro para la ingesta y que en algunos lugares, donde el agua contiene flúor, se registran índices más altos de caries, fluorosis dental, osteoporosis, cáncer y otros problemas de salud.
Debido a la presión de la industria del aluminio, de las compañías farmacéuticas y de los fabricantes de armas, el flúor sigue siendo añadido a los suministros de agua y tras algunas acciones legales contra las compañías que añaden flúor al agua potable, la justicia se ha pronunciado a favor de éstas, estableciendo un precedente que hará imposible en el futuro presentar demandas contra los proveedores del agua que añadan flúor.
Existe en el mundo una creciente resistencia contra la adición de flúor a los suministros de agua pero debido a que el fluoruro se ha convertido en un elemento vital de la economía industrial moderna, existe demasiado dinero en juego para los que apoyan la fluoración del agua. Las personas seguirán escuchando las mentiras de los beneficios del flúor en el agua, en los productos dentales y en los alimentos procesados.
En 1924, la compañía alemana de fabricación de productos químicos Interessen Gemeinschaft Farben (conocida en el mundo como IG Farben), comenzó a recibir préstamos de los banqueros estadounidenses.
En 1928, Henry Ford y “American Standard Oil Company” (de los Rockefeller) fusionaron sus activos con IG Farben, y por los años treinta, hubo más de un centenar de empresas estadounidenses que tenían filiales y acuerdos cooperativos en Alemania.
En 1939, en virtud del acuerdo Alted, la Compañía de Aluminio de América (ALCOA), por entonces la mayor productora mundial de fluoruro de sodio, y la Dow Chemical Company transfirieron su tecnología a Alemania. Colgate, Kellog, Dupont y muchas otras empresas finalmente firmaron acuerdos con IG Farben, creando un poderoso grupo de presión muy bien apodado como “la mafia de flúor”.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Estados Unidos envió un investigador en química, bioquímica, fisiología y patología, para hacerse cargo de las enormes plantas químicas Farben en Alemania. Los químicos de Alemania contaron a este investigador de un régimen que se había elaborado durante la guerra y había sido adaptado por el Estado Mayor alemán. Los químicos alemanes explicaron su intento de controlar a la población en una zona determinada a través de la medicación masiva del agua potable con fluoruro de sodio, una táctica usada en los campamentos de prisioneros de guerra alemanes y en rusos para hacer a los prisioneros “estúpidos y dóciles”.
La compañía IG Farben desarrolló planes durante la guerra para poner flúor en el agua potable de los países ocupados, ya que se comprobó que la fluoración causaba ligeros
daños a una parte específica del cerebro, haciendo más difícil para la persona afectada defender su libertad, llevándola a ser más dócil ante la autoridad. El flúor sigue siendo una de las más fuertes substancias anti psicóticas conocidas, y está presente en el 25 por ciento de los medicamentos tranquilizantes y anti depresivos mas conocidos, en forma de clorhidrato de fluoxetina.
Podría no sorprender que el régimen de Hitler practicara el concepto de control mental a través de medios químicos, pero los militares estadounidenses continuaron la investigación nazi, explorando técnicas para incapacitar a un enemigo o idiotizar a toda una nación. Como se indica en el informe Rockefeller sobre las actividades de la CIA: “el programa de drogas era parte de un programa más grande de la CIA para estudiar posibles formas de controlar el comportamiento humano”.
En 1947, Oscar Ewing, quien fuera un abogado de ALCOA, la Compañía de Aluminio de América por largo tiempo, fue nombrado director de la Agencia Federal de Seguridad, una posición que lo puso a cargo del Servicio de Salud Pública. Durante los próximos tres años, 87 nuevas ciudades estadounidenses comenzaron a añadir flúor en sus suministros de agua.
El proyecto norteamericano “Educación e investigación” fue financiado por la industria del aluminio, de los fertilizantes y de la fabricación de armas, en busca de una salida para los residuos de fluoruro que se incrementaban cada vez más, mientras conseguían, al mismo tiempo, aumentar las ganancias.
El “descubrimiento” de que el fluoruro beneficiaba a la salud dental, fue pagado por la industria que, de manera hipócrita, debía hacerse cargo de las “demandas de los trabajadores y las comunidades, envenenados por las emisiones de fluoruros industriales” y convertir un lastre en un activo.
