Egipto
Egipto, la más vieja zona cultural del África, se inserta de modo memorable en la historia de Asia y en la de Europa. He aquí de manifiesto hasta qué punto un río puede crear y erigir vida, trabajo, propiedad, Estado y cultura. Desde la primera catarata hasta el ramificado delta del Mediterráneo, ha creado en ambas márgenes del enjuto desierto con las inundaciones fecundas, un económico fundamento, que tal vez determinó la formación de su rotunda estructura política. Ese río desde el principio admirado y venerado fue también maestro y trajinante e impuso su ciclo a la vida social.
El pueblo egipcio es primitivamente africano, evidencia gran afinidad racial con muchas tribus del corazón de África. Renovada una y otra vez su sangre por la presión nubia al sur y la vecindad líbica al oeste, étnica y lingüísticamente influido por semitas asiáticos, resulta un pueblo de fronteras, mestizo por lo tanto.
Los pequeños señoríos, rústicos y urbanos, fueron luego estructurados en dos Imperios cuya rivalidad da a la política del Egipto su tensión decisiva: el Bajo Egipto, el país del Delta, y el Alto Egipto. La constitución del Estado Unitario Egipcio, fue intentada repetidas veces y lograda por el rey Menes que inicia las treinta dinastías. Unió ambas coronas, fundó Menfis y se llamó a si mismo Horus, por el nombre del dios imperial.
En todos los acontecimientos de la historia Egipcia, en la fundación y en el derrocamiento de las dinastías, se vio la obra, la órbita y el destino de los dioses.
Las primeras sepulturas reales son en principio construcciones de ladrillos, hasta la primera construcción en piedra hacia el 2770 a.C.
La Monarquía, autocrática en todo, tenía a su servicio un aparato burocrático desarrolladísimo cuyo cometido principal era la recaudación de los impuestos (pagados en especie) con que se gravaba toda actividad productora. El país, dividido en distritos fiscales, era una forma de supervivencia de los pequeños estados primitivos.
Se ha comprobado el tráfico de mercaderías con Babilonia, Fenicia y Siria. Este tráfico era especialmente activo con el Punt (en la costa Somalí) cuyos productos eran indispensables para las necesidades litúrgicas de los templos (incienso). El comercio sólo en parte estaba en manos de mercaderes libres.
Carcomido el antiguo Imperio quedó atomizado en principados de tipo cantonal, el delta quedó convertido en zona tributaria de los pueblos Asiáticos y el disturbio imperó durante generaciones. La restauración del estado unitario tuvo su iniciación en Tebas (2.100 a.C.). Es el llamado Imperio Medio que pasó por un período de interior recogimiento y reflexión cultural. El Imperio Medio fue derrocado y dominado durante 200 años por el pueblo Asiático de los Hiksos, de origen semítico. Constituían una horda de nómadas jinetes que introdujo el caballo.
También esta vez la unidad fue forjada por el alto Egipto, creador del nuevo Imperio. Quedó asegurado el predominio en Nubia. Palestina y Siria fueron convertidas en regiones tributarias y se avanzó hasta el Eufrates, pues el NE era el punto débil de Egipto. Sirios y Fenicios pagaron tributo.
Siempre siguió Egipto, cuando una potencia asiática crecía demasiado, la política de aliarse con el vecino más débil. No llegaron a la organización del tipo de la gran urbe, ni a una completa reducción de las minorías extrañas, ni a una total destrucción de los núcleos vitales de las potencias extranjeras.
Los sacerdotes llegaron a ser los más poderosos y ricos del país, que oprimían ya a la misma corte de los reyes. Mas he aquí que el Tebano Amón-Ra amenazaba con eclipsar a Orus y con él a los sacerdotes. Amenofis IV aprovechó la situación para acabar con el predominio sacerdotal, se declaró por el viejo dios del sol, elevó el culto de Atón, cambió su nombre titular que incluía el del destronado Amón por el de Akenatón como si se tratara de un programa que había que cumplir en todas sus partes.
El nuevo monoteísmo fue desterrando a todo icono. El culto deja de ser rígido y formalista y un dinamismo extraño invade todas las formas sociales. Todo se humaniza y pierde aquella anquilosis jurídica. Aquellos grandiosos intentos de reforma de ese enjuto luchador de facciones irregulares y sensibles desaparece al cabo de dieciséis años de reinado tal vez alienado por los enemigos de la clase sacerdotal.
La fecundidad del espíritu había pasado a la historia. Trasladada la corte a Menfis, continuó Tebas como centro religioso y se inició un nuevo florecimiento político y económico. Lo colosal se impuso y se perdió en hinchazón decorativo. El politeísmo se propagó frondosamente, degenerando en fetichismo sin espíritu. Hacia arriba se anquilosó el culto, hacia abajo se corrompió en una turbulenta demonología.
Ramsés III se vio obligado a establecer colonias de mercenarios libios en la región del Delta para disponer así de un elemento bélico en el que poder confiar en caso necesario. Como en la Roma de la declinación y en el Renacimiento Italiano, los mercenarios extranjeros llegaron a constituir esa guardia de pretorianos tan peligrosa para la monarquía.
La casta de los escribas cada día más soberbia y estúpida llegó a adquirir un formulismo fetichista. El sumo sacerdote Tebano llegó incluso a disponer de las tropas bajo el Noveno Ramsés y tenía en sus manos la administración y gobierno del estado en lo esencial. El primer soberano extranjero fue un descendiente de los mercenarios Libios (900 a.C.). Nubia se independizó en parte. Pequeños principados lucharon por el poder en la región del Delta. Monarcas Nubios sucedieron a los Libios. La estructura social se basaba en el ancho estrato de servidumbre renovado constantemente con la esclavitud de los cautivos. El estrato superior se hacinaba en el sacerdocio y la burocracia. La milicia se extranjerizaba cada día más.
No pudo Egipto ya mantener su independencia. Etiopía se separó definitivamente, cortándose la afluencia de oro. Los Asirios subyugaron a Egipto, haciéndole tributario.
El último rey notable que tuvieron los Egipcios fue Amasis, amigo de Polícrates, hijo del pueblo e intermediario entre los Egipcios y los colonos griegos.
Cambises convirtió a Egipto en provincia Persa y tras un breve período de libertad bajo las dinastías 28 y 30 cayó el país nuevamente en manos de los Persas y finalmente en las de Alejandro el Magno.
La época del Libro de los Muertos había pasado y los textos narrativos se siguen produciendo hasta que la influencia Cristiana viene a cortar esta literatura y a producir la «Copta» que es una combinación de Griego y Egipcio regida ya por la influencia Bizantina.