Por el Asia Menor se registró el paso de tres olas Indoeuropeas: de pueblos Semitas y no Semitas. Los primeros son: los Babilonios, los Asirios, los Fenicios y los Judíos. Los pueblos pertenecientes al segundo grupo son: los Sumerios, los Heteos, los Frigios, los Lidios, los Medos y los Persas.
Las condiciones geográficas son las siguientes: en las márgenes del Tigris y el Eufrates y en la región montañosa de Siria y Palestina están dadas las premisas y condiciones para una cultura sedentaria. En el desierto Sirio-Árabe, sólo en algunos oasis y en el Yemen encontramos algo parecido. Por lo demás su población se veía impulsada a una vida nómada, mercader y rapaz.
Los Sumerios:
Los más antiguos pobladores de Mesopotamia, los Sumerios, proceden sin duda del interior de Asia. La antigua cultura Inda del noreste evidencia sorprendentes contactos con la suya. Su régimen estaba organizado en pequeños estados urbanos. Su pueblo era diestro en la agricultura, el comercio y la orfebrería. Se le atribuye la invención de la escritura cuneiforme, del arco y de la bóveda. Las listas de los reyes alcanzan el 2.000 a.C. La cronología de la primitiva Ur sumeria es comprobable hasta el 3.000 a.C.
Hacia el 3.000 a.C. llegan del oeste, del desierto Sirio-Árabe, tribus semitas que penetran en Mesopotamia y se establecen en Acadia, del norte del país. Nuevos invasores semitas suceden a éstos en siglos posteriores. Los acadios, como pueblo nómada de jinetes, era militarmente superior al de los sumerios. se fusionaron luego de la dominación en una cultura superior.
La cultura sumeria fue absorbida por los semitas, pero cuando hacía ya mucho tiempo que sus creadores habían sido olvidados, todavía estaba vivo su influjo en Babilonia y en Nínive, incluso en todo el cercano oriente.
Al primer período de florecimiento de Acadia bajo Sargón y sus sucesores (hasta 2.300 a.C.) siguió un resurgimiento de los Sumerios, durante el cual desarrollaron un bien regulado sistema jurídico y el cálculo basado en las cifras 6, que ha conservado su influjo hasta nuestros días en la esfera horaria y en el concepto de la docena.
La elevación a potencias, la extracción de raíz, las medidas de espacio y tiempo les eran perfectamente conocidas. Sobre esta base se desarrollaron la cronología, el calendario, la astronomía científica y la astrología.
Babilonia:
Hacia el 2.000 a.C. la ciudad de Babilonia, fue convertida en corte y capital del estado en formación, constituido por la suma de numerosos pueblos semíticos, fundidos con el elemento sumerio. Hammurabi, cuyo reinado se inicia hacia el 1.955 a.C., dio a este estado el rango de gran potencia, unificó los usos e impuso una indumentaria común. En el culto predominó lo sumerio, siendo las prescripciones bilingües.
En la legislación predominó lo semítico, es el conocido monumento jurídico del código de Hammurabi. El régimen político de Hammurabi es el primero de la historia en que imperan ideas claras de derecho y economía.
El esplendor del Imperio no sobrevivió al gran rey.
El heteo, un pueblo mestizo, no semita, establecido en la Siria del norte y en Capadocia, célebre por su feudalismo, por su imperial símbolo del águila bicéfala y por la invención del carro de batalla, dominó a Babilonia durante siglos.
Asiria:
Este pueblo tomó una dirección decidida, que hizo de él, el primero en guerreros y conquistadores. Fueron los primeros técnicos de la ingeniería de sitio y tomaron de los heteos, el caballo y el carro de batalla. Sus empresas los llevaron por la mayor parte del Asia Menor. Compitieron con Babilonia, hasta que con Teglaftalasar (hacia el 1.000 a.C.) consiguieron al fin construir un gran estado. El monarca venció a los Heteos y los Arameos, llegó hasta el Mediterráneo, hasta los puertos Fenicios y conquistó Babilonia. El deporte de los reyes era la caza de leones de posible significación religiosa. La capital, Azur, sigue el proceso de ensanchamiento de las culturas hacia el fin de su época Racionalista.