El Fluoruro, un componente de los residuos en los procesos de fabricación de aluminio, explosivos, fertilizantes y armas, requería de un sistema muy caro para desecharlo de manera adecuada y hasta que se encontró un uso, echándolo en los suministros de agua, la sustancia sólo fue considerada un residuo tóxico peligroso.
A través de una maliciosa re-educación publica, el fluoruro, una vez un producto de desecho, se convirtió además en el ingrediente activo de plaguicidas fluorados, fungicidas, raticidas, anestésicos, tranquilizantes, anti depresivos, y un sinnúmero de productos industriales y domésticos.
Edward Bernays
Financiado por industriales norteamericanos, en un intento de fomentar la aceptación pública del fluoruro, Edward Bernays, también conocido como el padre de las Relaciones Públicas, inició una campaña de engaño para convencer a la opinión pública.
Barnays explicó: “Usted puede conseguir prácticamente que cualquier idea sea aceptada si los médicos están a favor. El público está dispuesto a aceptar, porque un médico es una autoridad para la mayoría de las personas, independientemente de lo mucho que sepa o no sepa”.
Con el apoyo de los médicos, el fluoruro se convirtió en sinónimo de progreso científico y desde que fue presentado al público como una sustancia que mejora la salud, agregada al medio ambiente por el bien de los niños, quienes se oponían al fluoruro fueron desechados como excéntricos, charlatanes y lunáticos. El fluoruro se convirtió en impermeable a la crítica debido a la implacable ofensiva de las relaciones públicas, y también debido a su toxicidad general. A diferencia de los productos químicos que producen un efecto determinado, el flúor es un veneno sistémico que produce una amplia gama de problemas de salud a muy largo plazo, por lo que sus efectos son mucho más difíciles de diagnosticar.
Documentos militares norteamericanos desclasificados, como los del Proyecto Manhattan, muestran cómo el fluoruro es la sustancia química clave en la producción de la bomba atómica y millones de toneladas de él fueron requeridos para la producción de uranio enriquecido y plutonio.
La intoxicación por fluoruro y no la contaminación radiactiva, emergió como el principal riesgo químico para la salud de los trabajadores y los habitantes de las comunidades cercanas a las bases militares de experimentación. Científicos que trabajaban en el proyecto de la bomba atómica recibieron la orden de proporcionar pruebas útiles para la defensa en litigios, de manera que comenzaron en secreto pruebas de fluoruro en pacientes de hospitales cercanos a los que no les informaron nada y en niños con retraso mental.
La Revista de la Asociación Dental Americana de agosto de 1948, muestra que la evidencia de los efectos adversos del fluoruro fue censurada por la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos, por razones de “seguridad nacional”. El único informe liberado declaraba que el flúor era seguro para los seres humanos en pequeñas dosis.
Harold C. Hodge
Durante la Guerra Fría, el Dr. Harold C. Hodge, que había sido el toxicólogo del Ejército durante el Proyecto Manhattan, fue el líder científico y principal promotor de la fluoración del agua.
Mientras el Dr. Harold C. Hodge estaba convenciendo al Congreso acerca de la seguridad de la fluoración del agua, también estaba conduciendo de manera secreta, un experimento de fluoración del agua pública en Newburgh, Nueva York, estudiando muestras biológicas de los ciudadanos en su laboratorio de la Universidad de Rochester.
Dado que no existen restricciones legales en contra de la supresión de datos científicos, la única conclusión publicada de estos experimentos fue que el flúor era seguro en dosis bajas, un veredicto profundamente útil para el Ejército norteamericano que temía demandas por la intoxicación con fluoruro de los trabajadores de las plantas de energía nuclear y de las fábricas de municiones.
La contaminación con fluoruro fue una de las mayores preocupaciones legales que enfrentaron los principales sectores industriales de Estados Unidos durante la guerra fría. Un grupo secreto de abogados corporativos, conocido como el Comité de Abogados del flúor, cuyos miembros pertenecían a Aceros de Estados Unidos, a la Compañía de Aluminio de América ALCOA, a Aluminio Kaiser, y a Metales Reynolds, encargó una investigación que se llevó a cabo en la Universidad de Cincinnati para proporcionar argumentos a aquellas empresas que estaban luchando contra una ola de reclamos ciudadanos por intoxicación con fluoruro.