Lo militar prima sobre todo. El caballo es un elemento de combate en gran estilo. Los escuadrones sirven de protección a los carros de asalto. Y en la superioridad de estas armas, se evidencia el avance del primer pueblo imperialista de la historia. A la burocracia se le da una organización imitada de los Babilonios.
Egipto fue también subyugado. Chipre y muchas ciudades Griegas enviaron tributo espontáneamente. Mas no de Occidente, sino de Oriente llegaba la mortal amenaza.
En Media surgió una fuerza nueva en un pueblo con el que se alinearon todos los subyugados, sobre todo la siempre de nuevo sublevada Babilonia. Nínive fue destruida en el 612 a.C. Fue aniquilada la casta de los guerreros. El nuevo Imperio Babilónico fue fundado. Con Nabucodonosor cobró aliento de grandeza. Por lo pronto se aseguró el antiguo Imperio Asirio, incluso Siria y Palestina. Bajo el signo de Hammurabi su reconstrucción fue realizada. Aparecen los jardines colgantes de Babilonia. Los templos fueron ornamentados (como centros de negocios), como dondequiera en Oriente. Los sucesores de Nabucodonosor fueron incapaces de mantener el sistema. La casta tiránica de los sacerdotes, acabó imponiéndose. Los pueblos vecinos presionaron peligrosamente. Por el E y por el O, avanzó la nueva fuerza Medo-Pérsica, el Imperio de los Iranios Indoeuropeos, que habían de heredar a los grandes estados semíticos. Pero durante mucho tiempo aún siguió siendo Babilonia, punto de intercambio cultural y de influencia religiosa.
A pesar de todas las dificultades que oponen las divisiones y separaciones del terreno montuoso, y la vecindad inmediata de la Arabia, Mesopotamia geopolíticamente parece lograr la comunidad política del Gran Estado, tal como ha sido siempre intentada. De los tiempos de vida nómada se conservó el tipo de la gran familia consanguínea, incluso en las alturas dinásticas, constituyendo el asidero íntimo y entrañable a través de las generaciones. Las migraciones y las expediciones guerreras.
El «poder» reside en la piedra, en el agua, en el sol, en la luna o en las estrellas. Su Dios posee la montaña o el árbol, la aldea, la ciudad y no aguanta otros propietarios a su vera. Los Baal de los semitas son amos de su terreno. Los dioses de los enemigos vencidos son incorporados a la familia del propio Baal.
El hombre se encuentra respecto de Baal, en una especie de relación contractual, comercial-jurídica, que le obliga a la dádiva y a ofrenda. La divinidad no es aquí una auxiliadora y misericordiosa potestad, sino el arquetipo del déspota Oriental. Solo un pueblo semítico parece haber sido capaz de transformar esta esfera: el Israelita de la Profecía.
Israel:
Este pequeño grupo de la familia de los pueblos semíticos llegó a convertirse en un pueblo universal y si bien se mestizó con elementos diversos constituyó una unidad étnico-religiosa desde los tiempos más remotos.
La tierra de Canaán, llamada Palestina por los Filisteos (originarios de Creta) constituye geopolíticamente parte integrante de la costa Mediterránea, en el espacio donde se cruzaba justamente la irradiación del poder Egipcio con la de la Potencia Imperial Asirio-Babilónica.
La escritura cuneiforme babilónica, fue substituida por ellos en el sigo XII o XIII, por la escritura alfabética, desarrollada sobre la base de la jeroglífica.
En esta tierra penetran hacia el 1.200 a.C. hordas rapaces de Beduinos procedentes de la zona Oriental desértica: los Hebreos. A estos hijos del desierto, la tierra de Canaán, no precisamente ubérrima, les pareció la tierra de promisión. Los Egipcios, que tenían mediatizado el país, encontraron a los hebreos peligrosos y se llevaron a tierras del Nilo un grupo de familias israelitas. Su caudillo, Moisés les devolvió a tierra de Canaán. Este retorno fue favorecido por la paralización del poder central egipcio. Lucharon contra los gobernadores de los filisteos. Solo las ciudades mercantiles fenicias de Tiro, Sidón y Byblos se mantuvieron independientes. Y en este momento se convierten los hijos de Israel, en agricultores sedentarios, llegando a habitar en las ciudades. En la cima de la escala social se instala el gran terrateniente, descendiéndose hasta el semilibre y el siervo. Su dios, Jehová era el dios de los áridos desiertos, anunciado por Moisés como dios del Sinaí. Emprende lucha contra el Baal de los Cananeos representado como toro.
Con los reinados de David y Salomón, tarado por un régimen de serrallos y favoritos, se intentó, como se hizo en Egipto y en Babilonia, reunir los avasallados estados, en apretado haz dentro de una zona territorialmente definida. Se podía aprovechar la ventaja de una pausa política universal. Pero después de Salomón quedó el Imperio tajado en dos: El reino de Israel y Judá, cuyas luchas sirvieron para acrecentar el poder de los vecinos, beneficiando a Damasco sobre todo. Con todas estas creaciones políticas acabó la fuerza imperial de Asiria hacia el 700 a.C. Puede decirse sin embargo, que la verdadera historia de Israel comienza con su servidumbre. El Jehová, incapaz de imponerse a Baal, reinó sobre Asiria y se convirtió en Dios Universal.
Sólo durante la cautividad de Babilonia, adquirió unidad el culto de los Judíos.
Los Fenicios:
Fenicios, llamaron los Griegos, a los cananeos que consiguieron asegurarse una forma de vida política propia, independiente por lo general, en los estados urbanos conocidos por los nombres de las ciudades de Tiro, Sidón, etc. en el litoral Sirio-Palestinense. Con la construcción de naves rápidas consiguieron explorar todo el Mediterráneo, antes que ningún otro pueblo. Su rocoso litoral no ofrecía posibilidades al desarrollo. Como pescadores, piratas y mercaderes conquistaron poder y riquezas. Crecieron sus ciudades, proveyéndose a sí mismas y proveyendo a todos sus clientes y vecinos de esclavos, de especias, metales, piedras preciosas, tejidos y tallas. Adoraban a Baal. Cada ciudad tenía uno especial. Figuraba Adonis, este último adoptado por los griegos y por ellos difundido. Como bases y puntos de apoyo de las empresas de las ciudades metropolitanas establecieron factorías en toda la costa mediterránea: Gades, Chipre, Cirene, Masilia, fueron colonias suyas, que prosperaron bajo el acicate de la creciente competencia de Cretenses y Helenos.
Tiro fue también la fundadora de Cartago (800 a.C.) que pronto superó en riqueza y poder a la metrópoli. Con una privilegiada situación en la costa N. de África, en su centro geográfico aproximadamente en una península que avanza hacia Sicilia, ninguna ciudad como esta estaba llamada al predominio marítimo universal. Defendida su espalda por un territorio densamente poblado, Cartago tendió su garra por el Mediterráneo en ambas direcciones: Oriental y Occidental. Y aún surcaron la Atlantis hasta la costa Africana Occidental, hasta el N. de Francia. Su designio fue conquistar riquezas y conservarlas.
Los Persas:
El más vasto imperio del Asia Anterior fue fundado por el pueblo Indoeuropeo de los Persas. La meseta Irania, que desde el S.E. del Ararad se extiende hasta la India y el Golfo Pérsico, llegó a constituir la esfera de acción de elementos inmigrados. Las tribus médicas intervienen ya en la historia de Azur. Los Persas son sus parientes más próximos e ilustres.
En el pueblo y en la historia Persas, imprimió una huella decisiva el fundador religioso Zarathustra (600 A.C.) que se enfrentó con vigorosa oposición al antiguo culto iranio, el cual en parte, se identifica con el antiguo culto popular Indo. Su éxito no fue inmediato, imponiéndose gradualmente a través de los estratos superiores. Zarathustra combate la idolatría, la magia y los sacrificios. Lo cruento y lo ebrio son alejados. Predicó la fe en un Dios único, Ahura-Mazda, el creador del mundo. No existen dioses secundarios, sólo genios a su servicio: los ángeles. Todo lo que combate a este dios, es personificado en el igualmente personal y donde quiera patente Ahriman su contrario diabólico que ha existido y existirá siempre, hasta el fin del mundo. El día de la resurrección de los muertos, los malos van al infierno y los buenos al paraíso. Pero el infierno no es algo definitivo. El fin del mundo supone una nueva Creación y con ella la victoria decisiva de Dios sobre su diabólico contrario.