El Comité de Abogados del Flúor y sus embajadores médicos estaban en contacto frecuente y personal con los altos funcionarios del Instituto Federal Nacional de Investigación Dental, y juntos fueron los encargados de ocultar los verdaderos resultados del estudio que habían encargado. Ese estudio demostró que el fluoruro es altamente venenoso, aún en pequeñas dosis, ya que se observaron gravísimas consecuencias en el cerebro, los pulmones y los ganglios linfáticos de animales de laboratorio.
Los intereses privados, trataron de destruir carreras y censurar la informa
ción, garantizando que los estudios científicos que generaban dudas sobre la seguridad de fluoruro no tuvieran fondos, y si estos estudios se hacían, se ocupaban de que nunca se publicaran sus resultados.
Durante la década de los años 90, la investigación realizada por la toxicóloga Phillis Mullenix de Harvard, demostró que el flúor en el agua puede producir un menor coeficiente intelectual en las personas, y los síntomas observados en ratas se parecían en gran medida a los que presenta el Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad en los niños.
Sólo días antes de que su investigación fuera aceptada para ser publicada, Phillis Mullenix sufrió un ataque con armas de fuego frente a su domicilio y fue despedida como Jefa de Toxicología del Centro Dental Forsyth de Boston. Luego, su solicitud de una beca para continuar su investigación del sistema nervioso central y flúor fue rechazada por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos.
A pesar de la creciente evidencia de que es perjudicial para la salud pública, los Estados y las grandes organizaciones médicas y dentales continúan promoviendo la utilización del fluoruro aunque prácticamente no existen pruebas de significativos beneficios para la salud de las personas.
Aunque el fluoruro es hasta 50 veces más tóxico que el dióxido de azufre, en muchos países aún no está regulado como un contaminante del aire, por lo tanto miles de toneladas de residuos industriales de fluoruro se vierten en suministros de agua potable supuestamente para fomentar la brillante sonrisa de nuestros niños.
Los grandes industriales de Estados Unidos y de otras naciones tienen la ventaja de emitir tantos residuos de fluoruro en el medio ambiente como quieran, sin que medie ningún requerimiento de medir las emisiones y sin que haya manera de hacerlos responsables por la intoxicación de personas, animales y plantas.
En una sociedad donde los productos conteniendo asbesto, plomo, berilio y muchos otros carcinógenos han sido retirados del mercado, es sorprendente que el fluoruro sea aceptado tan ciegamente. Parece absurdo que estemos dispuestos a pagarle a la industria química para que deseche sus residuos tóxicos y que los agreguen a nuestro suministro de agua.
El ocultamiento de los peligros de la contaminación con flúor de las personas es un trabajo de estafa estilo capitalista de proporciones épicas, que se ha producido debido a que un poderoso grupo de presión manipula la opinión pública con el fin de proteger sus propios intereses financieros. Aquellos que manejan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder gobernante. Ellos son los responsables de informar y educar sistemáticamente a la población a través de los centros de salud, de la propaganda y publicidad en los medios de comunicación y de las escuelas.
Nuestras mentes son moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas, en gran medida por hombres de los que nunca hemos oído hablar.
El flúor puede causar cáncer, reducción de la actividad sexual, defectos congénitos, trastornos neurológicos, problemas de memoria, disminución del coeficiente intelectual y sedación mental. Este último efecto mencionado hace que la persona se vea limitada en su capacidad de pensar y razonar correctamente, lo que la lleva a un estado de conformismo y pasividad ante cualquier circunstancia.
Parecen ser justamente los efectos que quienes detentan el poder global necesitan para continuar con su plan de estupidización y dominio de cada uno de los individuos de todas las sociedades.
Fuente: http://conciencianoosfera.wordpress.com/f-l-u-o-r/
Traducido por Conciencia Noosfera, del sitio informationliberation.com
Adaptación de todo el texto para
Programa Otras Alternativas: Marcelo Quiroga
www.OtrasAlternativas.com.ar