Ciro, de un antiguo linaje de pequeños príncipes hace por lo pronto la unidad de Persia, rompe después con el rey de los Medos, que la tenía mediatizada, conquista Ecbatana, capital médica con todos sus tesoros, somete a Libia, se asegura Arabia y arrolla finalmente, al nuevo Imperio Babilónico. No destruye, como hacían los Asirios o los propios Medos: reside con su corte, en Babilonia, en Susa o en Ecbatana. Hace sacrificios a los dioses de los vencidos y respeta sus usos. Y así permite a los Judíos volver a Palestina y erigir de nuevo el templo y practicar el culto en su llorada Sión, donde establecen una comunidad de carácter estatal-eclesiástico bajo el Sumo Sacerdote. (Cuando llegaron a Jerusalén no eran más que 30.000. En el exilio quedó una gran comunidad que se mantuvo durante largo tiempo).
Cambises, el hijo de Ciro, conquistó Egipto. Su sucesor, Darío, reprimió todos los intentos de los sacerdotes Medos, contra la dinastía de los Aqueménides, intentos que tenían también por designio la restauración del viejo culto popular. Pero su obra más insigne fue la organización interior del Imperio: se establecieron 20 satrapías, con prescripciones exactas por lo que al servicio militar y al tesoro se refería y una inspección constante por un cuerpo de escribas, comisarios y secretarios del rey, que vigilaban a los gobernadores y capitanes generales.
Se estableció un régimen monetario (como solo en Lidia hubo antes) para todo el Imperio sobre la base de una proporcionalidad fija entre el valor de la plata y el oro. El tráfico entre las distintas capitales estaba servido por una posta del Estado.
En la política exterior no fue precisamente afortunado Darío: no pudo retener Egipto y tropezó con la resistencia victoriosa de los Griegos. Los Persas no eran navegantes. La guerra naval no era cosa de aquel inmenso Imperio, de naturaleza tan claramente continental.
Unas pocas familias de la nobleza lograron conservar la situación de preeminencia. Los hijos de los viejos soldados fueron educados con severo espíritu militar, y formados en la doctrina de Zarathustra, con lo que se desarrolló una oficialidad de altas virtudes, verdadero sostén de la dinastía. El monarca habitaba sus palacios de Susa y Persépolis.
Confiado en la capacidad y habilidad de sus monarcas y soldados. Luego viene Alejandro.
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Entre los monumentos literarios Asirio-Babilónicos encontramos el poema de Gilgamés. La búsqueda de los antepasados por el héroe, que se refiere a la historia del diluvio y la conclusión en el viaje en la búsqueda de la hierba de la inmortalidad, que una serpiente le arrebata cuando iba a apoderarse de ella.
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La literatura Hebraica, está contenida en la Biblia, es decir «los libros». Está compuesta de dos series: Antiguo y Nuevo Testamento. El antiguo, que es el que aquí nos interesa, está escrito en hebreo. Se suelen agrupar en tres secciones: Históricos, morales y poéticos.
Libros históricos: de los libros históricos del Antiguo Testamento unos son de historia general: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio- que forman el «Pentateuco» (cinco libros) – Libro de los Jueces, de los Reyes, de los Macabeos, etc.; otros son libros de historias particulares: Libro de Ruth, Libro de Tobías, Libro de Judith, etc.
Libros morales: Los Proverbios, Eclesiastés, De la Sabiduría y el Eclesiástico.
Libros poéticos y proféticos: Libro de Job, Los Salmos, Las Lamentaciones, El Cantar de los Cantares y los Libros Proféticos.
Fuente: Instituto Humanista de Pronosticación Sistémica
Autor: Instituto hps